Las siguientes semanas fueron un torbellino de actividades, milagrosamente la casa de los sueños de Dylan la encontramos a solo dos casas de la de Kaleb. Una mansión no tan grande como la de Kaleb pero más moderna y acogedora, con grandes jardines, vistas al mar, diez habitaciones, una cocina comedor con vista abierta que había ameno cenar allí, estudio biblioteca y sala de cine y juegos. Dylan la amo desde la primera vez que la vio y ni si quiera quiso seguir buscando. Ahora trabajaba como jefe de publicidad en la empresa de Kaleb y le compro el 30 % de las acciones a Kaleb que las vendió con gusto a su mejor amigo y hermano de la vida.
Dylan se unió a nuestros fines de semana en la piscina y se hizo amigo de mis amigos. La atracción inicial entre nosotros dio paso a una amistad intensa aunque siempre había bromas sexys entre los dos y guiños de ojos. Después de esa noche en que hablamos con Kaleb es se volvió un poco menos frio. Aunque lo veía tenso cuando notaba mis interacciones con Dylan.
Empezaba Agosto cuando recibimos las invitaciones para el aniversario de los Prat. Kaleb me pidió que eligiera el regalo porque creía en mi criterio. La pareja tenían 75 años y hacia 50 que estaban juntos. Así que me decidí a ser original en vez der ostentosa. Busque en internet cada foto que hubiera de ellos atreves de los años, hable con sus hijos y nietos en complicidad y mande a armar a una importante imprenta un gran álbum que abarcaba desde su compromiso hasta el nacimiento de su ultimo bisnieto.
Cuando Kaleb y Dylan lo vieron su sonrisa me hizo sentir orgullosa.
_ Si alguien podía pensar en algo así eras tú Jane…_ dijo Kaleb y acaricio distraídamente mi hombro haciéndome vibrar.
_ Que hermosa historia tienen, ojala algún día pueda tener un álbum como este_ suspiro Dylan. Y sentí que había una historia detrás de ese suspiro.