— ¿Serás mi pareja cuando seamos adultos?
—Raven, ni siquiera sabes lo que eso significa.
—No puedes negar que estamos destinados a estar juntos.
Conversación entre Raven Hale y su mejor amigo.
Caleb miró al león dirigirse hacia la cocina, Eleine no le quitó los ojos de encima hasta que Patrick quedó fuera de vista. La sentía, de una forma que le costaba comprender, la sentía, sus emociones, su miedo, su temblor, y eso guio sus acciones para calmarla.
Cuando Eleine lo buscó con su mirada, Caleb sintió sus latidos tomar velocidad, y cuando ella poco a poco dejó de temblar gracias a su toque, no estaba seguro de lo que sentía.
— ¿Estás bien? —le preguntó, lentamente arrastró la mano que tenía en su rodilla, y la dejó en su lugar.
—Sí, estoy mejor, gracias Caleb, no sé qué hubiera hecho si no hubieses estado aquí.
Por primera vez desde que había despertado, se sintió útil, y en su débil sonrisa encontró el alivio para el propio miedo que desde temprano estaba sintiendo. Pero en el silencio de la sala, ambos se encontraron incómodos. Sus aproximaciones eran cada vez más frecuentes, y el apego de él hacia ella era más intenso mientras más tiempo pasaba junto a ella.
Eleine le salvó la vida, lo cuidó y le dio una identidad, que sólo era un nombre falso pero era todo con lo que se identificaba, no se imaginaba con un nombre diferente, por eso el hecho de anhelar sus recuerdos también traía a la luz la incertidumbre de la posibilidad de que él rechazara su verdadera identidad si su memoria regresaba.
—Aquí tienes. —Patrick volvió con un vaso de agua y con cuidado se lo entregó.
Se veía algo molesto, era un hombre completamente diferente del que los recibió.
—Gracias. —Eleine bebió.
Ahora la atención del león estaba centrada en Caleb, él era consciente de su tamaño y de la fuerza que poseía. Comparado con Patrick, Caleb podía asemejarse en habilidad y fuerza a un humano ordinario, sólo que, él no lo era, aunque sus capacidades al igual que su memoria, estuviesen en lo profundo del abismo que era su mente.
—Entonces —dijo y se enderezó en su lugar—. ¿Vas a ayudarnos o tendremos que buscar a otro?
Patrick mostró sus dientes en una sonrisa. Eleine se movió ligeramente, Caleb tendría que pensar bien sus palabras para no desencadenar movimientos bruscos en el cambiante que tenía en frente, porque si Patrick se movía, el miedo de Eleine volvía.
«Debo preguntarle qué le sucedió para que sienta tanto miedo ante un cambiante»
—Debo decirles, que al aceptar su pedido estoy arriesgando mi propio pellejo ¿puedo saber por qué quieren la información?
Eleine tragó saliva, su mirada fija en el suelo, inspiró aire como reuniendo sus fuerzas para hablar. A él no le agradaba verla así, ella siempre se mostró tan fuerte y decidida, verla temblorosa y reducida a trémulas acciones frente a cambiantes le alteraba. Caleb quería hacer algo para que ella dejara de temer, y eso reavivó el recuerdo del cambio que sufrió en la mañana, el borde dorado en sus ojos ¿Si ella descubría qué él era cambiante, le temería?
—Siete ataques han ocurrido en el mundo —dijo ella mirando fijo a los ojos verdes del león—. Todos perpetuados por lobos, cuatro con víctimas humanas, soy investigadora y he encontrado demasiadas cosas en común entre todos los casos, quiero descubrir qué hay detrás de todo esto, necesito la información de los sistemas de Seth Meyer.
Ese nombre se repitió como un eco en su mente, de pronto Caleb no estaba en la guarida de un león delincuente. Estaba ido, a un lugar extraño lleno de personas extrañas, reclinado sobre una barra en lo que parecía un complejo recreativo hecho por completo de madera, como una cabaña gigante, Caleb veía su reflejo en los vidrios de las ventanas, sonreía a todos esos extraños, en su mano sostenía una botella de cerveza, junto a él otro hombre lo abrazaba, era diferente a él, tenía el cabello marrón oscuro pero sus ojos eran idénticos, de un azul claro.
—Estoy tan feliz por ti, hermano.
—Entonces podría piratear sus sistemas usando un directorio fantasma, eso es útil para que no detecten una intrusión inmediata.
La ronca voz de Patrick lo trajo de vuelta a la realidad, las manos de Caleb sudaban, las limpió en su pantalón de forma disimulada, intentó aparentar que estaba atento a la conversación pero en realidad no entendía nada de lo poco que escuchó.
— ¿Cuál es el porcentaje de éxito? —Eleine preguntó.
—Cuarenta y cinco por ciento, los sistemas informáticos de los Moon Fighters son muy seguros, están plagados de encriptaciones, códigos, contraseñas y firewalls. —Hizo un gesto con sus manos, abarcando el aire—. Por todas partes.
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Editado: 09.12.2018