Salvando a la humanidad

Capitulo 1 La magia de la vida

La llamada

Desperté con una sensación extraña. Hace días que siento un peso en el pecho, como si algo me apretara desde adentro. Hay algo en el aire, una llamada sutil, pero urgente. Siento un impulso inmenso de correr hacia el bosque, de encontrar algo, o a alguien. Sé que no estoy sola. Me observan, aunque cuando me asomo a la ventana no veo nada, solo la luna en esta noche estrellada.

El bosque nos espera.

La cita está pactada junto al viejo ginkgo. Él y yo somos los últimos de nuestra especie. Antes de que nos encuentren, sellaremos el juramento que hemos heredado. No hay tiempo para dudar: si no actuamos ahora ya no habrá oportunidad para la humanidad.

Desde la sombra de los árboles, una figura me observa. El bosque será testigo de nuestra entrega. Mi sangre, su amuleto y las runas serán el pacto. Sólo una de ellas, disfrazada de piedra, será el hilo que guiará a la Elegida hasta nosotros. Puedo sentir las presencias acercándose. Haré el conjuro, no puedo perder más tiempo y cuando todo termine, nos separaremos para cumplir nuestras tareas. ¿Quién diría una bruja y un licántropo trabajando juntos?

—Ha llegado el momento en que la humanidad despierte. Deberán sanar lo que han destruido —dijo la hechicera.

El lobo ascendiendo, con sus ojos brillando con intensidad se acercaba a ella.

—Antes de separarnos, quiero decirte que lo vi. La sombra nos sigue, a mí no me quiere; soy un instrumento solamente. Ten cuidado, bruja. Yo me encargaré de que no sigan tu rastro. Despistaré a los demás, pero la sombra es astuta-

La bruja mantuvo su mirada, enigmática, y avanzando con firmeza le contesto:

—Si el destino nos unió, Lobo, que se cumpla la profecía. Nosotros debemos ser el puente; la Elegida luchar contra la sombra -

Los mundos han cambiado. Para pesar de todas las criaturas que lo habitan. Ahora la Tierra es solo un cúmulo de basura, desolada, sin vida. La gente vive como zombis, parecen que están en un trance, como si estuvieran atrapados en una niebla que los consumen.

Vivimos en ciudades subterráneas porque la superficie está llena de peligros. Nos entrenamos para sobrevivir y proteger a los nuestros. Mi abuelo, un guardián sabio y respetado, me preparó desde pequeño para cumplir una misión: encontrar a la Elegida y asegurar su protección. Ella es nuestra única esperanza, aunque nadie sabe cómo es, ni quien es.

Décadas han pasado desde que comenzó la búsqueda, y aún no hay rastro de ella. Sin embargo, cada noche, un susurro en mis sueños me recuerda que debo seguir esperando. Hoy, por fin, cruzaré el muro. Los ancianos más sabios lo han ordenado. Guardianes, crucen los muros y cumplan con su propósito. La espero porque ella es la última esperanza.

Nos hemos separado, y yo camino solo ahora, siguiendo un sendero que parece guiado por susurros lejanos, voces antiguas que resuenan en las montañas llevadas por el viento.

Desde mi camino, veo la entrada de una cueva. Decidí entrar, pero un sonido me hace detenerme en seco. No es un animal, sino un eco, una voz que murmura, con una claridad que hiela mis huesos: "Es tarde, Guardián. La sombra ya la ha encontrado.

Mis padres eran almas opuestas y, al mismo tiempo, perfectas una para la otra. Mi madre tiraba el tarot, a ella acudía todo el mundo buscando respuestas. Mi padre, un científico, solía observarla con una mezcla de amor y fascinación. Como símbolo de su unión, él le creó una joya especial, un anillo. No era un anillo cualquiera. Había logrado que el metal cambiara de color solo al latir del corazón de la persona indicada. El objeto tenía una misión que se revelaría más adelante en el tiempo.

El día en que fui a verlo al hospital, mi padre, después del accidente, me entregó el anillo y me susurró sus últimas palabras: "Esta reliquia sella tu destino. Fue creado con el amor de tu madre y mío, y lleva en sí ingredientes de los elementos de este mundo. Cuando llegue el momento, te dirá lo que debes hacer."

Pasaron varios días desde el entierro de mí padre, me siento en una nebulosa, triste y perdida, con un dolor que me aprieta el alma. ¿Qué será de mí sin ellos? En la noche acostada en la cama, escucho susurros a mi alrededor. Son tantas voces que no puedo distinguir a quienes pertenecen ni de dónde vienen. Hay un sueño que se repite en las noches.

Cuando despierto me queda claro solo una cosa. Encontrar a quien me llevará a destino. No sé quién será, ni como es su cara o lo que sea. Debo volver al laboratorio, recoger el manual y buscar refugio. Mí anillo ha empezado a cambiar. Y en un susurro me dijo: "sígueme, a lo que te ordene, obedece".

¿Estaré perdiendo la razón? Sigo las instrucciones de un objeto que mi padre me dejó. Pero, a fin de cuentas, ¿Quién soy yo para cuestionar la voluntad de una reliquia forjada con amor y magia?




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