Salvando a la humanidad

Capitulo 2 La torre

Miro el camino sinuoso que queda por recorrer. No puedo permitirme el lujo de ser descubierta.Si no paso desapercibida, no podré cumplir mi propósito. Grabo en mi memoria los colores del amanecer, En el laboratorio de mis padres encuentro un antiguo mapa, escondido en una inmensa biblioteca, debo seguir las pistas que ellos me dejaron. Primero iré a la torre, ellos no me ven, puedo observarlos sin ser vista, me dan lástima los humanos, no sé qué les ha pasado, han perdido la esperanza, el planeta muere, quedaron pocos, algunos se fueron hace un tiempo, no volvieron.

Tengo que ayudarlos, pero primero debo sellar la torre, nadie debe saber que vivo aquí.Al sellar la torre me queme la mano, es raro no sangra. Seguramente me quedará una cicatriz. Buscaré algún ungüento para apaciguar el dolor. Se acorta el tiempo.

Busco mí mochila y guardo lo que necesito para el viaje. Vendo mí cicatriz que parece que se regenera rápido. Será mí mezcla de sangre, esa que puso mí padre una vez que estuve enferma.

Al amanecer, cuando subo la cima de la montaña, el cielo se enciende en un hermoso despliegue de colores. Tonos dorados y rosados ​​llenan el horizonte, trayendo destellos de esperanza, aunque solo sea para estas personas que parecen muertas en vida. Ellos no pueden apreciarlos, no reaccionan a ningún estimulo.

Desde aquí, siento una paz extraña, aunque pasajera. La brisa toca mi cara. Es momento de continuar.Sé que alguien me sigue; mi anillo está frío, pero mis sentidos están en alerta. Esa sensación de ser observada es inconfundible. Grabo en mi memoria los colores del amanecer consciente de que a donde voy no hay la luz; es un privilegio raro.

Sigo avanzando y, al llegar a la cumbre, el viento sopla con furia, desatando remolinos de polvo a mi alrededor. Frente a mí, distingo la figura de un hombre de pie, esperándome. Me acerco con cautela y, al observarlo de cerca, reconozco su porte: es un guardián. Las escrituras y mis ancestros me hablaron de este momento. No estaré sola en este viaje.

—Soy Kendra —le digo.

Él asiente con una mirada serena y responde:

—Soy Eren, tu compañero, tu protector. No falta mucho para que la sombra llegue. Debemos encontrar el portal cuanto antes.

Mi corazón late con fuerza, no solo por la altura, sino también por el miedo. ¿Tendré el valor para enfrentar a la sombra? Espero que sí. Eren me observa y, como si leyera mis pensamientos, me insta a seguir adelante. Busquemos la manera de entrar. Espero tener la fuerza necesaria para enfrentar a la sombra.

—Más rápido —me dice el guardián—. Si nos alcanza, el mundo será consumido.

El portal está cerca y veo la construcción de piedra tallada, con runas antiguas. Invoco el conjuro y la puerta se abre. Justo en ese momento, el espectro me toma del cabello. Rápidamente, la espada del guardián lo atraviesa y la sombra retrocede.

—Está aquí.

Recito el conjuro y, lentamente, las piedras comienzan a moverse, revelando una entrada oscura y profunda. Pero en ese mismo instante, la sombra helada se abalanza sobre mí, agarrándome del cabello y tirandome hacia atrás. Es el espectro. Su toque es frío como la muerte.

Grito y Eren reacciona al instante. Su espada atraviesa la negrura, y el espectro suelta su agarre, retrocediendo con un aullido de ira. Eren me toma de la mano y ambos cruzamos el portal, justo antes de que el espectro se rehaga y vuelva a la carga.

Logramos cruzar;todavía hay esperanza para la humanidad. Al pasar nos encontramos con un lago, sus aguas eran espejos donde pudimos mirarnos. Me encomendé a la diosa del agua y le pedí que me mostrará el camino. Todo está oscuro y apagado. Tenemos que buscar más objetos para encontrar la llama.

Para ayudar a los humanos, la joven bruja conjunto con su guardián, deberán enfrentar a los demonios y enseñar a los seres humanos el poder de resurgir, abandonar las fuerzas oscuras que alimentan su desesperación, caos y falta de energía.

Acompañada de su guardián, la elegida tendrá que cambiar el destino de los humanos, que solo se destruyeron. Codicia, adicciones, envidia y maldad se tendrán que revertir o el destino será desaparecer para siempre.

En el mundo de la magia, existía un objeto legendario: una llave capaz de abrir puertas hacia dimensiones desconocidas. Era la llave de los mundos ocultos, y su poder era tan grande que pocos sabían de su existencia. Se decía que la llave había sido forjada por los dioses mismos y que solo aquellos con un corazón puro y una intención noble podían encontrarla.

Esta llave podía guiar a la bruja y a su guardián hasta la puerta del templo de la energía divina. Solo allí, al cruzar por el portal sagrado, podría encontrar la salvación para la humanidad.

Kendra y Eren llegaron finalmente al palacio y colocaron la llave en la cerradura de la gran puerta. Sin embargo, el palacio exigía algo más. La puerta no se abriría sin el sacrificio de algo sagrado: la sangre de la Elegida.

Kendra sintió un pulso en su anillo, una voz que le susurraba desde el fondo de su mente. Sin vacilar, retiró el anillo de su dedo y, con un pequeño pinchazo, permitió que una gota de su sangre cayera en la ranura de la puerta. La sangre, mezcla de varias especies mágicas, fue absorbida inmediatamente. Con un profundo estruendo, las puertas se abrieron.

El palacio se iluminó con los colores del arcoíris, la joven con su guardián buscó la espada que enfrentaría a la sombra. Debajo de la espada, había un mensaje. "Sigue a la 💫 estrella, ella nunca te abandonará". Y así sucedió, ambos vieron el techo del palacio abrirse y mostrar un conjunto de estrellas, pero solo una era la que sobresalía, esa guiaría al guardián y a la bruja hasta la zona de batalla.




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