Salvando a la humanidad

Capitulo 4 Destino

Sonó el despertador, y Merlina se levantó de un salto. Llegaba tarde a la escuela, y su madre le gritaba desde la planta baja.

—¡Vamos, Mer, qué llegas atrasada!

Merlina bajó las escaleras corriendo. Ese día debía presentar su proyecto para la feria de ciencias. Al llegar a la cocina, saludó a su familia como todas las mañanas, apurada por irse.

—¡Hola! - les dijo a todos, llevándose a la boca una tostada con manteca y dulce de leche.

Su padre la miró y negó con la cabeza, ya acostumbrado a las ocurrencias de su hija. Era su cumpleaños, un día muy especial, esperado por los todos, 14 años. Edad clave para soñar con un mejor mundo.

—¡Feliz cumpleaños, hija! Acá tenes tu regalo. —dijo su madre con una sonrisa.

Justo en ese momento, llegó su madrina, trayendo otro presente. La madre estaba preparando una torta con forma de libro, cuidadosamente decorada para la ocasión

Merlina les agradeció y les dijo: a la tarde abro los regalos. Me voy, llego tarde a la escuela.

Ella sufría de bullying, era una adolescente muy inteligente, seria y responsable con sus tareas. Los demás la veían rara y nerd. Llevaba lentes y su pelo castaño parecía un enjambre. Porque será que cuando uno es distinto, el resto se burla, habrá que ver que hay en sus corazones.

La profesora de ciencias se presentó y dio la clase. Informando que la escuela tenía un nuevo director. El señor Tazio.

Al entregar el trabajo práctico se chocó con un compañero. Algo más pálido y con un aura oscura. Merlina lo miro y creyó recordarlo de algún lugar, pero no se acordaba de donde, solo sentía una sensación que le tocaba el corazón. Un chico con aspecto taciturno, mirada penetrante y muy alto. Lo siguió mirando hasta que la docente la llamo.

La profesora le encargó llevar los trabajos prácticos a la oficina de dirección. Al recogerlo para ir, su compañera le dijo, Merlina, sabes cómo le dicen al director.

—No sé —dijo ella—. Decime.

—Lo llaman el ermitaño —refirió su amiga

Intrigada, Merlina fue hasta la preceptoría. Al llegar, vio al nuevo director saliendo de su oficina con un perro enorme y de aspecto salvaje, casi como un lobo. Algo en el hombre y su misteriosa mascota la hizo pensar en los cuentos que su padre le contaba de niña, las historias de la bruja Kendra y sus hazañas. ¿Serían ciertos?

Al regresar a casa esa tarde, su familia le preparó una pequeña celebración.

Merlina abrió sus regalos: un anillo de plata de sus padres y unas botas altas de su madrina, que parecían hechas especialmente para ella. Emocionada, llamo a su mejor amiga por videollamada para mostrárselos.

Después de la fiesta, sus padres se quedaron solos, observándola a la distancia. Sabían que algo estaba por cambiar.

—Falta poco —dijo su padre en voz baja—. La nueva profecía está a punto de cumplirse. El mundo tendrá otra sanadora.

Su madre asintiendo, mirando a Merlina con amor, le contesto: Lo que comenzó hace décadas está resurgiendo hoy.

Una bruja, un anillo, unas botas y un ángel caído. Todos los elementos están aquí, esperando a que ella los descubra.

Aquella noche, mientras dormía, Merlina tuvo un sueño extraño. Estaba en un bosque oscuro, y frente a ella se alzaba una antigua torre de piedra, envuelta en niebla. En la cima de la torre había una figura, un ángel de alas negras que la observaba en silencio, como si la estuviera esperando.

—¿Quién eres? —preguntó Merlina.

La figura la miró, y ella sintió que conocía su respuesta. —No es necesario decirlo, pero me llamo Rylan.

Al despertar, Merlina entendió su destino. Sabía que tenía un propósito, algo que iría más allá de la feria de ciencias o de su vida cotidiana.

Había heredado la fuerza de Kendra, la bruja que salvó a la humanidad años atrás. Ella, Merlina, estaba destinada a ser la nueva guardiana, la sanadora que mantendría el equilibrio entre la luz y la oscuridad.

La joven aceptó su destino con valentía. Comprendió que debía enfrentarse a la Sombra, la misma que había regresado, y que su misión sería proteger a los desprotegidos. También sabía que no estaria sola, un ángel seria su compañero en estas nuevas hazañas.

Y así, Merlina se adentró en su camino, sabiendo que, aunque su viaje apenas comenzaba, su fuerza y ​​valentía ya eran la chispa de un nuevo amanecer.

Fin.

Moraleja:

La verdadera sanación no se obtiene sin sacrificio, ni el cambio sin renuncia. Solo aquellos que aprenden a ver en sus propios errores y en las sombras encuentran la luz que puede llevarlos a un nuevo comienzo.

El ser humano tiene el poder de reinventarse, elige el camino de la luz, busca tu razón de ser en el corazón. El mundo necesita más amor. A pesar de la adversidad, siempre hay una oportunidad para el renacimiento y la reconstrucción. No estamos solos en este mundo.

Queridos lectores:

Quiero darles las gracias por tomarse el tiempo de leer esta historia. Seguramente nos veremos pronto en un próximo escrito. Agradezco la cálida bienvenida a la plataforma. Si les gustó mi historia, les pido que me den un corazón.




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