Salvando tu Navidad

5. Preparativos

Quedaba una semana para Navidad, por lo que debía apresurarse en recabar la información necesaria sobre todas las personas que rodeaban a la remitente.

Miguel era un chico carismático, lleno de sueños y trabajador. Quería a Raquel con locura, y aunque Klaus pudo darse cuenta a primera vista, lo confirmó cuando se metió en su cabeza.

Rebuscó en lo más profundo de sus recuerdos, topándose con una buena enseñanza donde le inculcaron valores éticos y morales conforme crecía rodeado de un ambiente seguro y cálido, lleno de comprensión y gentileza. Su primer amor, y el único antes que Raquel, que le había roto el corazón y le había producido un miedo inmenso hacía el abandono, pero todos esos sentimientos se fueron evaporando desde la tarde en la que su destino y el de la chica quedaron entrelazando, curándose mutuamente y ofreciéndose un futuro lleno de esperanza. 

Llevaban dos años juntos, una relación algo complicada debido a traumas pasados, pero con suficiente voluntad para seguir intentándolo,  sabiendo que aunque el proceso era difícil,  el resultado merecía la pena.

La familia de él era agradable y aceptaba a Raquel como una más. Querían que se sintiera cómoda y con ellos se esforzaban en incluirla en todos los planes que hacían juntos, y las navidades no iban a ser menos.

Miguel planeaba invitarla a cenar en noche buena aquella tarde, mientras ayudaba a poner los adornos navideños en el salón de ella. Era la primera vez que veía brillo en sus ojos ante la festividad y no quería que se opacaran por nada del mundo. La chica que había conocido en el pasado, tan alegre y siempre sonriente, empezaba a asomar incluso en esas fechas. 

"Raquel merece ser feliz" se repetía el chico desde que supo la vida que la había tocado experimentar desde tan pequeña.

Un padre alcohólico y amargado que la había descuidado y nunca le había dado un cariño palpable ni alas en cualquier sueño que tuviera. Reprochando cada metedura de pata y siendo lo suficientemente estricto para volverla callada y ausente de la realidad.  Cusando Raquel fue mayor de edad, se mudó al centro, buscando un camino que creía perdido y luchando con todas sus fuerzas por recobrar la esperanza que la habían arrebatado. Y cuando conoció a Miguel supo que las segundas oportunidades existían.

 

Klaus contempló a la pareja, que mientras bebían chocolate caliente y pegaban espumillón a lo largo de un mueble viejo, reían y se divertían.

 

—¿Eres capaz de verlo? 

—¿El qué? —preguntó Raquel observando al chico que sonreía.

—El brillo que desprendes, capaz de iluminar una ciudad entera. No quiero que tú luz se apague nunca.

A la chica se le cristalizaron los ojos mientras pegaba su boca a la de él en un tierno beso.

Klaus contempló la imagen conmovido. Realmente había posibilidad de salvar a los dos mundos. Y ellos eran la clave.

Un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando el chico se fue de la casa sin invitarla a cenar. 

"No voy a presionarla" pensó mientras metía las manos en los bolsillos de su abrigo.

Santa surcó los cielos, atemorizado. Necesitaba pensar de forma objetiva y no ponerse en lo peor. 

Él no podía intervenir en las elecciones mortales, fueran cual fueran las causas. Aunque eso implicara la destrucción del mundo tal y como lo conocían. 

¿Entonces? No podía poner un pensamiento en la cabeza, pero podría presentarse de forma mortal y avivar la llama casi extinta para que Raquel disfrutará de su primera Navidad de verdad.

Ese era su único sueño y Klaus debía cumplirlo. 

Le quedaba solo una semana por delante, por lo cual debía darse prisa. Volvió  a pisar tierra firme y se puso manos a la obra.

 

 

 

 

 



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En el texto hay: cartas navideñas

Editado: 23.12.2023

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