-¿Siempre tan salvaje querido?- Le pregunte con ironía al chico que estaba revolcándose en la silla donde lo había amarrado.
Me clavo una mirada llena de odio con esos ojos verdes que debía admitir me encantaban. Y de hecho era lo único que me gustaba de él.
Odiaba todo de Daniel, desde el olor que emanaba a cigarro hasta el hecho de que fuera tan cobarde, tenía una fachada de tipo duro, sin embargo cuando el verdadero peligro se asomaba salía huyendo literalmente, aunque esta vez no podría.
-¿Qué es lo que quieres de mi?- Pregunto con un ligero temblor en las manos- ¿Dinero? Te doy todo el maldito dinero que quieras si me sueltas.
Solté una risa al oír aquello, me senté en el mueble de su casa disfrutando de aquello.
-El dinero es algo que me sobra.
-¿Entonces qué es lo que quieres?- Grito alterado.
-Matarte- Respondí mientras sacaba la pistola que tenia escondida.
-No serias capaz- Daniel apenas podía hablar-anda suéltame y olvidemos que esto alguna vez paso.
-Solo hay un problema-Me levante, me acerque y le susurre al oído mientras le apuntaba en la cabeza con la pistola- yo nunca olvido a quien jure destruir.
Lo mire directamente a los ojos, su mirada se lleno de comprensión y luego de miedo.
- ¿Li…lilith?
Solo asentí mientras le sonreía, sabía lo que vendría después.
-Por favor Lilith no lo hagas-Me rogo- Hare lo que me pidas, te ayudare a encontrarlos, pero por favor no me mates.
-Ya los encontré-Le dije quitándole el seguro a la pistola-Solo me falta matar a una persona y créeme puedo hacerlo sola.
Era cierto, casi siempre llevaba a cabo un asesinato en solitario, exceptuando los días en que se me hacía imposible quedar a solas con la persona, entonces me ayudaba Fatima.
Matar me hacía sentir poderosa, aunque en realidad no lo hacía muy seguido, había jurado destruir a 10 personas y que mejor manera que matándolas. Algunas veces los torturaba, otras solo los mataba de una manera rápida, pero siempre me encargaba de que en sus últimos minutos recordaran quien era yo.
David me lanzo una mirada suplicante, me daba un poco de lastima con él, nunca le hablo a ninguno de sus conocidos sobre mí, todo era escondidos, me invito a su casa el único día que no habría nadie en ella.
-Buena suerte en el infierno- dije antes de apretar el gatillo.
El estruendo del disparo se escucho en toda la casa. La sangre salió a borbotones de su cabeza salpicándome el vestido, murió casi instantáneamente, lo desamarre y salí dejando el cadáver solo alguien cuando sus familiares regresaran en la noche estarían muy escandalizados y tratarían de encontrar al culpable, pero sería imposible, Fatima era experta en borrar las pruebas que me culpaban y adema tenía la ventaja de que todos pensaban que yo, Lilith, estaba muerta.
Me metí en mi auto y fui directo a la casa de Sarah, al llegar ella me pregunto:
-¿Cómo fue?
-Demasiado fácil- le respondí quitándome los guantes de terciopelo y dándoselos-Estaré en mi habitación descansando, tengo un viaje muy largo por delante.
Sarah y Carlos nos acogieron a Fatima y a mí cuando quedamos solas, nos enseñaron todo lo que sabíamos y me ayudaron con mi venganza.
Al llegar a mi habitación lo primero que hice fue quitarme el vestido, me di una larga ducha para relajarme. Me vestí y al terminar saque una hoja que guardaba en i mesa de noche en la que aparecían 10 fotos, 8 de ellas tachadas con una x, agarre el rotulador rojo y tache la foto de David, solo faltaba un chico, vivía en Estados Unidos justo el lugar donde se encontraba lo que tanto había buscado durante estos años.