Samuel El Hijo De Un Ceo

3. ¿El Padre De Samuel?

 

El Ceo Steven y Sabella se encontraban cara a cara en el café y Sabella apartó su mirada para mirar a su hijo sentado en otra mesa, saboreando unos pasteles. Martha se encontraba con él y lo atendía tratándolo de "señorito". 

Sabella apretó sus puños y dirigió la mirada hasta Steven Romano, mientras una camarera le puso una taza de café y un trozo de pastel. 

 

— Señor Romano, es imposible que usted sea el padre de mi hijo. — Habló Sabella con tono serio. — Yo me sometí a una inseminación… — Intentó explicar, pero Steven levantó su mano para callarla y sonrió llevándose después la mano a la barbilla. 

 

— Se lo que digo. — Dijo Steven y miró al niño. — Samuel pertenece a la familia Romano, aunque le cueste creerlo también es mi hijo. 

Sabella golpeó la mesa y Steven cogió la cucharita para comer de su pastel. 

 

— Me sometí a una inseminación artificial, es imposible que lo sea. — Se mantuvo Sabella, de lo contrario tendría que preguntarse qué fue lo que hicieron con ella en esa clínica. — Así que deje de creer que es hijo suyo. 

Ella se puso en las manos de una clínica de fertilidad para poder ser madre soltera, ¿cómo podía ahora venir su antiguo jefe a decirle que su hijo era también de él?

 

— Sé que es lamentable todo esto, señorita Sabella Leone, pero nosotros tenemos en común un hijo. — Respondió Steven como si nada y se llevó la cuchara a su boca, disfrutando del pastel. — Pronto mis abogados se estarán poniendo en contacto con usted para que compartamos la custodia de Sam. 

Sabella se levantó al tiempo que agarró su taza de café y se la arrojó a Steven a la cara, por suerte para ella el café estaba templado, de haber sido de otro modo estaría en un buen lío. 

 

— No permitiré que se acerque a nosotros. — Gruñó Sabella soltando la taza y Steven dejó la cuchara, aceptando el pañuelo de tela que le ofreció uno de sus guardaespaldas. 

 

— Menos mal que le pedí a la camarera que pusiera el café templado. — Comentó Oliver, el guardaespaldas. 

Steven se secó el rostro con el pañuelo y se dirigió a Oliver. 

 

— Servir el café templado es de mala educación, aunque haya sido una buena idea. ¿Pero qué habría pasado si la madre de mi hijo hubiera bebido? — Habló Steven y al mirar a Sabella de pie frente a él, le llamó la atención sus puños apretados. 

 

— Señor, es por su protección. — Se excusó Oliver. — Las mujeres con las que anda son impulsivas. — El guardaespaldas vio entonces como el pequeño señorito Sam se acercó a su madre y se agarró a su mano. Sabella reaccionó a ello y miró a su hijo. 

 

— ¿Mamá está triste? — Se preocupó Samuel por ella y Sabella le mostró una cálida sonrisa para calmar el corazón de su pequeño. 

 

— Mamá se encuentra bien. — Suavizó Sabella su voz, acariciando el cabello de su hijo. — Así que no te preocupes, ¿vale? — Lo que el señor Romano le estaba diciendo era una completa locura y Sabella lo miró sin dejar de sostener la manita de su hijo. 

 

— Hola Sam. — Saludó entonces Steven al niño y Samuel se quedó mirándolo. — Soy tu padre. 

Los inocentes ojos de Sam se abrieron aún más de la sorpresa y tiró de la mano de su mamá. 

 

— ¿Es mi papá? — Preguntó ansioso. Era la primera vez que tendría un papá, sería como los demás niños de su guardería. — Mamá… — La llamó tirando todavía de su mano. 

Steven se levantó para ponerse a la misma altura que Sabella, bueno… Él era más alto que ella, le sacaba varios centímetros. 

 

— He estado mucho tiempo lejos de ustedes, pero ahora estoy aquí y no me iré. — Prometió Steven, como si ellos tres fueran una verdadera familia. 

Sam sonrió contento y Steven frotó el cabello esponjoso de su hijo. 

 

— ¡Mi papá! — Celebró Sam feliz, sonriendo de una manera que Sabella nunca antes había visto. 

¿Acaso no lo había hecho bien y su hijo tenía la necesidad de tener un padre? Había sido egoísta al tener y criar un hijo sola…

 

— Sabella… — La llamó Martha, sintiéndose culpable por haber sido quien le habló al Ceo Steven de ella. 

 

 

En la cama, Sabella suspiró mirando el libro que sostenía en sus manos, cuando tiraron de su camisón y reaccionó prestando atención a su hijo que abrazaba su osito de peluche. 

 

— Deberías estar dormido ya. — Le habló Sabella que dejó en la cama el libro y arropó a su pequeño. Sam no podía dejar de sonreír contento por tener un papá. 

 

— Tengo papá. — Dijo Sam y Sabella se quedó mirándolo. ¿Cómo iba a poder quitarle esa idea de la cabeza? ese maldito Ceo le había dicho que era su padre, pero… eso no podía ser verdad. 

 

— Es hora de dormir, no de hablar de ese señor. — Le respondió finalmente Sabella, queriendo que no siguiera hablando de él. 

Sam se abrazó más fuerte a su peluche sin poder ocultar lo feliz que era y Sabella se echó a su lado, colocando su mano en el pecho de su hijo y dando pequeñas palmadas para que se durmiera. 

 

— Papá me ha dicho que lo veré mañana. — Habló Sam que no cerraba sus ojos y miraba a su mamá. — ¿No estás contenta, mamá? 

 

— Si tú estás feliz yo también. — Mintió Sabella, en verdad le preocupaba lo poderosa que era la familia Romano y solo quería que ese hombre desapareciera.  

 

— Yo estoy muy feliz. — Sabella sonrió a su hijo y lo escuchó hablar contento. — ¡Tengo una mamá y un papá! 

Después de decir eso, Samuel cerró sus ojitos y no tardó en caer dormido abrazando a su osito de peluche. Mientras que Sabella se quedó dando vueltas en la cama pensando en el Ceo Steven Romano. 

¿Que podía hacer ella contra la palabra de ese hombre? Suspiró, levantando su brazo hasta cubrir sus ojos con él. 

 

— Que salga pronto el sol. — Exclamó y se descubrió los ojos al sentir un movimiento en su cama, encontrándose de pronto atrapada entre Steven y el colchón. — ¿Cómo… ? — Balbuceó, su corazón empezó a temblar dentro de su pecho cuando Steven apretó sus piernas con las suyas y se inclinó hacia ella. 



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En el texto hay: familia, romance, millonario

Editado: 27.05.2022

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