Samuel El Hijo De Un Ceo

5. Misma Sonrisa De Padre E Hijo.

 

Dentro de la mansión, las cortinas estaban echadas y la luz apenas entraba, dándole a la residencia un aspecto sombrío. 

Sabella siguió a la secretaria del Ceo hasta una estancia donde lo único que había era una puerta blanca y de doble hoja. Sabella se preguntó qué habría al otro lado de esa puerta. 

 

— Espera aquí un momento, avisaré al señor Steven de que usted se encuentra aquí. — Habló Martha y Sabella que la miró, asintió. 

 

— Está bien. — Respondió Sabella, y al ver a Martha caminar hacia la puerta, paseó la mirada por la estancia vacía hasta que sus ojos se detuvieron en unas puertas de cristal con marcos de madera. 

Al contrario de las ventanas que Sabella había visto hasta llegar allí, esas puertas sí se encontraban abiertas, dejando entrar la brisa de la mañana. 

Sabella se acercó hasta una de las puertas, parándose debajo del umbral para disfrutar de la agradable brisa y de las vistas de los extensos jardines de la mansión.  

 

— Perdona la espera. — La voz masculina de Steven a su espalda la hizo reaccionar y darse la vuelta. Steven vestía casual y en su rostro había una sonrisa alegre. 

 

— No se preocupe. — Respondió Sabella y apretó el asa de su bolso. — Lo que tenemos que hablar nos puede llevar tiempo, así que empecemos ya, ¿qué es lo que pretende diciendo que mi hijo es suyo? — A medida que hablaba, Sabella se sintió molesta por sus propias palabras.

Steven caminó hasta pararse debajo del umbral junto a ella, notando también la brisa de la mañana. 

 

— He estado toda la noche trabajando en mi taller, ni siquiera me había dado cuenta de que ya había amanecido. — Dijo Steven, respirando profundamente antes de mirarla. — Sabella, no pretendo quitarte a nuestro hijo. 

 

— Habla de nuestro hijo, pero usted no se da cuenta de que eso es imposible y en el caso de ser cierto, no tendría ningún derecho. — Habló Sabella con franqueza y se acercó a él. — Me sometí a una inseminación artificial, no hay ningún padre, ¿lo entiende? 

 

— Lo entiendo pero, señorita Sabella Leone, eso no significa que no sea el padre. — Respondió Steven, que extendió su mano y apartó del rostro de Sabella unos cabellos sueltos. — En cuanto supe de ti me las apañé para ser tu donante. 

El corazón de Sabella se aceleró, queriendo salirse de su pecho y nerviosa golpeó la mano de Steven. 

 

 

En el salón de la mansión, Sabella se sentó en un sofá y miró a Steven que hizo lo mismo en otro. 

Martha se acercó, dejando en la mesa unas tazas con café y un plato con pastas. 

 

— Si no me necesita más, me retiraré hasta la compañía. — Se dirigió Martha al Ceo.

 

— Puedes irte. La señorita Sabella y yo tenemos mucho de qué hablar. — Asintió Steven, sacudiendo su mano para que se marchara y los dejara solos. 

Martha asintió y sin mirar a su amiga, se retiró del salón. 

 

— ¿Exactamente de qué tenemos que hablar? Samuel es mi hijo. No me importa quien sea su padre. — Rugió Sabella una vez solos, aunque claro que le importaba, ¿por qué le había ocurrido esto justo a ella? No podía creer la mala suerte que tenía. 

 

— También es hijo mío y me gustaría pedirle un favor. — Pronunció Steven, cogiendo una de las pastas y dándole un bocado. 

 

— ¿Un… favor? — Repitió Sabella, aferrándose a su falda con sus manos, temerosa por lo que le pudiera pedir.

Steven se comía tranquilamente la pasta y sonrió antes de hablar. 

 

— Quiero que usted y nuestro hijo vengáis a vivir aquí conmigo. — Pidió Steven, sin quitar la sonrisa de su cara.

 

— Lo lamento, pero no. — Fue tajante Sabella y se levantó agarrando su bolso. — Si no tiene intención de darme una explicación por lo que ha hecho, mejor me retiro ahora. 

Sabella caminó hacia la puerta del salón, pero se detuvo cuando su mano fue agarrada por Steven que la siguió. 

 

— Está bien. — Accedió Steven y bajó la mirada hasta el suelo. — Le daré una explicación. 

Sabella soltó entonces su mano y señaló hacia los sofás.  

 

 

— ¿Qué le pasó por la cabeza para querer ser mi donante? — Preguntó Sabella, sin apartar los ojos de Steven cuando los dos volvieron a ocupar los mismos asientos que antes. Quería una respuesta y la quería ahora. — Por favor, cuéntame la verdad, solo así podremos llegar a un buen entendimiento por el bien de Samuel. 

Steven se mordió el labio inferior, después se agarró sus manos y suspiró relajándose. 

 

— La cuestión del caso es que… — Steven apretó más fuerte sus manos agarradas. 

 

— ¿Qué? — Preguntó Sabella y Steven lo gritó. 

 

— ¡Mi padre quería que renunciara a la empresa que a mi madre tanto le costó levantar! — Contó Steven sin poder mirar a Sabella a la cara. — Por eso, cuando me enteré de que se haría una inseminación artificial, me aproveché de usted. 

Sabella intentó entender lo que quería decir. 

 

— ¿Qué quiere decir con eso? — Le preguntó Sabella. Steven se rascó la cabeza y la levantó para tener un ángulo de visión frente a frente con ella. 

 

— No quería renunciar, menos entregar a mis primas lo que construyó mi madre, así que decidí tener un hijo. — Confesó Steven, juntando sus manos y pidiendo perdón. — ¡Lo siento! Quería un heredero para la familia Romano, solo para que me dejaran en paz. 

 

— ¿Va en serio? — Habló Sabella incrédula. — Solo por eso se ha metido en mi deseo de ser madre. 

 

— Las cosas no han cambiado, eres madre ¿no? Además, no voy a quitarte a nuestro hijo, lo único que quiero es que vengáis a vivir aquí conmigo. — Expresó Steven que se levantó del sofá. — Por favor Sabella, podrías concederme esta petición. 

 



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En el texto hay: familia, romance, millonario

Editado: 27.05.2022

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