En fin, por más que intenté, no terminé recordando nada que pudiese dar alguna pista de lo que había ocurrido, procuraba dar con los hechos e incluso hasta razones del porqué había sucedido, pues todo se podía justificar, no obstante, si nadie lograba hacerlo, ¿qué pasaría? Pero la culpa, la bendita culpa que sentía en ese momento, quizás de no haberme sentido culpable por lo que ocurrió, pero sí de estar implicado, quizás la de haber encontrado a alguien muerto aquella mañana. Mi mente repetía sólo una y otra vez que eso debía quedarse en secreto, el intentar ser sincero ya había quedado más que descartado, y ya estaba decidido, nadie podía enterarse de lo ocurrido, aunque fingir constantemente podía resultar demasiado agotador. En aquel punto no tenía ni la más mínima idea de qué hacer o qué pensar, hasta que a la casa llegó alguien más, un hombre que lucía un aspecto sereno, vestía un traje oscuro y bien portado, tal parecía que tenía un cargo alto, pues los agentes lo trataban con mucho respeto, y a pesar de que yo estaba bastante consternado por todo lo que ocurrió, intenté levantar la mirada y la detuve ante sus penetrantes pupilas, al hacerlo, mi mente sólo se preguntó ¿quién será?