San Bernanrdo, Un Misterio DetrÁs De Los Amigos

RECUERDOS

—Por fin sabemos el nombre del presunto suicida —comentó en modo sarcástico. — ¿Hasta qué punto son fiables sus recuerdos de lo que sucedió? —Añadió —Han sido algo confusos, apenas si me acuerdo de cómo empezó todo… Llegamos, compartimos, descansamos, cada uno se presentó con nombre, edad. Y dijo a qué se dedica. Hicimos un círculo y fue ahí donde cada uno se organizó. —¿Cuál fue su turno y cuál el de Guillermo? —Como yo había sido el encargado del paseo y era el administrador del grupo, empecé de primero y así sucesivamente, uno tras otro, de las doce personas que estábamos aquí y la verdad, es que ni siquiera sé a ciencia cierta cómo logramos entablar rápidamente una amena amistad entre todos si éramos bastante gente. — ¿No dice usted que ya era amigo de algunos antes de venir? —Sí, pero hablo en general, igual, cómo le dije, sólo sé que Guillermo salió hacia una hamaca y se quedó un momento ahí, era alto y de buen rostro, alguien bastante llamativo, sobra decir era uno de los participantes más atractivos. —No todos los crímenes se dan en las aglomeraciones urbanas —dijo mientas yo asentía. —Y dígame usted, ¿qué clase de delito investiga aquí? —Pregunté. —Pues un asesinato —respondió mientras sus ojos permanecían fijamente en mí —No sé si hubo un asesinato, hasta ahora sólo hay hipótesis, usted investiga un crimen que aún no se ha ejecutado; descifrar un asesinato justo antes de cometerse es absurdo —sostuve alardeando. —A menos que usted y yo podamos ejecutarlo. — ¿Usted y yo? —volteé la mirada y me reí. De pronto un silencio incómodo permeó todo el lugar. — ¿Qué cree que ha pasado? —Pregunté. —Aún no lo sé, pero lo averiguaré. Justo en ese momento se puso de pie bruscamente y fue hasta donde el chico que en medio de gritos dijo saber lo que había sucedido, con mano dura lo zarandeó, como queriéndolo hacer reaccionar, y en un tono de voz alta le decía: “¡Despabile! ¡Despabile!” Tal parecía no tener resultado, en medio de aquel momento fallido me levanté y fui a entablar nuevamente una conversación con él. —Sé lo que va a decirle: “Aquí lo mataron” — Godoy me ignoró así que a ello añadí— ¿A qué hora vendrán a levantar el cadáver? —Vamos a encontrar a la persona que hizo esto.




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