San Bernanrdo, Un Misterio DetrÁs De Los Amigos

ACECHO

Después de haber dado un gran suspiro, fui hacia mi cama con el fin de recostarme unos minutos, finalmente caí en un sueño profundo no sin antes haber visto a un hombre de negro entrar a mi habitación. Dormido, pude sentir cómo en esos instantes el hombre aquel revisaba toda la casa, aceleraba su paso y todo parecía indicar que quería encontrar algo o quizás esconderlo. ¿Por qué me acechaba? ¿Por qué seguía aquella incertidumbre? ¿Qué sucedía realmente? ¿Quién era esa persona? Y si es que realmente existía, ¿Por qué me causaba tanto miedo? — ¿En serio crees que ha dejado de existir? — Me cuestioné. —No por Dios, ¿o sí? Mi cabeza estuvo dando vueltas por un largo rato, sin embargo, quería creer que con el paso de los días, con toda seguridad lo iba a olvidar. Semanas después, y un poco más calmado, quise hacer una limpieza profunda, por lo que me dispuse a hacer un aseo general, pues hacía rato que no percibía ese aroma a frescura, me encontraba haciendo mis quehaceres cuando pude notar algunas manchas de sangre que se empezaban asomar sobre el piso. — ¡No, no Dios mío! —Grité. El resto de aquel día no fue nada tranquilo, llamada a la policía, papeleos. — ¿Qué ocurrió aquí? —No lo sé, sólo sé que aparecieron esas manchas ahí, justo en el piso, manchas de sangre —respondí. — ¿Usted de nuevo? —Sí, al parecer se trata del mismo caso que ocurrió en la finca de San Bernardo, aquel primer asesinato. —Lo decía mientras Frank asentía con su cabeza. Eso había hecho que nos preguntáramos sobre el homicida y finalmente dedujéramos que se ocultaba lo más cerca posible. En ese momento, un policía se encontraba en la puerta de la casa, no hacía más que vigilar y brindar adecuadamente su servicio, hasta que de repente pidió entrar y, posterior a verificar su identificación, se dispuso a revisar el interior, en ese momento pudo notar la salpicadura de sangre, el piso manchado y los muebles rasgados. —Esto siempre ha sido lo más duro de ser policía —expresó de manera desalentadora. Mientras continuaba ejecutando su trabajo, se percató de que algo había estado sucediendo, ¿quién era el que había estaba ocasionando esos ataques? ¿Por qué sólo se enfocaba en ejercer una violencia sin fin y sin justificación? Momentos atrás yo ya había venido señalando que experimentaba vivencias supernaturales que en términos literales, le habrían helado la sangre a cualquiera sino hubiesen estado disfrazados de un blando optimismo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.