Saori Kido la actual Atena de este siglo, últimamente se ha encontrado algo pensativa, o más bien preocupada por sus protectores, principalmente sus caballeros dorados.
Pues últimamente ha notado que ellos se han distanciado bastante.
No sabe con certeza si siempre fue así, pero ahora que está en su puesto, puede darse cuenta de que realmente son infelices.
Más no sabe cómo ayudarlos.
Ya ha intentado de todo.
Pidiéndole al patriarca Shion, que los mande en misiones juntos, pero a veces eso termina mal con riñas o discusiones.
Convivencias entre ellos como reuniones, pero siempre terminan en pequeños grupos, como si ignoraran a los demás.
Entiende que algunos son timidez, por algunas razones personales, y no se puede meter en esos temas.
Bueno ella no, pero si otros.
Sin duda ver a los jóvenes de bronce, le trajo algo de confort, sobre todo porque hace unos días le hablo de este tema a Seiya.
Y nuestro pequeño Pegaso, tiene una idea para ayudarla.
-Saori- La llamo tan alegre como siempre.
-Seiya- Saludo como si solo se tratará de él, sin darse cuenta de la presencia de los otros tres.
-Buenas tardes- El caballero de dragón educado y reservado.
-Hola- Shun tranquilo y sonriente.
Y Hyoga bueno, él se mantiene algo al margen, solo saludando con un ademan.
-Venimos por el asunto que hablamos la otra vez- Sin dejar esa sonrisa curiosa, que esta ocultando alguna idea, guiñando un ojo de manera cómplice.
La peli morada sonrió bastante emocionada -¡¡¡¿ENSERIO?!!!- Sus ojos brillaron como si de las mismas estrellas se tratasen.
-Sí, ya formulamos un plan- Andrómeda hablo entusiasmado.
-Espero que esto no haga enojar a mi maestro- El rubio hablo algo preocupado.
-No se molestará, bueno… No mucho- Shiryu cruzado de brazos, sonrió pues se imaginaba que el maestro del Ruso no es alguien que disfrute las bromas y este plan, puede salirse de control.
La joven no cabía de su emoción –Por favor díganme que es lo que se les ocurrió- No podía esperar por una explicación del plan.
-Pues vera…- Seiya decidió hablar y así comunicar su maravillosa idea.
---Al día siguiente---
Atena mando a llamar a todos los dorados a la sala patriarcal, incluyendo el mismo peliverde que no entendía, que ocurría.
La joven al notar que todos están presentes y con la típica reverencia que hacen sus caballeros al verla.
Además les parecía muy curioso que los jóvenes de bronce estuvieran allí, tan tranquilos algunos y otros con una sonrisa cómplice.
-Buenos días, mis leales caballeros- Saludo tan tranquila, mirándolos a cada uno, sus cosmos se notan algo tensos, así que no puede perder más tiempo –Se preguntaran ¿Por qué los he mandado llamar?- Sonrió, necesitaba continuar, pero a veces se siente nerviosa –La razón es la siguiente, he notado que no se llevan muy bien entre ustedes- Hablo sin más, algo seria.
Los dorados se miraron entre sí, estarían dispuesto a negar o decir algo, pero mentir ante la misma Diosa no está permitido, bueno no ahora, que gracias a ella están de nuevo con vida, y juraron lealtad, para esta vez sí cumplir.
-Bien, sé que se estarán preguntando ¿Cómo me he dado cuenta? Reconozco la tensión en sus cosmos, me duele verlos así… Si puedo hacer algo lo hare sin falta-
-Señorita Atena- Al patriarca hablo sereno, tratando de ayudar de alguna forma a los jóvenes dorados –Le puedo asegurar que…- Callo de inmediato, pues entiende que está a punto de mentir.
-Shion- Sonrió con una gran templanza –Puedo sentir que aun con esa tensión, sus corazones anhelan mucho más- Ahora sí que está intuyendo demasiado o tal vez sea ese poder de Diosa que le ayuda a saber hasta los secretos.
Varios por no decir la mayoría se sonrojaron, pero por alguna razón se mantienen callados, pues no saben que decir y entiende que ella está acertando.
-Sera rápido- Sonrió encantada de ser la que pudiera mandar en el santuario –Gracias a los jóvenes de bronce, que me dieron una maravillosa idea para ayudarlos-
Ahora esto podía ponerse peor, los nervios se notaron y algunas miradas fulminantes se dirigieron a los de bronce, pero aun necesitaban calmarse antes de causar un lio.
-Como saben… Se acerca el día de San Valentín, bueno… Es tradición en varios países y aunque sé que aquí no es muy común, me gustaría retomarlo con una pequeña nueva tradición si me lo permiten- Parecía una niña emocionada ante los ojos de los espectadores y con los cuatro de bronces a su lado.
-¿Qué se le ocurrió Diosa Atena?- Ya preguntando por miedo que por otra cosa.
-Pues algo muy fácil, Seiya y los demás, pasaran delante de ustedes con una cajita en la que tendrán los nombres de sus compañeros incluso el patriarca- Dio la señal para que los cuatro jóvenes comenzaran.
-¿Incluso yo?- No se dio cuenta de su decoro al hablar, por la sorpresa.
-Sí, necesito que todos ustedes entren, también Kanon que ha estado últimamente aquí y lo voy incluir- La sonrisa algo maliciosa esta vez, creo que se está disfrutando hacerlo.
-¿Qué?- Se levantó sin previo aviso ignorando la reverencia –Pero yo solo vengo de paseo, es más si quiere ya me voy…-
-Eso te pasa por estar molestándome todo el tiempo copia- El mayor de los gemelos hablo molestó.
El patriarca tuvo que llamar la atención de ambos antes de que se volviera una guerra campal.
-Bueno, al tomar un papelito por caballero, tendrán el nombre de algún compañero, obviamente no dirán quien les toco, abrirán dicho objeto en su templo, porque a partir de ahora hasta el día catorce, tendrán que escribir una carta, la cual depositaran en una cajita que se encontrara en la sala, y se van a indicar por las siguientes instrucciones que daré.
Y fue así como los dorados vieron su vida pasar, por que con esta idea de su Diosa, no tendrán escapatoria.
Aunque negaran lo que sienten, aquí sin duda se va a revelar.