Sanando Heridas

Capítulo 12

Me desperté en una camilla de hospital, con un parche sobre la frente y un brazo enyesado. A mi alrededor se encontraba la madre Kim junto a un tipo alto y trejo, el doctor supuse. Ambos con expresiones preocupadas en sus rostros.

—¿Qué me pasó? –fue lo primero que salió de mi boca al tocarme el brazo.

—Sufriste una caída. Te desmayaste y al caer tu frente chocó contra el borde de la repisa y tu peso cayó sobre tu brazo derecho.

—¿Tan fuerte fue para que se me haya fracturado?

—Hay algo más detrás de ello—el doctor me miró con pena.

—Max logramos localizar a tu madre y ella está por venir. El doctor no puede adelantarte nada aún. Eres menor de edad y es necesario que ella esté presente—llevaba mucho tiempo cuidándome a mí mismo, eres mi propio adulto responsable. Suspiré cansinamente; ni siquiera quería ver la expresión enojada de mi madre.

—¿Por qué no puede decírmelo a mí? Estoy pronto a cumplir los 18, no veo cual sea la diferencia. Dígame que pastillas debo tomar y que instrucciones debo seguir. Mi madre debe estar ocupada en el trabajo.

—Chico, no solo es la fractura en tu brazo o el golpe en tu frente. Hay algo que tu madre necesita saber y necesita ser tratado con urgencia. Es algo delicado.

—¿Delicado? –lo miré confundido—. Muchas personas se fracturan, no veo que es lo especial. Yo…

—Hijo, no te apresures. Solo espera un poco, ella está en camino—volví a suspirar, empecé a acariciar mi brazo y en eso caí en la cuenta que no llevaba mi polera. Miré hacia abajo para encontrarme envuelto en una casaca con cierre de color verde. Fruncí el ceño.

—¿Qué pasó con mi polera?

—Tuvimos que cortarla para poder revisarte. La tuvimos que…—en eso mi madre apareció.

—Max, Max. ¿Dónde estás?

—¿Mamá? –ella entró en el pequeño espacio donde me encontraba tendido, miró directo a mi brazo.

—¿Se puede saber qué te pasó?

—Mamá, estaba…

—Señora, soy el doctor Becerra—saludó el doctor—. Su hijo es mi paciente.

—¿Qué le pasó?

—Sufrió una caída, se golpeó la frente y se fracturó el brazo. Afortunadamente todo está bajo control, hemos curado su herida y enyesamos su brazo. Después de 2 meses aproximadamente se la quitaremos.

—Bien. No se preocupe, compraremos las medicinas y todo lo necesario para que esté bien cuidado en casa. Ahora, si eso es todo, ya nos vamos. Max, avanza—ella empezó a dirigirse a la salida.

—Señora, eso no es todo. Hay algo más.

—¿Hay más? –suspiró cansinamente. Ni siquiera había devuelto el saludo del doctor—. Pero si solo ha sido una fractura y un golpe, es joven, va a sanar rápido—se notaba su prisa.

—No se trata de la fractura o el golpe…

—¿De qué se trata entonces?

—Señora Esperanza—el doctor se dirigió a la madre de Kim—. Gracias por estar aquí. Si me permite debo hablar esto con mi paciente y su madre. Mi madre no siquiera reparó en los padres de Kim. No le importó.

—De acuerdo. Cualquier cosa, por favor, no dude en avisarme. Max los chicos y yo estaremos afuera esperándote—le di un leve asentimiento un tanto preocupado por las lágrimas que fluían de sus ojos.

—Agradecería si empieza a hablar. He tenido que salir de mi turno por esto y debo volver.

—Señora…

—Miranda.

—Señora Miranda, Max necesita ayuda. Con urgencia. Cuando ha ingresado a este hospital ya tenía la polera cortada, así que se la sacamos por completo. Para poder pasarlo a la camilla tuvimos que levantarlo y es bastante obvio que Max es un chico alto, pero está muy delgado; el chico ni pesa.

—¿Y qué tiene eso de malo? Max era un chico obeso, muy obeso. Así que decidió ponerse en forma, ha bajado de peso y ahora se ve mucho mejor.

—Está bien que haya bajado de peso, señora. Lo que preocupa es que al parecer su peso está muy por debajo de lo que debería estar para un chico de su edad y tamaño.

—Yo lo veo bien—insistió mi madre.

—Señora, por favor. Se le marcan las costillas. No sé si usted es consciente de lo grave que es esta situación. Su hijo está extremadamente delgado y si no fuera porque ha ocurrido este accidente, talvez nunca sabríamos lo que pasaba. Sus amigos me contaron que Max viste ropas flojas, es por ello que no lo notaban en demasía. Hijo necesitas ayuda—se dirigió a mí. Yo negué violentamente con la cabeza.

—Señora, ¿sabe si Max se alimenta adecuadamente? ¿En qué consiste su alimentación? ¿Toma un buen desayuno? ¿Haces deporte? –me preguntó.

—Sí, todos los días.

—¿Qué desayunas?

—A veces leche con galletas integrales, a veces una barra de cereal—el doctor lucía apenado.

—Hijo, eso no es un desayuno. Estás en todo el desarrollo, una barra de cereal no es nada en tu cuerpo. Debes de comer mejor. Consume huevos, pan, avena, cereales andinos, jugos naturales.




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