Sanando Heridas

Capítulo 22 (Parte I)

Me levanté temprano con el olor de los huevos revueltos. Después de un baño me dirigí a la cocina donde encontré a mi madre sirviendo dos tazas de avena, el pan estaba en la mesa y los platos con huevo revuelto también. No me quería hacer ilusiones, no tenía la certeza de cuanto duraría el cambio de mi madre; desde hace días estaba esperando que tirase la toalla, pero aún no lo hacía. Decidí comportarme de manera cautelosa.

—Buenos días—saludé.

—Buenos días, cielo. He preparado huevos revueltos, uno de tus desayunos favoritos—me sorprendió que lo haya recordado.

—Gracias, pero tiene mucha grasa. Yo no como huevos revueltos hace mucho.

—Max, no seas así. Apenas usé unas gotas de aceite. Por favor, cariño.

—Está bien.

—Bien, sentémonos—aparté la silla frente a ella y me senté. En silencio. Era triste no tener un tema de conversación con tu propia madre. Hasta con un extraño hablas. La diferencia entre un extraño y mi madre era muy obvia y no me encontraba listo para entrar en confianza.

—Estás por terminar el colegio. Tus profesores me han dado muy buenas opiniones sobre tu rendimiento académico. Excelente en casi todo, menos en química. Nunca te ha gustado.

—¿Has ido a mi colegio? –eso sí que me tomó por sorpresa.

—Sí, quería saber cómo andabas.

—¿En serio? ¿Y has esperado que esté a un paso de morirme y que al fin acabo la secundaria para preocuparte por mí?

—Max, sé que no he sido la mejor madre.

—¿Alguna vez fuiste mi madre? André fue mi madre—al parecer no me había levantado muy comunicativo que digamos.

—Lo sé, lo reconozco y no sabes cuánto me arrepiento de todo lo que he hecho; contigo, con tu hermano, incluso con tu padre. Pero no voy a hablar de los errores de tu padre, eso es algo que, si algún día tu padre está dispuesto, podremos discutir.

>>Lo que sí haré es aceptar mis errores e intentar remediarlos. Soy humana y peco, cada día. He sido egoísta, dura, indiferente, agresiva y muchas cosas más. Me enfoqué en el trabajo para superar lo de tu padre y luego vino lo de tu hermano. Solo pensé en mí, me dejé influenciar por otras personas, perdí el rumbo. Y lo siento; talvez te canses de escucharlo, pero es lo único que sale de mi boca cuando te veo. Es tan difícil saber que eres culpable de la situación de tu hijo, sentirte culpable y preguntarte que será de la vida de tu otro hijo, tener miedo de perderte a ti también. Pero no voy a rendirme Max, eres mi hijo y te amo, con todo mi ser. Ahora es difícil que me creas, que aceptas que hay algo bueno de mí; pero, mi niño soy tu madre y aunque no he estado ahí como era debido, planeo ir demostrándote y demostrándome a mí misma que podemos superar esto, que podemos volver a encaminarnos. No voy a rendirme Max. He estado dormida por mucho tiempo, eso terminó. Y…hace un par de semanas contraté a alguien.

—¿A alguien?

—Yo…voy a buscar a tu hermano—dejé caer el tenedor con el que estaba comiendo los huevos para mirarla directamente a los ojos.

—Tú… ¿estás segura? No mostraste emociones cuando André se fue. Yo…pensé que no te importaba.

—Mi niño, si tú supieras. Lloré tanto por tu hermano; él se llevó un pedazo de mi corazón. Pero lo oculté, oculté mi dolor, mi resentimiento, mi enojo.

—Ahora sé porque soy tan bueno ocultando lo que siento—ella sonrió suavemente con los ojos llenos de lágrimas.

—Siempre fui así, no me gustaba expresar mis sentimientos a menudo. Los guardaba con recelo. Cuando André se fue lloré, tanto. Pero después decidí que si lo que yo le di no había sido suficiente para retenerlo en casa pues bien podría buscarse la vida y aprender a sortear los obstáculos que se encontrara. Estaba segura que volvería con el rabo entre las piernas. No lo hizo y mi rabia hacia un hijo que consideraba malagradecido, creció. Decidí olvidarme de tu hermano y empezar a vivir, pero en el proceso también me olvidé de ti. Estaba tan ciega que no comprendía que mis hijos estaban pasando situaciones difíciles; tan ciega que no comprendía que André no se iba por falta de dinero o comodidades, se fue por falta de comprensión, de amor, de cariño, de respeto. Me desligué de ti porque me dije que harías lo mismo que tu hermano, huir. Así que me rebelé. Sueno como una mocosa de 15 años, pero fue así—miró su reloj—. Es tarde, debemos ir al doctor—no quería ir, no quería terminar con la primera conversación larga y real que teníamos en años—. Apenas tocaste los huevos Max.




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