Sang dans le roses noires.

Capitulo Uno

"Con espinas danzantes e inquietas la rosa no dejo de que la despertarse, pues si está lo hacía sería igual de ordinaria como las otras... no deseaba ser de las rosas a las cuales arrancan y no cuidan, ella deseaba ser de aquellas rosas que nacían y eran cuidadas para jamás perderlas. Por lo que siguió en su reposo, después de todo... la primavera aún no terminaba"

Marsella, Francia 1725

La tinta seguía mostrando las letras que eran escritas por una persona en aquella habitación con  varios estantes de libros alrededor, la luz de la luna creciente mostraba de manera esplendida a través de los cristales de esta, dando algo de descanso al ser que se encontraba en ella.

Los ojos celestes de este dirigieron la vista hacia la luz de aquel astro que se presentaba, ya había pasado mucho concentrado en aquel papeleo que no había tenido en cuenta la llegada del manto de Nix hacia el mundo. Por lo cual se levantó del escritorio en el que estaba, caminando hacia la ventana y abrirla, sintiendo la brisa que lleno de aire su sistema, era extraño respirar solo por pura vanidad o familiaridad.

El estar así le traía hermosas sensaciones, el viento en su cara era lo que disfrutaba, sus ojos veía la exaltación del mar a través de sus olas, los mínimos sonidos que se daban en el lugar pues ya pasaba más de media noche. 

Este había pasado todo el día arreglando varios papeles que hablaban de los negocios que comenzarían en Francia.

Un reino de Humanos.

Claro que después del escándalo en Inglaterra la corona Vampírica perdió algo de su poder sobre los humanos, más estos aún seguían ejerciendo poder, pues estos eran los encargados de darles tierras que sirvieran para dar alimento a la población humana a sus gobernantes a la vez que los vampiros se alimentaban de estos, claro que esa parte era algo rigurosa pues no cualquiera llegaba a saber la historia de estos seres entre los humanos, principalmente por que  estos se alimentaban de sus bastaard, quienes eran hijos de vampiros mestizos con humanos. 

Él estaba encargado de la región de Marsella y pronto tendría que ir a Versalles a dar su informe al rey de cómo se daba el abastecimiento al pueblo, pues en varias regiones se habían encontrado manifestaciones sobre como la corona se aprovecha de ello y la nobleza era la clase más privilegiada. 

En su mente no le sorprendía, pues era lo mismo que habían en hecho en la corona británica, esta tenia dominado al pueblo más por tener una extensa población vampírica estos no tenían tantos problemas, pues avanzaban de manera firme más que otros imperios o reinos por la manipulación de la corona humana. Además debía fijar bien sus pasos ahora pues pronto terminaría el otoño y deseaba irse antes de que las cosas fueran algo extrañas y misteriosas en Francia.

La mente de aquel sujeto volaba entre recuerdos todo había cambiado hace mucho tiempo, desde su familia hasta el mismo y con ello la responsabilidad tan grande que llevaba en sus hombros. 

—Papá... ¿Te quedaste dormido? —Preguntó una bella voz que trajo al mundo real al señor en la ventana, la cual había entrado a su despacho mostrando su cabeza. 

—Deberías estar dormida... —Contestó el hombre caminado hacia la joven dándole un pequeño beso en la frente— ¿Qué sucede Atenea?

—Pensé que te quedaste dormido como la semana anterior. Venia llevar otro libro, quiero leer otro.

—Pues mira que no lo ha pasado lo mismo —Sonrió este para la joven.

—Me encanto... mamá lo leía para mí cuando podía. 

—Me alegra que lo volvieras a leer... pero en fin —Dijo este intentando cambiar el tema—. Te parece si mejor lo buscas mañana, estaba por ir a la alcoba y sería bueno que descanses para las actividades de mañana.  En la mañana vienes por el libro que quieras.

—Sí, mañana será un día ajetreado.

Ambos subieron las escaleras que llevaba a la planta de las recamaras. En el trayecto ambos estaban contando sobre su día y como les fue en las actividades. Al llegar ambos se despidieron con un beso en la mejilla retirándose cada cual a su habitación.

—Descansa Atenea. 

—Buenas noches padre. 

Estando en su recamara soltó un suspiro, estaba en verdad agotado mentalmente, además debía recuperar fuerzas para no parecer un muerto en vida. Debía calmar y controlar la sed que tenía en su interior y amansar su instinto animal.

— ¿Tu hija debe bajar para que tu decidas subir y tratar de controlar todo lo que te perturba? 

—Es una joven terca, algo insensata a veces pero aun así es muy noble.

—Tiene algo tuyo después de todo —Dijo la mujer que estaba parada a lado de un mueble del lugar —Te tengo un regalo. 

—Sabía que mi sentido no me engañaba —exclamó cuando la joven destapo el sillón que  estaba a lado suyo, mostrando a una joven que estaba en el—. ¿Está muerta?

—No... Solo use zichtbaar.

—Bien...

Este se acercó hacia la joven la cual estaba con los ojos perdidos en su mente, por su vestimenta se podía notar que era una joven de campo, lamentaba en verdad tener que hacer aquello, más era eso o que enloqueciera por la abstinencia a la sangre. 

Se arrodillo frente a la joven, tomo su robusto brazo  entre sus manos, podía sentir la sangre corriendo por aquella parte del cuerpo ya llevaba dos semanas sin una gota de sangre en su boca, alimentándose como su hermana e hija lo hacían, él podía hacerlo por su parte bastaard, más su ser interior necesitaba sangre, él era un vampiro a final de cuentas... uno que hace poco fue convertido. 

—Te pido disculpas por esto... gracias por tu esencia.

Una mordida.

Una perforación magnifica.

Sus colmillos entrando en la piel de la joven, la cual disfrutaba de aquel atraco a su elixir vida. 

La sangre corrió por su garganta la cual  avivo las llamas de su sed, en verdad aquel elixir era una droga para los suyos. Una que solo los humanos les podían ofrecer. En verdad era deliciosa, exquisita para cualquiera, podía sentir las emociones de la joven que estaba en aquel mueble, entre ellas sentía todas las que paso por su vida. 




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