Sangre ajena. Embarazada del rey

Capítulo 60. El despertar

Capítulo 60. El despertar

La muchacha se había quedado dormida en los brazos del rey Ridan. Parecía que había soñado algo, pero no lo recordaba.
El despertar fue lento y tranquilo. María abrió los ojos y vio sobre sí el techo familiar, del que colgaba una lámpara de cristal con una pantalla un poco agrietada, porque, cuando la enroscaba, se le había caído al suelo, pero, gracias a los dioses, no se rompió.
El corazón de la joven se detuvo un instante; la habitación conocida le parecía ajena, vacía e incluso algo fuera de lugar. María se incorporó despacio, sintiendo un dolor leve en la coronilla. Se llevó la mano a aquel punto y notó un gran chichón: evidentemente, al caer en la habitación, se había golpeado contra la esquina de la cama. Todo estaba igual que lo había dejado aquella tarde en la que había sido transportada a otro mundo.

—¡Dios mío, qué ha pasado? ¿Acaso he vuelto a casa? —empezó a pensar con ansiedad, mirando a su alrededor con el corazón desbocado. Se levantó y notó que todo estaba tal cual, como antes, cada cosa en su lugar. En el espejo se reflejaba débilmente la luz de su lámpara de noche sobre la mesilla. ¿De veras había regresado en el mismo instante en que perdió el conocimiento? ¿Acaso todo lo que le sucedió en el otro mundo había sido solo un sueño? ¿El rey Ridan… era un sueño?

La joven se llevó las manos a las mejillas, sintiendo cómo ardían de nervios, mientras las lágrimas le llenaban los ojos. ¿Por qué? ¿Por qué no se alegraba de encontrarse de nuevo aquí, en el ambiente que le era tan familiar? Estaba en casa, allí donde tanto había anhelado volver, donde quería huir, aunque no supiera cómo. ¿Y el rey? ¿Qué había sido de él? ¿De verdad había quedado allí, en aquella cueva junto al lago subterráneo? ¿Y si aparecían monstruos, o los Señores de las Sombras enviaban a sus soldados y lo capturaban para matarlo sin piedad? ¡Él ya no tenía magia, estaba completamente agotado!

Estos pensamientos caóticos revoloteaban en la cabeza de María. Qué extraño… ¿acaso quería volver allí, al rey, a la cueva, cuando tanto había deseado regresar a casa?

Sí, todo a su alrededor era lo de siempre, tan conocido… incluso el reloj marcaba la misma hora tardía que recordaba tan bien, pero… todo era diferente. Porque, al acercarse al espejo, se vio a sí misma. La mancha oscura, como siempre, seguía en su mejilla, y era exactamente como se recordaba, pero… ¡su vientre era mucho más grande! Ya se notaba claramente su embarazo. Pasó la mano sobre el abdomen y, de pronto… sintió un ligero golpe desde dentro.

Fue tan inesperado que retiró la mano asustada, al sentir un movimiento en su interior, y aquello le provocó una inmensa alegría. ¡Dios mío, su hijo se estaba moviendo dentro de ella, estaba allí, y estaba creciendo! Fue tan maravilloso, tan extraño, tan increíble, que María se dejó caer en la silla junto a la mesa. Con cuidado volvió a posar ambas manos sobre su vientre y acarició. Sentía las suaves pataditas bajo sus palmas, y se llenó de un profundo asombro y reverencia por aquel milagro. Dentro de ella crecía una nueva vida, y era un hijo, su hijo, y también el hijo del rey Ridan. Lo sabía con certeza.

Y comprendió que con una fuerza aguda, casi dolorosa, deseaba regresar a él, a aquel hombre que le había regalado una noche intensa y apasionada en aquella cueva en penumbras, que, aunque cruel e insoportable a veces, al fin y al cabo había actuado con un cierto sentido de justicia, que había intentado protegerla como podía. Claro, la había defendido de un modo torpe, a veces humillante, a veces insultante, pero aun así, había sido un acto de protección.

Pero ¿cómo regresar allí? María no lo sabía. Suspiró, volvió a mirarse en el espejo y pensó en el rey Ridan, que no solo le había dado la esperanza de que la trataba con ternura, sino también un hijo y un amor que ardía en su corazón con una fuerza descomunal.

Muy a menudo pasa así en la vida: deseas algo con todas tus fuerzas, luchas por conseguirlo, haces todo lo posible, pones el alma entera, pero, cuando al fin lo alcanzas, entiendes que no era eso lo que realmente querías, sino algo distinto, más cercano, más importante. Ahora María ya no quería estar en casa. Ahora quería volver a aquel mundo terrible, que la había recibido a ella y a su hijo con pruebas duras, con obstáculos, sufrimientos y dolor, pero que ya era su mundo, un mundo en el que ella se sentía parte inseparable. ¿Y todo por qué? Porque allí estaba el rey Ridan, de quien era prometida. Allí estaba su amado rey. Aunque tal vez su amor no fuera correspondido, era verdadero, necesario para ella. Sí, ya no era esclava, sino la prometida del rey.

Pero ¿cómo regresar allí? Esa era la pregunta a la que María aún no tenía respuesta.

FIN DEL PRIMER LIBRO

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*Queridos lectores, el primer libro está completo y finalizado. El segundo libro: "Sangre ajena. La prometida del rey".
Ya está disponible en mi página, y cada día publico un nuevo capítulo.
Pueden comenzar a leerla.
¡Gracias por el interés en mi libro! ❤️

Con cariño,
Arissa Bond



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En el texto hay: fantasia, embarazada, rey cruel

Editado: 01.10.2025

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