Meses Antes.
Ciudad de México (México).
Miércoles.
04:35 A.M.
Casa Rubs.
KAIDA.
+Sonando "Poker Face" de fondo y el sonido del flash de la cámara+
—Muaaa. —Nuevamente el flash—. Me encanta. —Otro flash—. Gracias, Dios, por hacerme tan deseable. —Flash y más flash.
Thiago aparece en el marco de la puerta.
—Por Dios, Kaida, apenas serán las cinco. Baja la música. —Se mueve hacia mi estéreo para apagarlo.
—Nenenenene, es mi cuarto, mis reglas. —Me atravieso en su camino—. Shu, shu, shu. —Trato de empujarlo.
—Es mi casa, mis reglas. —Lo desconecta.
—Papá y mamá siguen muy vivos como para que ya sea tuya. —Lo vuelvo a conectar—. Además, estás hasta la otra ala de la casa. No vengas a molestarme, ¿quieres? —Bufó, le subo el volumen y vuelvo a tomarme fotos.
—Dios. —Lo apaga—. Estoy muy lejos y aún así se escucha. Siempre tengo que soportar tu escándalo en las madrugadas. —Se queja.
—¿Y? Yo soporto el tuyo y el de tu “novia” en las noches, así que estamos a mano. —Me acerco y lo enciendo de nuevo.
—¿Qué necesidad tienes de poner música en la madrugada mientras te arreglas para ir al colegio? —Bufo—. ¿No se supone que deberías estar media dormida y luchando con tu alma para levantarte? —Se acomoda los lentes.
—Claro, eso sucede cuando no puedo hacerme el cabello a tiempo, pero hoy sí. Mira, ¿a qué me quedó perfecto? —Me doy vuelta y le enseño mis rulos.
—Por amor a Cristo, Kaida, sí, te quedó magnífico, pero solo baja un poco el volumen, ¿sí? Aún me quedan 30 minutos para dormir antes de dejarte en la escuela e irme a la oficina.
—Bien, trataré, pero no prometo nada. —Le sonrío.
—Ok, me basta con eso. —Pasa la mano por su cara irritado y camina hacia la puerta.
—Antes de que te vayas, hermanito de mi corazón, —me acerco dando brinquitos— ¿me tomas una foto, please? —Lo miro con ojos de perrito.
—¿Te has tomado fotos así? —Mira mi top y mi short corto.
—Soy toda una celebridad, es obvio que debo verme bonita siempre. Anda, solo unas cuántas fotos. —Acomodo mi cabello de lado y poso.
—Sí, bien. Si quieres fotos, ponte una blusa que te cubra más que solo las tetas, Kaida. —Me regaña.
—Ush. —Tomo una blusa ajustada que me llega hasta el ombligo—. Ya me cubre más. —Sonrío.
—Sí, claro, cuánta diferencia. —Se queja y me toma las fotos—. Ya, mis 30 minutos se fueron al diablo. ¿De quién habrá sido la culpa?
—Idk, pero eres más lindo después de tomarme las fotos. —Le tiro un beso.
—Dame paciencia, Dios, porque si me das tiempo, la encierro en un psiquiátrico. —Sale de mi cuarto y cierra la puerta.
—Seré mucho ambiente para los internos de todos modos. —Me río y publico las fotos que más me gustaron en Instagram.
--------------------------------------------------------
Ciudad de México (México).
Deportivo de Thiago Rubs.
En camino al colegio.
Miércoles.
06:05 A. M.
— ¿Qué comeremos hoy? — Le pregunto a Thiago.
— Sinceramente no sé si hoy podremos comer juntos. — Me mira de reojo.
— No, me da igual, cancelas lo que sea que tengas y comes conmigo. — Me quito las gafas negras para que vea que hablo en serio.
— Kaida, todos los días comemos juntos, que no lo hagamos un día no se acabará el mundo. — Coloca el brazo sobre la puerta mientras conduce con una sola mano.
— Me da igual. — Le repito — Siempre comemos juntos, lo sabes, así que no me salgas con esas tonterías. — Me coloco otra vez las gafas.
— Tengo una comida con Valery, Kaida, no puedo dejarla plantada. — Acelera.
— Sí puedes porque yo no pienso comer sola. Primero, nuestros papás se fueron hace 4 meses a un crucero por Europa y solo llaman para ver cómo va la empresa. — Bufó — De tal palo, tal astilla, ¿no? — Gruño — Más te vale que no me dejes plantada, Thiago, o se me va a olvidar que somos hermanos y no te hablaré más.
— Sabes que cuando quieras puedes invitar a tus amigas a comer, para que no te sientas tan sola, Kaida. — El motor del deportivo ruge.
— Quiero tener una agradable comida familiar, solo tú y yo, ¿tan difícil te es entender eso?
— Ya tienes 18 años, no puedes comportarte como una niña caprichosa. No voy a consentirte en esto, ya lo dije, no podré comer contigo y debes aceptarlo. — Pone su voz imponente para hacerme entrar en razón.
— Bien, si la prefieres a ella antes que a mí, te va a pesar. — Si él es terco, yo lo soy más.
— Kaida, no quiero discutir, ya te lo dije, no es no y debes aceptarlo. — Aprieta el volante.
Me cruzo de brazos:
— No me importa lo que digas, Thiago. — Volteo la cara, me repito una y otra vez que no debo llorar.
— ¡No voy a comer hoy contigo, maldición! — Me alza la voz y eso es lo último que debe hacer.
— Para el auto. — Demandó.
— Joder, no, esta vez vas a acatar lo que te ordené, soy tu hermano mayor, te guste o no.
— No, ya no más, eres un traidor. — Volteo a verlo — Para el auto.
— Te estás comportando como una cría, ¿sabes?
— Para el auto, Thiago. — Ordeno.
— No voy a parar nada. — Gruñe.
— Bien, como quieras. — Abro la puerta del auto.
— ¡Maldita sea, Kaida! — Para el auto y me ruge — Eres una malcriada.
Me quito el cinturón y tomo mis cosas.
— Antes para ti era tu sol, ahora ya no, ¿qué más da? Disculpa por alejarlo de su trabajo, joven Rubs. — Salgo del auto y azoté la puerta al bajar.
— ¡Kaida, súbete al auto! — Me grita y suena el claxon.
Camino sin voltear a verlo. Si es una mierda conmigo, yo también puedo serlo, él, la única persona que no me había dejado de lado y sola.
Lo hizo, se atrevió a hacerlo, soy tan tonta al confiar que él era diferente y me quería de verdad. Al diablo con todos, ellos se están perdiendo de alguien maravillosa como yo, no yo de ellos, maldita sea, no quería llorar, son todos unos ignorantes, sí, eso son.