Actualidad.
Ciudad de México (México).
En medio de la nada.
Domingo.
3:28 A. M.
ALEJANDRO.
—Chicos, me duele todo, y mi outfit no está a la altura de la situación —Se queja Kaida como si estuviera en una pasarela y no abandonada en el monte.
—Concuerdo con Kaida —Dice mi novia, cruzándose de brazos como diva de telenovela.
—Me están picando los mosquitos, y además ya me dio mucho frío —Kaida sigue con su lista de quejas, que al parecer es más larga que mi paciencia.
—Luces genial, Kaida —Dice Noah con tono de “te lo digo por compromiso”—, pero tal vez un vestido corto no fue la mejor opción para… ya sabes, estar ABANDONADOS EN EL MONTE.
—Ah, claro, mil disculpas por no haber considerado que Vittorio y Akira nos iban a dejar tirados como si fuéramos bolsas de basura —Lo fulmina con la mirada.
—No quiero señalar a nadie —Dice Kalel con tono de abogado en juicio—, pero esto es culpa de Alejandro.
—¡Dijo que iba a vomitar! —Me defiendo indignado—. ¿Cómo iba a saber que era puro teatro?
—Dejen en paz a mi novio —Me defiende mi novia, abrazándome como si fuera un cachorrito indefenso—. Él solo actuó con buen corazón.
—Sí, ¿y qué tan bien nos salió eso?—Gruñe Noah, señalando el bosque tenebroso y nuestra evidente falta de transporte.
—¡Basta! —Los calla Odessa—. Si vamos a repartir culpas, entonces también nos toca por haberlo amarrado.
—Bueno, ya —Kaida se levanta del pasto con una dignidad que no merece, sacudiéndose como si hubiera caído en pétalos de rosa y no en tierra y mugre—. Hace frío, y mi dignidad está sufriendo.
—Toma mi suéter y ya deja de quejarte, que me estresas —Le dice mi hermano, arrojándole la prenda con mucha delicadeza.
—¿Qué hacemos? —Pregunto, preocupado por la posibilidad de ser devorados por coyotes… o peor, por la vergüenza.
—¿Por qué o qué? —Noah me mira con sospecha.
—Es que… —Reviso la hora en mi celular y trago saliva—. Son las 3:30 A. M.
—¿Y? —Odessa me mira con cara de “¿y qué quieres que haga, que te cante o qué?”.
—¡¿Cómo dices que dijiste?! —Kaida me mira horrorizada como si acabara de decir que el café se toma sin azúcar.
—¿Qué significa eso? —Pregunta mi novia, con cero preocupación y cien por ciento burla en la mirada.
—No… esto no puede estar pasando —Noah empieza a caminar en círculos como gallina en corral.
—¿Alguien me va a explicar o voy a tener que fingir que entiendo? —Mi novia levanta una ceja.
—Es la hora del diablo —Responde Noah, con más dramatismo que un actor de telenovela.
—¡Justo cuando estoy en mi mejor momento, me va a llevar el duende! —Se lamenta Kaida, avanzando hacia la acera como si estuviera huyendo de un apocalipsis zombi… y se tropieza.
Odessa y mi novia se ríen mientras mi hermano la ayuda a levantarse, con la paciencia de un santo.
—Kaida tiene razón, mientras más cerca del bosque, más probable es que nos lleve —Afirma mi hermano, cargándola como si fuera una princesa en apuros.
—No me digan que creen en esas cosas —Kalel nos mira con incredulidad.
—Que tú no creas, está bien —le digo—, Pero hay personas que sí creen, y más vale prevenir que… ser poseídos.
—Por amor a Dios… —Odessa se lleva las manos a la cara, claramente perdiendo la fe en la humanidad.
—¿Realmente piensan que algo nos va a pasar solo por la hora? —Mi novia cruza los brazos, lista para desmantelar nuestras teorías paranormales.
—Más vale prevenir —Dice Noah, mientras todos nos movemos estratégicamente hacia la acera, porque el bosque se siente como la escena inicial de una película de terror.
Cuando llegamos, Kaida, Noah, mi hermano y yo nos volteamos a mirar fijamente los árboles, listos para cualquier manifestación demoníaca. Mientras tanto, mi novia, Odessa y Kalel siguen en el mismo lugar, cerca del bosque, y me empieza a dar miedo por ellos…
—Ahora vuelvo —Les digo.
—Espera, espera —Kaida me agarra del brazo, con cara de haber resuelto un misterio—. ¿Qué hora es ahora, Dro?
Saco el celular, y mi alma abandona mi cuerpo.
—Ay no… son las 3:31 A. M.
—Dios mío, ya valió —Kaida se abraza a Noah.
—¿Alguien trajo una cruz o algo sagrado? —Pregunta mi hermano.
—¡Oh! —Noah revisa su bolsillo y saca una cruz pequeña—. Mi abuela siempre me dice que la lleve, y justo hoy la traje —Ríe nervioso, agarrándola como si fuera un amuleto contra el mal.
Sin perder más tiempo, corro hacia mi novia para sacarla de ahí.
—Ven, vamos —La agarro de la mano, pero ella se detiene.
—Alejandro, mi amor —Me mira con esa cara de “no puedo creer lo que estás diciendo”—, ¿en serio crees en estas cosas?
—¡Por supuesto!
—Mi amor —Mee toma la cara con ternura, pero con burla en los ojos—. Esas cosas NO EXISTEN.
—Sí existen, y no pienso arriesgarme a perderte —La cargo en mi hombro y corro como si me persiguiera un chaneque.
—¡ALEJANDRO, BÁJAME!
—¡NO, NO, NO!
—Esto es ridículo —Gruñe Odessa.
—Si no creen, allá ustedes, pero cuando el diablo los arrastre, no vengan llorando —Dice mi hermano, santiguándose.
—¿Se están escuchando? —Kalel nos mira como si hubiéramos perdido la cordura.
—Shut the fuck up, Kalel —Le espeta Kaida.
—Kalel tiene razón, es absurdo —Interviene—. ¿En serio creen que algo va a aparecer solo porque son las 3:30?
—Bueno, cada quien cree en lo que quiere —Dice Noah, abrazando su cruz como si fuera su pase directo al cielo.
De pronto, el bosque se queda en silencio. Un silencio TAN incómodo que hasta Odessa y mi novia se ponen nerviosas.
—¿Escucharon eso? —Susurra Kaida.
Nos quedamos todos quietos, cuando de la nada… algo suena en el bosque.
—Valió madre —Susurra Noah.
Nos pegamos todos, incluyendo los que “no creían”, porque en este momento, la fe se adquiere de golpe.
—¿Qué hora es? —Pregunta Noah.
Miro mi celular y trago saliva.