Sangre Azul, Corazones Rotos.

Capítulo 9:“¡¿Examen de abuelita?!”.

Meses Antes.

Cuidad de México (México).

Casa Mons.

Viernes.

9:40 P. M.

ODESSA.

La música, las luces, la gente influyente... Todo muy bonito, claro, pero yo ya andaba buscando dónde demonios estaba mi tío. No porque lo extrañara, la verdad, sino porque tenía una misión: presentárselo a Akira.

—Oye, ¿y si me voy? —Akira me dice, con esa expresión de “no quiero socializar”.

—No —La detengo del brazo—. No me hagas quedar mal. Solo quiero que conozcas a mi tío, ¿vale?

—¿Por qué? ¿Planeas casarme con él? —Responde ella con una sonrisa burlona.

—¡Ja! No, pero con lo influyente que es, no te vendría mal hacerle ojitos. Digo, tu mamá estaría feliz.

—Mi mamá estaría feliz si yo me casara con un príncipe heredero, no con un cuarentón, Odé.

Solté una risita, porque la conozco.

Y ahí estaba él. Mi tío, con su mejor traje, parado como si poseyera todo el lugar. Me acerco con Akira a mi lado, y él apenas verla, cambia su expresión como si hubiera visto un diamante.

—Tío, ella es mi mejor amiga, Akira, Akira, él es mi tío, Parker—Le dedico mi sonrisa más encantadora.

—Un placer —Dice él, extendiendo la mano con demasiado entusiasmo.

Akira, por supuesto, ni se inmuta. Le estrecha la mano con una leve sonrisa, pero cero emoción. Yo, por dentro: Para eso mejor le presento la pared, hasta más interesante es.

—He oído mucho de ti —Dice él.

—Vaya, yo solo cómo 3 cosas de usted. —Akira responde seca, y yo casi me doy un facepal mental.

—No es de extrañar—Dice mi tío, sonriendo—. Eres impresionante, Akira.

Yo siento un calor ajeno. No de amor, no. De incomodidad total. Akira solo asiente, como si la conversación fuera una conferencia aburrida.

—¿Te gustaría que te muestre algo del lugar? —Insiste él.

—Mmm... estoy bien aquí, gracias. —La sonrisa falsa de Akira estaba en su máximo esplendor.

Pues parece que Akira no coopera nadota.

—¡Amor! —Kalel prácticamente aparece como salido de un cuento cursi, abrazando a Akira por la cintura y dándole un beso en la mejilla—. Te estuve buscando.

Mi tío se quedó como piedra. Akira, por su parte, fingió no notar nada y solo sonrió adorablemente a Kalel. Yo, por supuesto, no iba a dejar pasar esto.

—Ay, qué bonita parejita. Sus momentos cursis me dan náuseas. —Dije con total descaro.

Akira me fulmina con la mirada. —I know, I know. Es difícil ver amor verdadero cuando lo único que te ama a ti es tu cuenta bancaria.

—¡JAJAJA! —Kalel casi se ahoga riendo.

—Te odio. —Le gruño.

—Y yo a ti. —Me sonríe angelicalmente.

Mi tío, mientras tanto, parecía reconsiderar toda su vida. Yo solo pensé: Agh, Akira, podrías ser un poco menos mortal con los hombres mayores que te admiran.

—Bueno, bueno —Interrumpo— ve con Noah y dile que les enseñe el jardín, está muy bonito, con suerte y te da alergia, así te vas rápido.

—Buena idea. —Akira responde, arrastrando a Kalel con ella.

Y yo me quedé ahí, con mi tío, viendo cómo se alejaban mientras pensaba: Sí, Akira definitivamente odió a mi tío.

Pero hey, al menos me quedó material chantajearla.

Vi a mi tío seguir con la mirada a Akira mientras ella y Kalel se alejaban. Y la expresión en su rostro… uuf, como si acabara de ver a un ángel caído del cielo. Yo ya estaba esperando el: “Wow, quién es esa chica”, porque se le notaba a kilómetros.

—¿Estás bien, tío? —Pregunté, fingiendo inocencia.

Él tardó en responder, como si su cerebro aún estuviera procesando el impacto visual.

—Ella… —Balbuceó—. Es… impresionante.

Ajá, lo sabía.

—Sí, es mi mejor amiga. Pero relájate, tío, que le llevas cómo… no sé, ¿25 años?

Mi tío parpadeó y me miró como si le hubiera echado un balde de agua fría. —¿Tanto?

—¡Sí! —Me reí—. ¿Qué esperabas? Tiene 18, tío. Tú estas más cerca del geriátrico o de la tumba.

—Oye… tampoco exageres.

—¿Ah no? —Fruncí el ceño, divertida—. A ver, ¿en qué año naciste?

—En el… 81.

—Perfecto. ¿Y ella? 2007. Matemáticas básicas, tío.

Mi tío soltó una risa nerviosa y se llevó la mano a la nuca. —Bueno, no estaba diciendo que… vaya, no pensé que fuera tan joven.

—Ajá, sí. Y yo no pensé que los perros pudieran hablar, pero aquí estamos. —Me burlé descaradamente.

Él me lanzó una mirada incrédula. —No estaba pensando nada raro.

—Por supuesto que no. —Sonreí sarcástica—. Solo dijiste que era impresionante, la miraste como si hubieras visto la última Coca-Cola del desierto, y ahora actúas como si no te doliera la diferencia de edad.

—Ya, ya, basta. —Se cubrió la cara, avergonzado—. Fue solo… sorpresa, ¿de acuerdo? No pensé que tu amiga tuviera una presencia tan fuerte.

—Agh, lo sé. Es como si estuviera diseñada en un laboratorio para ser perfecta. Me da cosa a veces. —Rodé los ojos.

—¿Y cómo lo hace? —Mi tío sonaba genuinamente intrigado—. Digo, se ve tan… segura, tan elegante.

—No lo sé, la criaron como realeza, ¿qué esperabas? —Me encogí de hombros—. Su mamá es la ministro y su papá básicamente puede comprar un país entero si quiere.

Mi tío silbó, impresionado. —Eso explica mucho.

—Sí, sí. Pero tampoco te emociones, que no te la voy a presentar como futura esposa.

Él se atragantó con su propia saliva. —¡Odessa!

—¿Qué? —Me crucé de brazos, sonriendo con malicia—. ¿Yo qué hice?

—No pienso en ella de esa forma.

—Ajá, claro. —Solté una carcajada—. Oye, hablando de cosas raras… ¿sabías que las focas marinas pueden dormir mientras flotan?

Silencio. Me miró con cara de ¿qué demonios?.

—¿Qué? —Dijo, confundido.

—Las focas marinas. —Repetí como si hablara de física cuántica—. Pueden flotar mientras duermen. Literalmente se quedan así, flotando en el agua, durmiendo como bebés.

—…¿Por qué estamos hablando de esto?

—Ni idea, pero fue la primera cosa random que se me ocurrió para quitarte esa cara de “me enamoré de una menor de edad”.




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