Sangre Azul, Corazones Rotos.

Capítulo 16:“¿Cómo exactamente piensas hacer que la niña maravilla te dirija la palabra?”.

Meses Antes.

Cuidad de México (México).

Institute of Internacional Education of Mexico (IIEM).

Establos.

Lunes.

7:10 A. M.

Александр (Aleksander).

El sol golpea con fuerza, pero no me molesta. Estoy acostumbrado a competir en condiciones más duras.

En Rusia es más difícil cuándo nieva y hace frío porque eso entorpece la vista, no muchos quieren competir así.

Monto el caballo que me asignaron, con la confianza de siempre, porque, al final del día, nunca he perdido. Observo a mi alrededor y ahí está ella, Akira, montando como si la competencia no le importara en lo más mínimo. Esa actitud me irrita un poco, pero decido ignorarlo el hecho de saber que le ganaré sin duda alguna me llena de una satisfacción pura.

Es que sinceramente no hay mejor jinete que yo, no es por presumir, pero claro que lo haré. Sé montar desde que tenía 5 años puesto que mi padre siempre me llevo a montar.

Cuando dan la señal de salida, todo desaparece excepto la carrera. Me muevo con agilidad, rapidez, el caballo hace lo suyo y lo hace muy bien, probablemente nunca lo hayan montado así cómo lo hago, pero tiene resistencia y eso me gusta.

Akira y yo vamos casi a la par. Lo cuál no me decepciona porque lo esperaba de ella, pero si me sorprende. Nunca había tenido que esforzarme tanto, pero me niego a quedar atrás. Si hago algo lo hago hasta ganar o ser el mejor y en esto lo voy a fracasar. He sido el mejor en mi país y no voy a perder aquí.

Sigo moviendo la riendas del caballo de manera brusca, pero es que ella no se rinde maldita sea. No se supone que en mi mente ella fuera mejor que yo. Es decir, claro que sé que es fabulosa, escuché mucho sobre ella y sus asombrosos hechos, pero maldición ¿También en equitación?

Estamos en la última vuelta y por razones que aún no entiendo, desconozco, no acepto, repugno, estoy en segundo lugar. Jamás en mi vida había sido segundo en nada, el segundo lugar es para gente que se esfuerza, pero siempre habrá alguien mejor que tú y ese alguien soy yo...o era. Siempre he sido el primero y ahora no lo soy.

Ella logra sacarme una ventaja de dos segundos. Dos miserables segundos que me hacen hervir la sangre. Es que para muchos es:"Son dos segundos, es muy reñido". Pues no. No es así. Dos segundos tan detestables. Humillantes. Horribles. Dos segundos en los que ella ha sido mejor que ello. Dos segundos en los que se ha esforzado más.

No puedo aceptarlo.

Ahg, maldita sea.

La carrera terminó y no pude ganarle a ella. No gané. No gané.

Paro bruscamente y alzó la cabeza buscándola. La gente no para de celebrar que ganó, veo que para algunos no es sorpresa que ella lo hiciera, tal vez no lo sea, pero no me gusta que ella me ganará, no lo acepto.

Se baja del caballo e ignora a todo el mundo, creo que va hacia los establos y tengo que ir. Tengo que hablar con ella. Debo hacerlo.

Me bajo del caballo y casi me tumban por tanto alboroto. Malditos tipos.

Me dirijo a los establos. Quiero hablar con ella, pero cuando llego, Akira apenas me lanza una mirada indiferente antes de seguir con lo suyo. Recuerdo que en Rusia intenté acercarme y ella me ignoró completamente. Lo que me molesta es que al asiático no lo ignora. No lo entiendo. ¿Qué tiene él que no tenga yo?

—Akira, ¿Podemos hablar? —Suelto en español.

Pero parece que o no me entiende o no quiere responderme.

—Necesito hablar contigo —Trato de acercarme.

Voltea de reojo y Dios padre. Que miedo. Sus ojos me observan con una indiferencia tan escalofriante, con coraje, con rabia, con odio si es que es posible que alguien odie a una persona tan rápido.

Es solo un segundo de mirada, pero me quito toda la valentía que sentía.

—A-Akira—Toso porque la voz me salió rara.

—Quiero hablar cont— Pasa por mi lado y se va.

Su presencia a lado mío me dió escalofríos, me sentí pequeño, insignificante, una lacra, un bicho, una basura.

No me gusta que ella me haga sentir así. Nunca me han visto por sobre debajo de alguien, siempre he estado arriba.

Maldito mi padre que me trajo a este maldito intercambio del demonio.

Me quito los guantes con rabia y los tiro.

—Sí mi padre hizo algo mal cobrate con él, no conmigo qué ruego por no ser su hijo —Gruño.

—¿Tanto te molesta que no te haga caso que te pones a hablar solo? —Pregunta Nikolai con una sonrisa burlona. No necesito mirarlo para saber que se está divirtiendo con esto.

—Bueno es que la gente ya no tiene vida que se mete en la de los demás —Le reclamo.

—Ni con todo el dinero que tengo me puedo comprar una vida, mucho menos perderme del hecho de que te molesta y no solo un poco —Sonríe — 45 millones a que es demasiada la molestia.

—No me molesta —Respondo seco.

—Claro que sí. Nunca te han ignorado y ahora no lo soportas —Dice, disfrutando mi incomodidad.

—Y creo que a ti tampoco te he ignorado lo suficiente, ¿no? —Me levanto y tomo los guantes, no tengo ánimos para hablar con idiotas.

—Probablemente nunca me hayas ignorado, pero te lo mereces por hacerme venir —Ahí está, hablando cómo maricón.

—Mereces que te dé un puñetazo en la boca para ver si te callas.

—Mmm, no sé, llámalo intuición, pero creo que así como no sabes montar, tampoco pegar.

¿Cuántos años me darán aquí por matar a alguien?

Supongo que deben ser menos que Rusia, o me juzgaran allá.

—¿Ya tienes féretro?

Bien, cómo un vulgar de calle me saca el dedo, ah, que lindo el perro.

—¿Y tú instructor?, Porque vaya que lo necesitas pedazo de gran idiota.

—¿Gran idiota?, ¿Es que las hojas que consumes no te dan tanta creatividad o ya tienes el retraso de nacimiento?

—Creo que nací con él, así cómo tú naciste en el segundo lugar y con un carácter de rata de alcantarilla, eso que ellas son tan amables que te cocinan y tú eres las tres I.

Si lo escondo en propiedad privada será culpa del dueño de la propiedad.




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