Sangre

Capítulo 28: Fiesta de Bienvenida.

―¡Mi video se ha vuelto viral!―exclamó Rosario mientras navegaba en internet.

En cuarenta y ocho horas su imagen se repetía en todos los medios de comunicación alrededor del mundo. La velocidad con que viaja la información me sorprendió.

―Rosario se ha convertido en la imagen representativa de las víctimas de Bazinger―dijo Héctor Nuntius en una llamada que hizo para felicitarla.

Porque fue gracias a su vídeo, a su testimonio, que muchos otros rompieron el silencio y se decidieron a denunciar los atropellos cometidos por Bazinger Labs. Incluso programaron una marcha en Centralia y Ciudad Capital para exigir la libertad de los esposos Altamirano.

Rosario dejó el computador y fue con Helen y Cassandra para arreglarse mientras yo me vestía formal en la habitación con un traje que me obsequiara Demetrius. Había organizado una fiesta en mi honor, el último sobreviviente de las cacerías de vampiros, invitando a todos los miembros de la Sociedad. Era una mera excusa para el derroche. Sólo hice una petición.

―Por favor, Demetrius, no vayas a traer bebés.

―¿Por qué? Las damas se molestarán. Bueno, bueno. De acuerdo.

Esperé a Rosario en el pasillo antes de bajar al salón el cual comenzaba a llenarse. Ella llegó, luciendo esplendorosa con un vestido blanco que dejaba un hombro al descubierto y resaltando la delicada curva de su cuello despejado del cabello totalmente recogido. Me tomó del brazo y bajamos a saludar a los invitados.
En la entrada recibí a un viejo amigo y a su esposa: Balthasar y Emily Rockembell. Nos saludamos de abrazo efusivo y le presenté a Rosario.

―Mucho gusto, señorita Rosario―dijo besando su mano―. Doctor Rockembell a tu servicio. Veo que tienes SHFP. Nivel 3, ¿verdad?

―Soy nivel 2, señor.

―¿Estás segura? ¿Cuál es el color original de tus ojos?

―Azules...

Nos miramos y vi unos ojos amarillos. De ese color ya llevaban varios días.

―No bebas tanta sangre, no es buena para tu condición médica.

―¡Doctor Rockembell!―exclamó de repente Rosario―Usted es quien ha estado investigando la enfermedad por su cuenta. Fue quien determinó los cinco niveles del SHFP.

―El mismo.

―Doctor Rockembell, quisiera preguntarle por qué le interesa tanto estudiar el SHFP.

―A decir verdad, señorita Rosario, cuando vives mucho te aburres así que buscas actividades para distraerte. ¿Alguna vez escuchaste sobre Jack el destripador?

―Sí, señor. ¡Oh! Ya veo. Se cree que era un médico.

―Exacto. Un médico.

Conforme la reunión avanzaba, me reencontré con viejos amigos e hice algunos nuevos, al igual que Rosario quien departía con las damas, con una copa de vino en sus manos. No estaba seguro de dejarla tomar, aún era muy joven.

―Déjala, hijo―dijo Demetrius deteniéndome―Ya ha tenido suficiente, se merece una noche de placer.

Entonces me relajé y decidí disfrutar de la conversación.

―Pseudovampiros―dijo el doctor Rockembell.

―¿Cómo?

―Pseudovampiros. Les decimos así porque beben pseudosangre.

―Interesante.

―Ni son humanos ni son vampiros, están atrapados en medio de los dos mundos. Y tienen lo peor de los dos mundos.

―¿A qué te refieres?

―La sed incontenible de los vampiros y la mortalidad humana.

―¿Quién dice que realmente somos inmortales?―Y para mejorar la conversación―Al menos pueden ver la luz del sol.

―"Los caminantes de la luz"―intervino Demetrius―. Así los llamaba Gregorio Storbel, ¿lo recuerdas?

―¡Claro! El poeta ―respondí― ¿Y dónde está él?

―Murió hace unos diez años. No volvió a ser el mismo desde que su esposa cayera en manos de los cazadores de vampiros. Se sentía fascinado por los caminantes de la luz. Y un buen día se expuso al sol hasta que no quedó de él más que un montón de cenizas.

―¿Cuál inmortalidad?―cuestionó Nicholas Carpathia quien también participaba de la conversación. 

―Nos creemos inmortales porque vivimos más tiempo.

―O nos pudrimos más lentamente―bromeó Nicholas.

Reímos y así alejamos las tristezas de tantos años y tantas cosas dejadas atrás.

―Ha llegado tu regalo de bienvenida―. Demetrius fue a abrir la puerta.

Si las costumbres no habían cambiado, se trataría de jóvenes doncellas. Y así era. Un grupo de jóvenes hombres y mujeres, se reunió en el centro del salón. Entre ellos una chica de la misma edad de Rosario: cabello rubio y ojos azules. El olor de su sangre se destacaba en el lugar por encima de todo lo demás.

―¡Ésa es para ti, Edward!―exclamó Demetrius dándome una palmada en la espalda―¡Bienvenido de vuelta!



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En el texto hay: vampiros, juvenil, romantica

Editado: 29.06.2020

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