Sangre

Capítulo 4: De mi sangre.

Al día siguiente no aguantaba el deseo de verlo. Tan pronto como sonó la campana, salí rápidamente e incluso logré escabullirme de los matones. Corrí a la tienda de abarrotes donde compré varias bolsas de pseudosangre antes de llegar al parque.

La casita estaba vacía. Incluso estaba muy limpia. Me senté en la puerta mirando hacia afuera, dejando colgar mis piernas fuera de la casita. Ya estaba anocheciendo y no llegaba. Me fui.

Durante el resto de la semana fue igual. En casa mentía a mis padres diciendo que estaba trabajando en un proyecto de la escuela, razón por la cual llegaba tarde. Unos días después vi a unos niños jugando en la casita, hasta habían abierto las ventanas. Cuando pasaba por el parque y veía a los niños allí, no me detenía. Después de veinte días pensé que debería resignarme a no verlo nunca más.

Y el día veintiuno salí de clases y me acerqué a un grupo grande de vampiros de último año. Les pedí que me ayudaran a evitar a unos matones de mi salón, me metieron en el centro del grupo y me escoltaron hasta la esquina de la escuela. Les agradecí antes de marcharme.

Bebí mi última bolsa de pseudosangre para celebrar mi pequeño triunfo. Desde la entrada del parque vi la casita con sus ventanas cerradas. No lo pensé, corrí, subí rápidamente las escaleras y entré en la casita. Usé mi visión nocturna. Allí estaba sentado en un rincón, con los ojos cerrados y la respiración agitada. Vestía jeans, camiseta negra y tenis. Y se había cortado el cabello. Tenía una herida en su hombro izquierdo y la sangre escurría por el brazo.

─¡Alucard! ¡Alucard! ¿Estás bien? ¿Qué te sucedió? ¿Dónde estabas?

Él abrió un poco los ojos y su garganta se escuchaba más seca que la primera vez que nos vimos.

─Rosario… tengo… sed…

─Espérame, iré a traer pseudosangre…

Alucard me tomó de la muñeca.

─No puedo… Soportarlo más… Dame tu sangre.

Quedé muy sorprendida. Tenía miedo y no quería hacerlo pero no podía moverme ni articular palabra. Él se fue acercando lentamente a mi cuello y vi sus colmillos más largos que los míos. Entonces, cuando sentí que podía evitarlo sólo pensé que quería que sucediera. Sentí como sus colmillos penetraron mi piel rápidamente. Me tenía sujeta de los hombros y yo lo abracé para soportar el dolor y el miedo. Escuchaba y sentía como bebía mi sangre y me preguntaba cuándo iba a detenerse. Me pareció eterno. Por un momento creí que bebería todo mi fluido vital pero finalmente me soltó. Nos miramos a los ojos. De su boca se escurría mi sangre la cual se limpió con el dorso de la mano. Todo comenzó a oscurecerse.

─Rosario…



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En el texto hay: vampiros, juvenil, romantica

Editado: 29.06.2020

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