Sangre Carmín

CAPÍTULO OCHO.

Ravn nos conducía por un estrecho pasillo de piedra. No sabía cuánto tardaríamos en estar afuera del pueblo, pero los gritos provenientes de la arena aún se percibían. Únicamente podía pensar en Egan, en lo asustado que debía estar, en lo solo que seguramente se sentía. No era justo abandonarlo, si él iba a arriesgar su vida por mí, por los demás, al menos debíamos apoyarlo. Quizás el desenlace no sería de nuestro agrado, tal vez todo terminaría de forma fatal, pero era justo que supiera que nosotros también estábamos para él.

―Debemos regresar, Egan está peleando por nosotros y lo único que hacemos es abandonarlo ―dije, dejando de caminar. 

―Él no querría que vieras lo que está a punto de pasar, y para ser sincero tampoco quiero ser testigo de cómo matan a mi hermano ― respondió Deo resignado, con la cabeza gacha ― La única razón por la que no impido que él siga con ese absurdo plan, es porque desea que todos ustedes vivan ―dijo eso último con tono de reproche 

―Además, debemos continuar, quizás si regresamos no haya forma de volver a salir del lugar ―intervino Oliver.

―Está bien, si ustedes deciden seguir, pero yo me quedaré aquí, al menos hasta saber que todo terminó para él. Si existe una pequeña probabilidad de que sobreviva, pretendo quedarme para apoyarlo —solté, decidida a volver a la arena. 
Ravn volteó a vernos, pero no dijo nada. Probablemente, esperaba a que decidiéramos lo que pasaría al final. Nadie más parecía querer hablar, después de todo quizás solo yo permanecería en el lugar. En parte me sentía responsable de la posición en la que Egan se encontraba, y el hecho de saber que había un lado sensible en él, uno que se preocupaba por los demás, hacían que en el fondo me agradara.

―Carmín tiene razón ―dijo Winston con tono decidido ― El chico ha demostrado ser más que un simple fastidio, está allá, peleando con quién sabe qué criatura. Todos tenemos en claro su desventaja y aun así se ha decidido arriesgar. Aún tenemos dos días más para llegar a la Ciudad central, así que podemos desperdiciar un par de horas siendo unos cobardes o podemos volver y apoyar a un compañero

Me alegraba saber que en el fondo estaba rodeada de personas buenas, gente que sabía reconocer las cosas que se debían hacer y que estaban ahí cuando los
necesitabas. Winston solía recordarme en algunos aspectos a mi padre, ambos eran amables y alegres, quizás Edward nunca cantaría frente a otros o bebería grandes cantidades de cerveza, pero era alguien leal y estaba dispuesto a defender a los que le importaban, en eso ambos coincidían.

―Tienes razón, tenemos que regresar― dijo Marina y observó a los demás. Oliver y Deo asintieron finalmente.

―Ravn tienes que llevarnos a la arena y promete que cuando todo termine, nos sacarás de aquí. Egan confío en que cumplirías con tu palabra —dije dirigiéndome al therión con alas negras.

―No era parte del acuerdo― contestó observándome fijamente―Pero lo haré, solo porque me agradas, además ya obtuve mi ganancia― dijo agitando su bolsa de semillas

― Más te vale no traicionarnos o te juro que te arranco las alas ―le advirtió el de los tentáculos, mientras regresábamos.

Todos caminábamos rápidamente, entre más disminuía la distancia, más fuertes se escuchaban los gritos provenientes de la arena. Al entrar, el lugar ya se encontraba infestado de theriones, todos brincaban, gritaban y aplaudían eufóricamente. En el centro se encontraban dos sujetos peleando, por suerte ninguno era Egan, Fradaric debía estarlo reservando para su último acto.

Los theriones se golpeaban salvajemente, provocando que el suelo se cubriera de sangre espesa. Ambas criaturas parecían desafiantes, uno de ellos tenía una larga cola con un aguijón en la punta y brazos con músculos enormes, su piel era completamente oscura y sus ojos eran tan grandes y circulares que estaba segura de que podría ver en ellos mi reflejo. El otro era en extremo alto, sus manos eran grandes y peludas, la mayor parte de su cuerpo parecía humano, pero su cabeza era completamente animal, como la de un oso. El primero de ellos intentaba inyectar su veneno ladeando rápidamente el aguijón, pero el más grande esquivaba con destreza cada uno de sus movimientos y le asestaba potentes golpes en el rostro y el estómago. Su sangre comenzaba a salpicar a los theriones de la primera fila, estaba claro que la lucha entre ellos dos estaba por acabar, el de la cabeza de oso, tomo al de grandes ojos por el cuello y sin pensarlo le lanzó una terrible mordida junto al hombro, su rostro se llenó del líquido que brotaba. El más grande rugía y levantaba el cuerpo del otro celebrando su victoria, pero antes de poder soltar por completo al sujeto, este aprovechó y con sus últimas fuerzas le clavó su aguijón en la espalda. El oso gritó de dolor y cayó al suelo. El silencio se hizo presente, ambos habían muerto. Eso pareció agradar al público, pues inmediatamente aumentaron los gritos y aplausos. Todos celebraban con ganas y pedían más y más.

Pronto un par de theriones entraron a sacar los cuerpos y Fradaric se paró de su asiento ubicado justo enfrente del círculo de pelea. Tenía una expresión de diversión en el rostro, sonreía ampliamente y los ojos le brillaban de placer. Al parecer, anunciaría el siguiente enfrentamiento. Ravn nos indicó que nos sentáramos al otro extremo, encontró asientos en la tercera fila, lo cual nos dio una visión favorable del lugar.

―Veo que este final inesperado les ha gustado― habló Fradaric entusiasmado, extendiendo sus brazos hacia la arena. Portaba un llamativo traje color vino que lo hacía resaltar entre todos los demás―Sí que me alegra, porque justo hoy lo inesperado es el tema principal.

Esto pareció emocionar a los demás theriones que pronto retomaron sus porras y gritos.

―Me he enterado de que deseaban una pelea en particular―continuó hablando mientras hacía señas para que el público se controlara― Así que he guardado lo mejor para el final―dijo sonriendo y le indico a otros sujetos que se acercarán―Nuestro campeón de esta noche, es nada más y nada menos que... un humano―agregó haciendo énfasis en la palabra y señalando a Egan quien era sujetado por los dos tipos a los que Fradaric había llamado.




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