Sangre de Alpha.

Capítulo 3.

El día estaba avanzando más rápido de lo normal, o eso parecía. Benjamín nos aconsejó que les ayudásemos a las demás personas a proteger sus casas, "aquí todos somos solidarios" dijo antes de terminar lo que estaba haciendo. Las demás personas alojaron a nuestros vecinos en sus casas, algunos aún se preguntaban qué estaba pasando, al parecer, nadie les había dicho lo que Emma y yo ya sabíamos, pero nosotras no podíamos ser quienes les dijeran.

Habían encendido una vela cerca de una pared donde colgaba un pequeño crucifijo en memoria de aquellos que habían fallecido esa trágica noche. Una lagrima resbalo por mi mejilla al recordar a mamá cuando llego la segunda explosión, su rostro bañado en sangre, los ojos cerrados, todo. Sequé las lágrimas con el dorso de mi mano y busque a Emma con la mirada, la vi jugando con algunos niños muy sonriente.

-Saldremos de aquí Emma –susurre para mi prometiendo que así seria.

La señora Clifford junto con la señora Hill y las personas mayores prepararon comida para todos "Es como una bienvenida y una muestra de algo más". No pude evitar pensar que con "algo más" se refería a sentir lastima por nosotros, y no la culpaba, yo también sentía lastima por todos nosotros.

-La sopa de piedra es muy rica y nutritiva –dijo una de las señoras que se encargaron de servir la comida llenando con el cucharon el tazón de un hombre.

Cada uno de nosotros tenía un pequeño tazón lleno de sopa entra las manos. Si no fuera por las paredes de piedra rodeándonos, el mal estado del lugar y otras pequeñas pero significantes cosas que estaban pasando esto bien pudo ser el inicio de una gran amistad con estas personas. El ambiente era triste y dudo mucho que algo pudiera hacerlo cambiar.

-¿Pensaste en lo que te dije? –Emma me tomo por el brazo y me alejo de las personas.

-¿De qué hablas Emma? –dije confundida. Sabía de lo que hablaba, pero no quería que se siguiera atormentando con teorías que no se pudieran comprobar, seguramente algo se nos estaba olvidando para entender todo eso.

-Cuando subí al auto vi que estaba lleno de comida enlatada, agua embotellada y ropa nuestra –sus ojos se habían enrojecido.

-Mamá pudo haber metido eso mientras nos vestíamos Emma –trate de convencerla-. No necesariamente...

-Nessa no nos hagamos las ciegas –me interrumpió levantando la voz-. Ellos lo sabían.

Las palabras de Emma causaron un escalofrió en mi cuerpo, yo también pensé eso pero ella demuestra la madurez que yo creí que le faltaba. Antes de que pudiera decir algo o procesar bien lo que había dicho alguien más nos puso en alerta con sus gritos

-¡Corran! ¡Corran! ¡Son ellos! –el chico que aparentaba tener la misma edad de Emma venia corriendo de lo alto del camino y tenía cara de pánico.

Todos comenzaron a recoger sus cosas y a entrar a sus casas, gire a ver a Benjamín quien con furia se apresuró a recoger lo que pudo mientras ayudaba a las demás personas. El sonido de los caballos galopando sobre el piso de piedra empeoro las cosas, la gente comenzó a gritar, se empujaban entre ellos con tal de entrar a sus casas. Todo estaba hecho un caos.

-¡Entren! –Benjamín tomo a su madre y a la señora Clifford de la espalda para ayudarlas a entrar.

-¡Nessa! ¡Emma! –la señora Clifford gritaba nuestros nombres mientras entraba a la casa siendo empujada de la espalda por Benjamín.

Entre toda la gente que corría hacia todo lados perdí a Emma, varias personas chocaron contra mi hombro cuando me encontraban en su camino haciendo más difícil mi búsqueda. Los caballos se escuchaban cada vez más cerca y podía sentir el pánico crecer dentro de mi.

-¡Nessa! ¡El niño! –la voz de Emma se escuchó lejana antes de que terminara su frase, paso a mi lado con rapidez y corrió hasta llegar y tomar en brazos a un pequeño niño que se había quedado solo en el camino.

-¡Nessa! –la voz autoritaria de Benjamín me llamo, antes de cerrar la puerta de su casa hizo una seña llamándome para que entrara, pero no podía dejar a Emma sola.

Corrí hasta ella y la jale conmigo hasta quedar detrás de unas tablas recargadas sobre la pared, los caballos relincharon cuando el cochero los detuvo. Ella tenía entre sus brazos al pequeño niño que con haciendo pucheros con el rostro amenazaba con llorar. Le hice una seña para que guardara silencio, Emma lo abrazo a modo que el rostro del pequeño quedo oculto entre su cuello.

El lugar estaba en completo silencio, y fue el sonido de una puerta al abrirse lo que termino por romperlo. Me acerque hasta la orilla de una tabla para poder ver mejor lo que estaba pasando, el carruaje que los caballos traían estaba abierto, y de él bajaba un hombre bastante malhumorado. A plena vista parecía un hombre normal, de esos que siempre traen el cejo fruncido y que si te encuentras por la acera, inmediatamente te vas a la del otro lado.

-Es inútil –grito caminando por el lugar-. En unas horas mis hombres bajaran y todos sus patéticos esfuerzos por protegerse serán en vano –rio-. Pero, hoy es un día aún más especial, es la primera caza humana de mi hijo. Así que si se entregan ustedes solos, no sufrirán tanto.

Ahora entendía porque todos habían huido a refugiarse a sus hogares, pero no entendía quien era él, mucho menos quien era su hijo. Parecía esperar una respuesta, pero nadie estaba dispuesto a dársela. Aquel hombre se acercó nuevamente hasta el carruaje completamente negro del que había bajado y de el saco un arma de fuego. Tape mi boca con mi mano para ahogar un pequeño grito que había querido salir pero al parecer si había sido lo bastante audible para ellos.

Al mismo tiempo que dio el primer paso hacia donde nosotras estábamos comencé a buscar con la mirada algo con que defendernos, lo único que vi fueron más clavos como los que Benjamín había utilizado. Con nerviosismo tome algunos y los guarde en la bolsa trasera de mis jeans, luego tome uno y lo apreté con fuerza en mi mano. Regrese la mirada al frente sin encontrar a nadie. Mi cuerpo se tensó al instante, y medio segundo después las tablas que nos cubrían estaban siendo lanzadas por el aire.




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