Las inseguridades eran obvias. La confianza no es algo fácil de ganar, mucho menos de un ser que no conoces. Arion parecía ser una buena persona, pero también parecía un ser humano normal y no lo era. Me había dejado dormir en su habitación, sola. Decía respetar mi decisión y mi espacio personal por qué, poco a poco, nuestro destino nos uniría.
Sin embargo, no pude dormir en lo que quedaba de la noche, la idea de no poder ver a Emma estando tan cerca de ella me ponía mal. Su plan sobre acabar con su propio padre no me convencía ¿Y si era una trampa? ¿Y si solo me utilizaba? No podía confiar en él, no lo conocía.
-¿Estás despierta? –la voz de Arion atravesó la puerta justo antes de que la abriera-. Puedo adivinar que no dormiste nada ¿cierto? –Asentí en respuesta con la duda de cómo lo sabía-. Bueno Nessa, hay mucho por hacer el día de hoy –el tono enérgico en su voz llegaba a ser molesto. Para él era fácil, estaba en su casa, con su familia. Yo era la intrusa, la extraña y la mentirosa-. Acompáñame.
-¿A dónde? –mi voz delataba la inseguridad que tenía.
-Te diré todo, todo lo que tienes que saber sobre nosotros. Sobre Cyrone –su voz siempre era seria cuando mencionaba a su padre-. Tienes que recordar el camino o te perderás –me hizo una seña para que saliera de la habitación y así lo hice.
-¿Por qué quieres acabar con tu propio padre? –de alguna manera esa duda me había rondado por la cabeza durante parte de la noche.
-Ya lo sabrás, pero mientras puedes decirme que es lo que te han contado, así podrá ser más fácil para mí explicarte lo que haga falta.
Camine a su lado mientras me decidía en hablar, en ese momento no recordaba casi nada de lo que Benjamín y Román me habían dicho o no quería recordarlo. No estaba segura de tener que contárselo. Sí, mi vida ahora se basaba en inseguridades, en decisiones que buenas o malas traerían consecuencias y aún no sabía de qué manera.
-Lucio me conto que mataste a uno de los guardias de Cyrone –Arion no sonaba molesto, pero sin saberlo había tocado un tema demasiado incómodo para mí-. ¿Cómo lo hiciste?
-No lo sé. –mentí disminuyendo el paso para caminar detrás de él.
Arion no dejaba de ser el hijo de Cyrone sin importar lo que esté pasando entre ellos, y las personas que me ayudaron a mí y a Emma solo tenían esos clavos y pequeños trozos filosos de plata para defenderse. Si yo decía eso los estaría delatando.
-Sigues mintiendo, Nessa –estando detrás de él me fue difícil descifrar el tono de su voz-. Y así no podremos confiar el uno en el otro.
Guarde silencio nuevamente mientras seguíamos caminando, el lugar era enorme y ahora entendía por qué debo recordar el camino, aunque seguramente en cualquier momento me perderé en este lugar esperando encontrar a Emma.
Esta vez no nos detuvimos en una puerta, esta vez no había una. Se notaba que hace bastante tiempo nadie pasaba por este lugar, las estanterías y los libros estaban llenas de polvo y el techo se adornaba de abundantes telarañas. Yo odio las arañas. Justo por el centro estaba una mesa antigua con cuatro sillas en cada lado y lo que parecía ser un florero de vidrio vacío en el centro. La señora Hill sería feliz con esto en su casa.
-Mi lugar favorito de este lugar es la biblioteca –Arion me hizo entrar al lugar señalando todos los libros con su mano como si de trofeos valiosos se tratase-. Y es el arma más poderosa contra Cyrone. Después de mí y mi padre, tú eres la única que ha entrado a este lugar -suspiro profundo cerrando los ojos y una sonrisa se perfilo en su rostro-. Siento que te conozco desde hace mucho, Nessa.
-Arion –lo detuve antes de que siguiera hablando. La idea de contarle la verdad me atormentaba-. ¿Por qué quieres acabar con Cyrone? –me acobarde cambiando de tema.
-Ven, siéntate –Arion me señalo una silla mientras el recorría los libreros deteniéndose en los títulos por poco tiempo-. Hace diez años mi padre me mando a vivir lejos de aquí, hace poco tiempo regrese –lo sabía, Cyrone presumió su llegada cuando me disparo-. En ese entonces yo era un adolescente rebelde que se oponía a sus leyes –tomo un libro de pasta negra y camino nuevamente hasta la mesa.
-¿Cuántos años tienes? –pregunte curiosa.
-Los suficientes para encontrarte y saber que las cosas tienen que cambiar –limpio el libro soplando sobre la pasta provocando que el polvo se esparciera en el aire haciéndome toser-. Lo siento –se disculpó abriendo el libro justo por la mitad-. Nessa, si me dices que es lo que sabes de nosotros será más fácil.
-Es que no se nada –volví a mentir.
-¿Por qué mientes? –elevo la voz. Al ver que mis intenciones eran quedarme callada él siguió hablando-. Sé lo que les hacen a las personas Nessa, sé lo que mi padre quiere y necesito de ti para terminar con él.
-¿Por qué de mí? Yo solo quiero...
-Encontrar a tu hermana, lo sé. Pero no puedes ser tan egoísta –podía notar algo nuevo en su voz-. Tú hermana está bien, pero las personas que viven allá abajo no lo están, y no lo estarán si no acabamos con Cyrone y logra su plan.
Sus palabras me habían atravesado el pecho, no ayudarlos también era traición.
-No me contaron mucho –decidí hablar, contar lo que me dijeron omitiendo sus debilidades-. Nos traen aquí por diversión para luego utilizarnos y conseguir...
-La sangre negra –volvió a interrumpirme.
Tomo el florero vacío y con fuerza lo lanzo al piso. Recogió un pedazo filoso del mismo y lo acerco a la palma de su mano.
-No lo hagas –me apresure a decir tratando de evitar lo que hizo.
-Puedes ver mi sangre, es roja al igual que la tuya –su sangre caía en grandes gotas sobre la mesa-. No soy como él y no pienso serlo. ¿Quieres saber cuáles son los planes de Cyrone? –asentí-. La inmortalidad, con ella y la fuerza que gana comiendo carne humana acabar con los humanos le será mucho más fácil.