—¡Benjamín! —patee la puerta con más fuerza que las veces anteriores—. ¡Abre la maldita puerta! —estaba desesperada, no podían tomar decisiones por mi.
La única luz que había dentro de la habitación era una cera a punto de terminar. No era difícil de adivinar que me habían encerrado en la habitación de Román.
—Es por tu bien, Nessa —lo estaba disfrutando, podía sentirlo.
—¿Por mí bien? —repetí furiosa.
—Y por el bien de todos —evadió mi pregunta.
—Si claro, por el bien de todos, pero más el de Benjamín —el señor Marín parecía estarse burlando.
—¿Y el de Benjamín porqué? —pregunté deteniendo los golpes.
—Si, Benjamín ¿El tuyo porque? —seguía burlándose.
De pronto deje de escucharlos y volví a sentirme traicionada. ¿En quién debía confiar? Al final no conocía a nadie y nadie me hablaba con la verdad. Entonces, ¿En quién había confiado?
—¿No lo entienden? —estaba al borde de las lágrimas, había estado tan cerca de Emma, y falle—. Ella sigue ahí. —Escuche una puerta cerrarse, ahora sí estaba sola.
—¿Él te lo dijo? —escuche la voz de Benjamín más cerca— ¿Él te dijo dónde está tu hermana?
—Sí —respondí sin pensar.
Arion había dicho que Emma estaba dentro de la casa, pero nunca menciono dónde. Dijo que ella estaba bien, pero nunca dió una pista. No mencionó haberla visto, no mencionó nada de ella, a menos que yo preguntara.
—¿Dónde está? —siguió hablando—. Yo iré por ella.
¿Cómo se supone que yo respondía a eso? ¿Cómo es que mis respuestas se contradecían? ¿Porque quería regresar aún así?
—Lo sabía —volvió a hablar—. No te lo dijo.
—Tengo que regresar —susurre perdiendo las esperanzas—. Cyrone es muy peligroso.
—Lo es menos que Arion —sonaba lo suficientemente seguro como para creer que él sabía más de esto—. Todo ese poder acumulado después de tanto tiempo sin transformarse.
—¿Cómo sabes todo eso? —pregunte intentando completar el rompecabezas en mi mente—. ¿Qué tienes que ver con los Dugés?
—¡Ahhh! —Benjamín grito opacando el sonido de un cristal rompiéndose.
Me despegue de la puerta esperando algo más. Mi corazón se aceleró creyendo que podía ser Arion quién estuviera del otro lado, pero latió aún más rápido con la idea de que había matado a Benjamín. El tiempo pareció detenerse cuando el sonido de la puerta siendo forzada delataba el nerviosismo de quién lo estaba haciendo.
—Nessa —Román apareció frente a mi con el rostro sucio y sudoroso—. No sé qué es lo que esté pasando pero ven conmigo.
Salí detrás de él observando a Benjamín inconsciente en el piso.
—Román ¿Qué pas…
—¡Shh! —señaló colocando un dedo sobre sus labios—. No sé lo que está pasando, Nessa.
—¿De qué hablas? —lo detuve antes de que saliéramos de la casa de Roultzer.
—Los hombres de Cyrone vienen para acá —podía sentir la desesperación desde su voz—. No es luna llena Nessa, es un poco más de medio día ¿Qué quieren?
Mi corazón volvió a acelerarse ¿Cyrone venía? ¿Solo? No podía encontrarse con Roultzer, sería perder la única oportunidad de sacar a Emma del corazón de Nowearland. Se venía algo grande, podía sentirlo.
—¿Dónde está tu abuelo? —comencé a caminar hasta salir de la casa de Marín, pude observar que todos estaban corriendo de un lado a otro protegiendo sus hogares y a ellos mismos. Tal y como la primera vez que ví a Cyrone, tal y como la última vez que ví a Emma.
—No lo veo desde que nos avisaron que los hombres de Cyrone vienen para acá —menudo cobarde, no merecía que Román se preocupara tanto por él.
—¿Están seguros que son los hombres de Cyrone? —mi pregunta me pareció tonta cuando la termine de pronunciar.
—¿Quién más seria?
La respuesta era obvia, al menos para mí. Pero no iba a decirla, Román fue el primero en oponerse a que yo entrara al palacio de Cyrone, no quería demostrarle que tenía razón, y que yo me había equivocado.
—Voy a detener ese carruaje —Román me miró con cara de pánico.
—¿Qué? ¿El brebaje te dejo loca? ¿Cómo piensas hacer eso?
—No es Cyrone quien viene en el, es Arion —trate de tranquilizarlo, pero olvide que él no sabía todo lo que había escuchado.
—Escapaste ¿Por qué quieres regresar a él?
—Por favor, Román —suplique—. Confía una vez más en mi.
No espere su respuesta, salí corriendo esquivando a las personas que cruzaban en mi camino. Escuché a Román gritar mi nombre durante unos segundos, después lo escuché gritar otro nombre y mi piel se erizo.
Podía ver el carruaje cerca, podía ver quién dirigía a los caballos, y también sabía quién venía detrás de mí.
—¡Detente! —grite frente a los caballos haciéndolos relinchar y elevar sus patas.
—¡Nessa! —pude escuchar la voz de Benjamín detrás de mí.
—¿Benjamín? —no sabía quién estaba más sorprendido, Arion de ver a Benjamín, o yo de ver que lo conocía.