Sangre de Alpha.

Capítulo 16.

-Aquí no está –Benjamín cerró la puerta de un golpe-. Veamos la de allá.

Camine detrás de él mientras nos dirigíamos a la siguiente puerta expectantes a lo que pudiéramos encontrar. Llevábamos dos días recorriendo el palacio en busca de Emma, Benjamín se había ofrecido a ayudarme mientras Arion mantenía a su padre vigilado. No perdía las esperanzas de encontrarla. Solo podía ver algo bueno a todo esto, en una de estas habitaciones había encontrado un mueble lleno de ropa de mujer. Un poco antigua, pero al fin servible.

-Nada –cerro la puerta-. Este lugar es lo suficientemente grande para perderse.

-Lo sé –conteste-. Arion lo menciono alguna vez.

Regresamos por el pasillo en el que habíamos entrado, dos vueltas a la izquierda y tres a la derecha, marcamos el lugar rasgando la pared con una piedra dibujando una flecha que indicaba la dirección por la que habíamos caminado.

-Ya casi no se notan las marcas en tu cuello –sentí mi piel erizarse tras el comentario de Benjamín.

No dije nada. Había mantenido en secreto el ataque de Cyrone, pero las marcas de sus manos en mi cuello me habían delatado.

-Arion podrá creer lo que dijiste, pero yo no –cerré los ojos ante el tono serio de su voz, no quería volver a hablar de eso-. El suicidio no es algo que vaya contigo. ¿Qué ocultas?

-Hay que volver –lo ignore-. Tengo hambre.

-Nessa –tomo mi brazo antes de que pudiera dar un paso-. Si estoy aquí es para ayudarte a encontrar a tu hermana y salgas de esto lo más rápido posible. No soy tu enemigo.

Benjamín nos ofrecio su ayuda para encontrar a Emma, Arion acepto enseguida afirmando que después de encontrarla tendría una razón más para salir de aquí, y solo así destruiríamos a Cyrone. No me negué, en verdad quiero encontrar a mi hermana pero no estaba segura de querer la ayuda de Benjamín, había muchos secretos de por medio.

-La verdad es que ya no sé lo que eres –me solté de su agarre y comencé a caminar.

-¿Qué? –pregunto-. ¿De qué hablas? No te he dicho más que la verdad. Es Arion quién te ha mentido.

Había tratado de mantener las cosas a raya a pesar de todas las incógnitas que había dentro de mi mente. Había aceptado para estar en compañía el mayor tiempo posible. Me aterraba que Cyrone me volviera a atacar, pero mi paciencia era corta.

-Eres parte de ellos ¿no es así? –cuestione sin verlo-. Eres un hombre lobo y eras un súbdito de Cyrone –no contesto-. Esa es la verdad ¿no es así? ¡Lo es! –Eleve la voz-. Román me dijo que en cada uno de los ataques que reciben de Cyrone y sus súbditos desapareces de una manera extraña ¿es que acaso atacas a los tuyos?

-¿Quién te lo dijo? –Camino hasta quedar frente a mí-. ¿Fue Arion?

-¿Quién más iba a hacerlo? –Choque las palmas de mis manos contra mis piernas en señal de frustración-. Todos aquí me han dicho las cosas a medias, todos me han mentido. Él único que ha sido honesto hasta ahora es Cyrone.

Por un momento reflexione lo que había dicho, era verdad, todos me decían la mitad a medias, incluyendo a Román. Pero me había delatado.

-Tienes razón, y Román también. Desaparezco cada luna llena para proteger a los míos ¿en verdad me crees capaz de atacarlos? Que poco me conoces, Nessa –Benjamín bajo la mirada-. Te diré todo lo que quieras saber, seré yo quien aclare tus dudas.

Me sorprendió que no preguntara nada de lo que había dicho, tal vez no había prestado total atención a lo último que dije. Su propuesta era tentadora, pero no podía confiar completamente en él. Traté de recordar todas las preguntas a las que les buscaba respuesta, pero desaparecieron de mi mente como si de un examen se tratara. Así que decidí preguntar lo más básico.

-¿Por qué desapareces cada luna llena?

-Ya te lo dije –bufo-. Protejo a los míos de los lacayos de Cyrone.

-¿Cómo? –seguí preguntando.

-¿No te lo imaginas? –Dio media vuelta quedando de espaldas a mí-. Los detengo, Nessa. Gracias a mí no todos logran atacar, no todos logran la transformación.

No podía soportar tantas emociones en tan poco tiempo. Mi mente estaba trabajando lo más rápido que podía. Tras lo que había dicho Benjamín todo lo que quería saber se resumía en una sola pregunta, y sin esperarla, yo sabía la respuesta.

-Eres de sangre negra –susurre afirmando, cubrí mi boca con mi mano ante el impacto de tal noticia.

-Nessa, espera... -lo interrumpí.

-Arion me lo dijo, cuando su sangre es negra su fuerza aumenta y un hombre lobo normal no puede detenerlos –cada vez faltaban menos piezas en el rompecabezas.

-No es lo que crees –trato de acercarse, pero fui yo quien se alejó.

-¡Es obvio! –Volví a elevar la voz- ¿Cómo puedes detenerlos tu solo? ¿Cómo es que puedes tocar la plata sin lastimarte? ¿¡Cómo puedes mentirle a todos!? –grite.

-¡Sí, mi sangre es negra! –Grito opacando mi voz-. ¡Pero no soy un maldito súbdito de ese hijo de perra!

-¿Qué es lo que quieres Benjamín? –Baje la voz-. ¿Qué es lo que esperas al ayudarnos?

-Quiero que te largues de aquí –contesto con desdén-. Quiero que encuentres a tu estúpida hermana y te vayas de este lugar, eso es lo que quiero.

Sus palabras habían atravesado mi pecho, no esperaba nada y aun así conseguí perderlo todo. El silencio volvió a llenar el lugar, y el dolor de cabeza comenzó repentinamente.

-Creo que debo irme –Benjamín estaba más calmado-. Sé que puedes regresar sola. Espero que puedas tomar buenas decisiones con lo que sabes ahora, no esperes a saber lo que hará Arion cuando se entere que no eres su compañera eterna.

No respondí, no había nada que decir. 
Perdida en mis pensamientos perdí la noción del tiempo, pronto me encontré sola en medio de un laberinto de paredes que cada vez era más confuso. Guarde la calma, con las marcas que habíamos hecho podría regresar. O eso esperaba.

Comencé a caminar de regreso abriendo una vez más cada una de las puertas que habíamos revisado, pero fue una en especial la que llamo mi atención.




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