Desperté de golpe con la respiración alterada, mi corazón latía con rapidez y mi cuerpo estaba envuelto en sudor. Observe todo a mi alrededor y vi a Arion aun dormido a un lado mío. Yo estaba envuelta en la delgada sabana y él estaba fuera de ella. Levanté la sabana con mucha lentitud, y mi respiración se tranquilizó cuando encontré mi ropa tal y como me la había puesto la noche anterior.
-Fue solo un sueño –susurre.
Sin embargo, aquel sueño me había dejado una duda que, más que alojarse en mi mente, se alojó en mi pecho, haciendo latir mi corazón con normalidad, sin prisas. Podía creer muchas cosas y podía cerrarme a esto que estaba pasando, pero la única idea que destacaba entre tantas es que las consecuencias de mis actos estaban saliendo a flote. Me estaba enamorando de alguien a quien no le pertenecía, y que tampoco me pertenecía. Pero había alguien más con quien no sabía qué hacer.
Me puse de pie con mucho cuidado para no despertar a Arion. Tomé un poco de ropa de uno de los cajones del pequeño mueble cerca de la ventana y con paso dudoso camine hasta el baño. El agua caliente era difícil de conseguir, sin embargo, con el clima cálido de las mañanas no hacía falta. Había perdido el miedo a estar sola ahí dentro, pero seguía siendo precavida. Y fue el ruido de la puerta siendo abierta lo que me puso alerta.
-Lo siento –Benjamín entró clavando la mirada en mí y luego observando a Arion acostado en la cama-. Tenemos que hablar.
No me acababa de acostumbrar a que entrara a este lugar como si fuera suyo, mucho menos me acostumbraba a que me viera con Arion. Por alguna extraña razón me sentía incomoda. Y más ahora con lo que había dicho el día anterior.
-Creo que no hay nada más que decir –conteste sin darle importancia-. Ya lo has dicho todo.
-Si piensas que vengo a disculparme estas muy equivocada, si regrese aquí no es por ti –respondió sin elevar la voz, al parecer ninguno de los dos quería que Arion se despertara-. Román quiere verte, está pasando algo extraño, y muy grave.
-¿A mí? –pregunte-. ¿Para qué?
-No lo sé, pero piensa venir hasta aquí con tal de hablar contigo –estaba apretando los dientes al hablar, la paciencia no era su fuerte.
-Es una locura, lo matarán en cuanto lo vean.
-Por eso estoy aquí, para que eso no pase –señalo la puerta con un movimiento de cabeza. Asentí en respuesta.
Espere a que saliera de la habitación y deje la ropa sobra el mueble de donde la había sacado. Reflexione un momento en sí debería esperar a Arion o no, pero sin duda él no me dejaría ir con Román y estaría en peligro. Decidí dejarlo dormir no sin antes tomar el diario que había encontrado en aquella habitación abandonada. Seguramente vería al señor Marín.
Salí de la habitación encontrándome con Benjamín observando todo alrededor, ambos esperábamos no ser vistos, ninguno era bienvenido en este lugar.
Seguí a Benjamín entre los pasillos que habíamos estado recorriendo buscando a Emma, y entonces entendí la oportunidad que estaba teniendo, iba a conocer la forma en la que él y Marín habían escapado del palacio de Cyrone. Sentía que era un punto clave para encontrar a Emma.
-Recordaras este camino ¿cierto? –Más que una pregunta, Benjamín había afirmado algo que era más que obvio-. Solo se prudente, Nessa, deja de hacer las cosas por impulso.
No respondí, era verdad lo que decía. Lo importante para mí ahora era aprender el camino para poder usarlo alguna vez más. Tres pasillos a la derecha y cuatro a la izquierda. Un nuevo pasillo sin recorrer, uno que no tenía marcas en la pared. Bajamos unas escaleras y el lugar se volvió ca da vez más oscuro.
-No podré ver nada –dije buscando alguna antorcha cerca que aún tuviera material para proporcionar luz por mucho tiempo.
-Tenemos una vista increíble, no es necesaria la luz –respondió con desdén.
-No soy una de ustedes ¿recuerdas?
-Todo el tiempo –susurro-. Tomaremos una de esas antorchas y cuando se termine yo te guiare.
No estaba convencida, pero sentía que el tiempo se terminaba. No fue necesario responderle, tomé una antorcha de la base de la pared y seguí caminando. Benjamín negó con la cabeza soltando una risita, se notaba que la situación le divertía, o más bien, yo le divertía.
Una puerta de madera se presentó frente a nosotros, era la única en ese estrecho pasillo. No tenía nada en especial, era normal, como todas las demás. Benjamín la abrió y me indico que pasara, justo detrás de él. Era una habitación como las demás solo un poco más pequeña, una cama vieja y un mueble viejo, nada interesante.
-Puede parecer insignificante, pero esconde muchas cosas. Un pasaje debajo de la cama, por ejemplo.
Levanto la cama sin esfuerzo y una pequeña puerta en el piso se hizo presente. Fue mi curiosidad la que decidió abrirla sin esperar a que dijera algo más. Y fueron mis piernas las que decidieron bajar las escaleras sin esperar a que mi mente reaccionara. El pasillo era aún más estrecho, solo había espacio para una sola persona y yo era la primera en ir caminando.
-Veo que tu relación con Arion va progresando –Benjamín comenzó a hablar-. Es grato verlo. Es como una señal de supervivencia.
-¿Una señal de supervivencia? –Su comentario me molesto, y no trate de ocultar mi enojo-. Eso lo es todo para ti ¿verdad? Tu estúpida supervivencia –seguí caminando-. ¿Cuánto tiempo tardaremos en salir de aquí?
-No mucho –contesto, ahora, con voz seria.
Los siguientes diez minutos fueron de silencio extremo hasta que la luz del día comenzó a iluminar el estrecho pasillo. Caminé más rápido ansiosa de ver el lugar donde saldríamos, ansiosa de salir y sentirme un poco libre, ver un rostro conocido y sobre todo, poder responder varias dudas.
-Espera –Benjamín me detuvo del brazo antes de que pudiera salir-. Las cosas están un poco tensas en el lugar, por favor, se directa con Román.