Sangre de Alpha.

Capítulo 18.

—La luna roja es la luna más grande del año. Es un fenómeno que normalmente ocurre cada diez años, pero este es especial –no podía describir las emociones de Román, parecía emocionado, nervioso y frustrado al mismo tiempo—. Está ocurrirá exactamente en la misma fecha que hace cien años. Nessa, es obvio que Cyrone hará algo grande, algo que dará nuestro fin –respiro hondo—. Y es obvio que Arion será parte de esto.

Escuche a Román con atención, todo lo que decía sonaba como un cuento de terror de nunca acabar, a cada momento las cosas cambiaban y, aunque ya no me sorprendía, siempre había algo nuevo que saber. Él esperaba algo de mí, algo que ninguno de los dos sabia con claridad. Trate de omitir la presión en mi pecho al escucharlo mencionar a Arion, él no lo conocía como yo ni estaba al tanto de lo que me había dicho. No lo culpaba, era culpa de su padre que pensaran así de él.

—Tenemos que hacer algo –recalco lo obvio.

—¿Qué propones? –pregunte. Seguíamos susurrando.

—Una rebelión –estaba decidido, podía notarlo en su mirada—. Nessa, una buena organización nos llevara a una victoria segura.

—Román, nos ganan en número y fuerza –no quería ser pesimista, pero si realista—. No tenemos como defendernos.

—No aún –sonrió—. Es por eso que Eleonor está fuera de aquí.

—¿Eleonor? –repetí—. ¿Desde cuándo son tan amigos con la señora Clifford?

—Eso no importa ahora –respondió nervioso.

—Tienes razón –cambie de tema, después aclararía eso—. Lo importante es que me digas como es que logro salir y por qué no se fueron con ella.

—Hay que ser precavidos, Nessa. Una ausencia no se nota –Román volvió a ponerse serio, pero esta vez podía notar algo de nostalgia en sus ojos—. La idea salió después de escuchar cierto comercial en la vieja radio de mi abuelo.

La mención del señor Marín me recordó el pequeño diario que traía conmigo, sin embargo, este parecía no ser el momento indicado para mencionarlo. Ni para preguntar el porqué de su ausencia.

—Yo idee el plan, yo busque a Eleonor y ella acepto.

—No estoy entendiendo nada, Román –habíamos dejado de susurrar.

—Tu padre te está buscando –clavo su mirada en la mía—. El mensaje de la radio te menciona a ti y a tu hermana. No es la primera vez que transmiten ese mensaje, y puedo asegurar que tampoco fue la última.

Mis ojos comenzaron a picar, la nariz me dio comezón y no pude detener las lágrimas que resbalaban por mis mejillas. Una buena noticia en medio de la tempestad, mi padre estaba vivo, y nos estaba buscando. Román me rodeo con sus brazos y pude recargar mi frente en su hombro. Me sentía feliz y con más ganas de terminar con todo esto. Sentía que el fin estaba cerca.

—Llora, Nessa –dijo con voz dulce mientras seguía abrazándome—. No eres débil por hacerlo, es necesario para liberar las emociones que se retienen en nuestra garganta.

No pudo decir más cuando los gritos inundaron el lugar. Sequé mis mejillas e intercambiando una mirada con Román corrimos hacia la puerta. Antes de que él abriera la puerta recorrí la pequeña y vieja sala con la mirada, no sabía que estaba buscando, pero no había nada que me interesase. Tal vez buscaba algo sobre Marín, tal vez si era necesario preguntar por él.

—¡Es uno de ellos!

—¡Hay que matarlo, no viene armado!

Fue lo primero que escuche después del sonido de la puerta al abrirse, mi corazón se aceleró al idearse lo peor. Salí corriendo justo detrás de Román hasta llegar a la mitad de la plaza donde la gente estaba amontonada. Pude ver el carruaje de Arion y mis dudas fueron resueltas.

—¡Déjenme pasar! –intente abrirme paso entre las personas al no poder ver nada, pero me era imposible lograrlo.

—¡Mátenlo! –gritaron más fuerte haciendo que entrara en pánico. No podían matarlo, no debían.

—¡Deténganse! –volví a gritar—. ¡No lo hagan! –pero nadie me hacía caso.

Con la adrenalina recorriendo mi cuerpo comencé a abrirme paso entre la gente. No sabía de donde sacaba las fuerzas para empujarlos, no sabía de donde había sacado la habilidad para poder pasar en pequeños espacios, solo hasta que estuve frente a él viendo cómo intentaban amarrarlo entendí el porqué. Mi respiración se aceleró al verlo luchar contra el lazo que rodeaba su cuerpo y le impedía el movimiento de sus brazos, estaba hincado con las miradas llenas de odio clavadas en él.

—¡Suéltenlo! –me lancé sobre él intentando alejar el lazo de su cuerpo. Solo así todos guardaron silencio.

—Nessa –Arion me miro con algo de culpabilidad dejando de luchar contra el lazo enredado en su cuerpo.

—Aléjate de él, Nessa –dijo uno de los hombres que había dicho apoyarme—. Es nuestra oportunidad de acabar con un sangre negra.

—¡Su sangre es roja! –seguí gritando—. Yo la he visto.

—Sigue siendo un súbdito de Cyrone –contesto alguien más.

—No es un súbdito –interrumpió Román, no sabía dónde estaba, yo tenía la mirada perdida en la de Arion—. Es su hijo.

La gente comenzó a murmurar y muchos comenzaron a gritar que me quitara, que lo torturaran, que lo mataran. No podía asimilar la idea de que quisieran matarlo, trataba de entenderlos pero no podía.

—¡Nessa, es tu oportunidad de ser libre! –logre escuchar a Román justo en el extremo de donde yo me encontraba. Nuevamente las personas guardaron silencio—. Ya no serás su esclava.

Aparte la mirada de Arion y al ver que los hombres ya no hacían presión con el lazo sobre su cuerpo, me separé de él. Me puse de pie y volví a secar mis mejillas, no me había dado cuenta que nuevamente estaba llorando pero si sabía la razón.

—La verdad es que nunca fui su esclava –gire para ver a Román justo detrás de mí junto a toda la gente, al parecer se había acercado—. Me ha demostrado que no es igual a su padre y también me demostró cómo es que podemos derrotarlo y le creo, yo confío en él —podía ver la cara de sorpresa de todos los presentes—. Si lo matan a él, me matan a mí –comencé a elevar la voz—. ¡Él es mi pareja eterna, y lo amo!




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