Sangre de Alpha.

Capítulo 22.

—Déjame ver eso –me acerque a Román con la intención de quitarle el diario-. Quiero leerlo.

Román alejo el pequeño libro impidiéndome ver algo. Su rostro estaba serio, y no se inmutaba ante mi mirada de enojo.

—¿No se puede transformar? –pregunto aún más serio.

—No –conteste-. También bebió un brebaje bajo la influencia de Marín.

—Entonces ellos dos eran muy cercanos ¿no? —no respondí, la respuesta era obvia-. Nessa, sé que no tomaras esto de buena manera pero —se alejó de mí con el diario en su mano-. Marín es un experto mintiendo ¿No crees que Arion esté haciendo lo mismo?

—¿Qué? No —me negué siquiera a pensarlo-. ¿Por qué aria eso? No tengo nada que él quiera.

—Piénsalo bien —comenzó a caminar de un lado a otro-. ¿Crees que ellos no saben esto? Marín y la dueña de este diario tuvieron algo, podría jurar que Marín sabe de esto.

—Pero es obvio, de saberlo, ya abrían hecho lo posible por encontrar a la verdadera pareja eterna de Arion –me dolía decir eso en voz alta.

—A menos que ya la hayan encontrado.

Las palabras de Román me estaban haciendo dudar, tenía esa habilidad de convencer a las personas de creer en lo que decía. Aun así, quería seguir fingiendo que no entendía a qué quería llegar con todo esto, pero ya lo esperaba, lo sentía venir.

—Y estén esperando algún tipo de evento especial para volver a transformarse.

—Román –susurre como una súplica para que no lo dijera.

—Emma.

Imposible. Era imposible. Tenía que serlo.

Pero no, eso era posible. Habían pasado tantas cosas que no me parecía algo imposible. La primera vez que pise el palacio, Cyrone advirtió mostrarle a su hijo que yo no era su pareja eterna, pero eso Arion ya lo sabía. Si esto era verdad, Arion estuvo jugando conmigo todo este tiempo.

—Tenemos que encontrarla –reprimí los sentimentalismos muy dentro de mí-. Y Benjamín no nos dirá nada. Estamos solos en esto.

—Recuerda que es solo una posible teoría –volvió a abrir el diario-. Debe haber algo más aquí.

Seguí moviendo las cosas dentro del cuarto de Marín en busca de la espada, o más bien, de mis pensamientos. No podía seguir desviándome de mi principal objetivo; encontrar a Emma. Después pensaría en cómo salir de aquí, aunque con la señora Clifford fuera de Nowearland, mis esperanzas de que nos salvaran eran grandes. 

Perdida en mis pensamientos, la imagen de Arion atravesó mi mente. Ya había aceptado mis sentimientos hacía él y ahora estaba la posibilidad de que todo fuera mentira y de que mi hermana fuera su pareja eterna. ¿Qué pensaría Emma de esto?

—Nessa –Román llamó mi atención-. Tengo otra teoría.

—¿Cuál? –pregunte sin ganas de saberla.

—Emma está dentro del palacio –dijo con firmeza-. No hay lugar aquí donde pueda estar.

—¿Por qué lo dices? –trate de entenderlo, pero Román siempre hacía de todo esto un rompecabezas.

—No hay ningún pasaje escondido y Arion no lo sabe, pero Benjamín si –sonrió-. Pueden parecer ser datos insignificantes, pero esconden muchas cosas.

La confesión de Román me hizo recordar lo que Benjamín dijo antes de entrar a aquel pasaje que nos sacó del palacio "Puede parecer insignificante, pero esconde muchas cosas. Un pasaje debajo de la cama, por ejemplo".

—Ya sé dónde está Emma.

Corrí lo más rápido que pude alejándome de Román, lo escuche gritarme varias veces haciendo caso omiso a sus gritos. Esquive a todas las personas que se interponían en mi camino, incluso, ignore a quienes tenían a Benjamín aun acorralado exigiéndole que dijera la verdad.

Ya no necesitaba que lo dijera.

Sentía las lágrimas acumularse en mis ojos, todo este tiempo ella había estado cerca de nosotros todo este tiempo y yo no había sido lo suficientemente audaz para darme cuenta. Un palacio lleno de enredos y un supuesto guía que no hacía más que alejarme de mi objetivo.

Me salí del camino de piedras y comencé a buscar el lugar por donde Benjamín me había enseñado para salir. Un marco de piedras antiguo escondido entre yerbas altas y ramas de árboles caídos.

—¡Esta oscuro! –grite a Román que venía detrás de mí.

—Nessa ¿Qué es este lugar? –se acercó recobrando el aliento.

—Este es el pasaje por donde Benjamín entra y sale del palacio sin problemas –mi pecho subía y bajaba al ritmo de mi respiración, no podía quedarme quieta, buscaba por todos lados algo que pudiera usar para iluminar mi camino-. ¡Emma está aquí!

—¿Qué? –pregunto confundido sin saber que hacer-. ¿Cómo lo sabes?

—Benjamín dio varias pistas cuando me mostro este pasaje –tomé una rama gruesa analizando si podía usarla o no-. La entrada está debajo de la cama de una de las tantas habitaciones del palacio… ¡Necesitamos luz! –grite al ver que no se movía-. Dijo que parecía una habitación normal pero que escondía muchas coas, estoy segura que hablaba de Emma.

Note que Román no estaba convencido con lo que decía, pero no había tiempo para más explicaciones, era momento de actuar. Lo único que nos detenía en este momento era la falta de luz dentro del pasaje.

—El camino es recto, podremos hacerlo sin luz –sin esperar respuesta ni pensarlo dos veces entre en aquel oscuro y estrecho pasillo.

—¡Espera! –Román entro detrás de mí intentando detenerme.

Toque las paredes que se encontraban en mis costados tratando de guiarme con ellas. Sentía el frio en mis manos y no podía ver nada dentro de la oscuridad. Comencé a acelerar el paso, era el momento de terminar con esto, de salir de aquí, de ser libres y reencontrarme con mi padre.

El tiempo me iba muy lento, no recordaba lo largo que había sido pasar por aquí. El jadeo de mi boca y la de Román no opacaban por completo el sonido de nuestros pasos al darlos. Estaba ansiosa.

—¡Ay! –me tropecé con las escaleras.

—¿Estas bien? –Román choco conmigo cayendo a un lado mío.

—¡Es aquí! –exclame poniéndome de pie ignorando el dolor de la caída.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.