Sangre de Alpha.

Capítulo 23.

Encontré a Emma junto a un charco de sangre.

No respondía.

No se movía.

—¡Emma! –grité al borde de las lágrimas dejándome caer a su lado.

—Tenemos que llevarla con Estela –Román la tomo en brazos con mucho cuidado-. No hay tiempo que perder.

Salió del lugar y tarde unos segundos en seguirle el paso. Emma había estado tan cerca de mí y no había podido darme cuenta antes. ¿Cómo saberlo? Este supuesto palacio es una trampa sin fin que tal vez nunca podría terminar de conocer. Y con Emma conmigo, ya no había razón más para tener que conocerlo.

—¿Quién pudo hacerle esto? –Pregunte a Román entre lágrimas refiriéndome  a Emma-. ¿Quién querría matarla?

—La misma persona que la encerró aquí –aseguro mientras colocaba a Emma sobre la vieja cama.

—Pero ¿Por qué? ¿Con que intención? –seguí preguntando tratando de entender o tener una idea.

—A estas alturas ya no sé qué pensar, Nessa –Román se paró frente a mí y coloco sus manos sobre mis hombros-. Tu hermana aún tiene pulso, pero tenemos que llevarla con Estela lo más pronto posible, después buscaremos las respuestas a todas estas preguntas, ¿está bien? –Asentí en respuesta-. Ahora, necesitamos luz para salir de aquí.

Busque alguna antorcha cerca sin encontrar alguna, tenía que salir de esa habitación para quitar alguna del otro pasillo.

—¿A dónde vas? –pregunto Román antes de que abriera la puerta.

—Por una antorcha al otro lado –conteste sin más.

—No, vámonos –movió la coma con sumo cuidado dejando libre paso al pasaje por donde habíamos entrado-. Alguien puede estar cerca.

—En esta parte del palacio no hay nadie –aseguré.

—Aun así, Nessa –tomo a Emma en brazos-. No podemos arriesgarnos, es mejor que nos vayamos. Es obvio que Benjamín no era el único que sabía el paradero de Emma.

—Sí –conteste por lo bajo-. Yo iré detrás.

Román comenzó a bajar las escaleras de aquel oscuro pasaje con mucho cuidado y yo lo seguí sin perder tiempo. Nuestro paso era rápido sin que llegáramos a correr, una vez fuera de aquel lugar, Román comenzó a trotar.

—Adelántate –dijo entre jadeos-. Asegúrate de que Benjamín no se entere de que tenemos a Emma. Y busca a Estela.

Corrí por la calle de piedra tan rápido como pude, busqué a Benjamín pero parecía que aún tenía muchas cosas que aclarar a los hombres que lo tenían, entonces busque a Estela encontrándola junto con las demás mujeres preparando lo que parecía ser más comida.

—¡Estela! –grite llamando su atención.

—Nessa, ¿Qué sucede? –llego hasta mí.

—Es Emma…

—¿La encontraste? –pregunto sorprendida.

—Sí, pero está muy mal, tienes que ayudarla. La encontramos inconsciente y en medio de un charco de sangre –todas las mujeres comenzaron a acercarse-. Por favor, Benjamín no puede enterarse.

—Tranquila, no lo hará –dijo una de las mujeres frotando mi brazo.

—Voy a necesitar un poco de agua –Estela se dirigió al grupo de mujeres a nuestro alrededor-. Y todo lo que tengan en sus botiquines –comenzaron a dispersarse ante las instrucciones de Estela-. ¿Dónde está? –volvió a preguntar haciendo énfasis con las manos.

—Román viene con ella en brazos –Estela me llevo con ella hasta la entrada de su pequeña casa, vimos a Román llegar fatigado pero sin perder el cuidado por Emma.

—Estela, perdió mucha sangre pero aun respira –Román sonaba desesperado.

Con un movimiento de manos Estela nos indicó que entráramos a su casa, guio a Román por el mismo lugar por el que yo salí cuando Cyrone me disparó. Los seguí hasta que Estela me detuvo.

—Creo que es mejor que esperes aquí afuera –sonrió.

—Ayuda a mi hermana, te lo suplico –estaba al borde de las lágrimas.

Estela entro a donde Emma y comenzó a darle indicaciones a Román. Frote mis brazos con mis manos y me recargué en la pared más cercana, cerré los ojos dejando escapar las lágrimas detenidas en mis ojos. Había encontrado a Emma, había cumplido mi objetivo en este lugar pero, ¿ahora qué?

Habían traído el agua, gasas, un poco de alcohol y desinfectante que alguien encontró entre las cosas de sus botiquines. Estela y Román llevaban media hora atendiendo a Emma y ninguno me decía lo que pasaba. Me reconfortaba pensar que las malas noticias se saben pronto, y si las noticias de Emma tardaban, seguro eran buenas.

—Nessa –una voz conocida me saco de mi zona de confort para ponerme alerta.

—Señora Hill –su rostro delataba su tristeza y el cansancio que seguramente sentía-. ¿Qué hace aquí?

—Estela dejo que me quedará aquí hasta que las cosas allá afuera se calmaran –sonrió sin ganas.

Podía imaginar por lo que estaba pasando, pero aun así no podía dejar de pensar en que ella también pudo haber sido parte de ellos.

—Mi hijo no es malo, Nessa –sorbió la nariz-. Es solo que está desesperado.

—¿Desesperado de que mi hermana y yo nos vayamos de este lugar? –Me puse a la defensiva-. Dígame algo señora Hill, ¿Usted también vivió en el palacio? ¿También conoce a Cyrone? ¿También es una súbdita?

—Yo era una trabajadora de Cyrone –contesto-. Pero no soy parte de ellos. Soy humana.

—¿Una humana viviendo en el palacio? —Pensé en voz alta-. No puede esperar a que le crea.

—Tienes razones para dudar, pero este es un mundo que no conoces –enderezo los hombros y  con la frente en alto añadió-. Mi hijo se ha equivocado, pero su corazón no ha cambiado.

—Su hijo es parte de ellos, su sangre es negra –conteste de la misma forma en la que ella estaba hablando, alzando la voz-. Tenía a mi hermana cautiva mientras fingía ayudarme a encontrarla. Benjamín entra y sale del palacio como si nada.

—Mi hijo nos protege todas las noches de luna llena –dio un paso hacia mí-. No es ningún traidor como lo han llamado. Tú no tienes nada que hablar de él. Ya te lo dijo antes, no eres ninguna heroína y no lo serás.




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