Ya adentrada la noche, el silencio se hizo perturbador. La sola idea de que Arion transformado en esa espeluznante bestia apareciera me quitaba el sueño. Pero, el no escucharla y la tranquilidad del lugar, me aterraban aún más.
—¿Cómo es que todo se salio de control tan rápido? –pregunte al aire sabiendo que el único que me escuchaba era Román.
—No se puede descontrolar algo que nunca tuvo control, Nessa –sonreí ante su comentario, era cierto.
—Ya no podemos seguir improvisando –gire para verlo, ambos estábamos fuera de su casa recargados en la pared, contemplando el cielo lleno de estrellas y esperando lo peor-. Tenemos que idear algo que nos asegure la victoria contra Cyrone.
—Tu idea de pedir ayuda a Benjamín puede funcionar –mantuvo la mirada al frente-. Se ha excusado frente a todos diciendo que solo nos protegía, nos ayudaba y resguardaba.
—Es curioso que su madre allá dicho lo mismo –dije sin pensar siguiendo la dirección de su mirada.
—¿La señora Hill? –Pregunto extrañado alejándose de la pared-. ¿Dónde está? –gire encontrándolo muy nervioso.
—En casa de Estela, creí que lo sabías –me separe de la pared-. Habló conmigo antes de que me fuera con Arion, dijo que nunca saldría de aquí.
Román se quedó pensativo volviendo su mirada hacia el cielo. Se veía tan tranquilo que me daba envidia. Mi cuerpo estaba tenso que hasta los dientes me dolían de lo fuerte que apretaba la mandíbula contra el maxilar.
—Si una chica estuvo dispuesta a todo por su hermana –volvió a hablar-. ¿Qué crees que esté dispuesta a hacer una madre por su hijo?
—¿De qué hablas? –pregunte teniendo una idea de lo que estaba diciendo.
—Lo diste todo por tu hermana, ¿Qué crees que haga Clementine por su hijo?
—No confiaría en ella si fuera tu –sentencie-. Ni en nadie que allá estado en el palacio y haya salido de él.
—Tú lo hiciste.
Suspiré.
—Está a punto de amanecer, si queremos hablar con Benjamín tenemos que hacerlo a primera hora –caminé hasta la puerta-. Necesito algo limpio y afilado.
—¿Estás segura de eso? –pregunto siguiéndome.
—No perdemos nada con intentarlo –caminé hasta el pequeño mueble de la cocina y comencé a abrir cada uno de los cajones.
—Acabas de decirme que ya no podemos seguir improvisando y ahora ¿sigues con esa idea? –La voz de Román había subido de tono-. No es la misma situación, Nessa.
—Si Cyrone puede controlar a Arion a base de su sangre, ¿por qué no podría controlar a Benjamín con la mía? –intenté mantener la calma. Ya había hablado de esto con él, aunque solo se había quedado en una vaga idea.
—Por qué no es lo mismo –se acercó hasta mí y cerro de golpe el cajo que había abierto-. Arion no podía transformarse pero Benjamín sí y sobre todo, él ya es uno de ellos.
Román tenía razón, pero estaba dispuesta a intentarlo todo para salir de aquí, y, si es posible, salvar a Arion. Cualquier cosa que hiciera, tenía que funcionar.
—Tengo que intentarlo –susurre mirándolo a los ojos-. Estoy desesperada Román, esta es la única idea que se me ocurre ahora. Benjamín no querrá ayudarnos después de todo lo que ha pasado y si actuamos rápido, las cosas empeorarán. Yo realmente me enamoré de Arion, quiero salir de aquí y quiero salvarlo.
—Nunca te había escuchado ser tan sincera –Román dio un paso hacia atrás alejándose de m y del cajón que había cerrado-. Supongo que podemos improvisar una vez más.
Sonreí en su dirección mientras habría el cajón. Una navaja yacía dentro junto a unos pocos cubiertos. Sobre la mesa, Román había dejado un vaso de vidrio junto al diario de Hespper y de algún lugar había sacado una botella de lo que parecía ser vino.
—Esperemos que esto disimule el sabor –sonrió nervioso.
—Iré yo sola –espere a ver su reacción pero no pude descifrarla-. Quiero saber la verdad de todo y si estás ahí no la dirá.
—Lo sé –exhalo-. Me quedaré con Emma, pero ten mucho cuidado.
Asentí como respuesta y tome el vaso de vidrio acercándolo a mí. Acerqué mi mano presionando la punta de la navaja sobre mi palma, el ardor se hizo presente y seis gotas de sangre cayeron dentro del vino.
—Es suficiente –Román alejo la navaja de mi mano-. O notará el sabor.
Revolví los líquidos con una pequeña cuchara, cuando decidí que estaba listo tome el vaso junto con el diario y camine hasta la puerta. Gire hacia atrás para ver a Román formulando un "suerte" con sus labios y salí de su casa. El sol ya había salido y la gente comenzaba a salir de sus casas.
Nerviosa y con el pulso a mil por hora, caminé a paso decidido hasta donde Benjamín se encontraba resguardado.
—Necesito unos minutos a solas con él –indique a los guardias en turno.
Dudaron un poco, pero al final aceptaron.
Benjamín dormía sobre el frio suelo sin nada que lo cubriera.
—Debo admitir que tu visita llegó más tarde de lo que esperaba –se pudo de pie a penas entre a la celda que le habían preparado-. Pero no esperaba un regalo.
Traté de mantener una expresión neutra al estirar el vaso hacia él. Lo acepto y sin preámbulos lo tomo hasta el fondo.
Y espere, pero nada pasó.
—Necesito hablar contigo –comencé a hablar cuando me di cuenta que no había funcionado el gran plan que había pensado.
—No me interesa -me dio la espalda.
—Necesito tu ayuda –solté sin pensar.
—¿Mi ayuda? –se giró hacia mí-. ¿La ayuda de un traidor? –se rió-. La gran Nessa Morones pidiendo ayuda. Dime ¿Qué hiciste mal esta vez?
—Todo.
Benjamín me miro durante unos segundos. Justo cuando creí que lanzaría otro de sus malos comentarios o me pediría que me fuera, algo en su mirada cambio.
—Habla –dijo con voz neutra.
—Cyrone logró que Arion se transformará –fui directo al problema.
—Imposible –se acercó un paso-. Solo puede lograr eso con su pareja eterna.