—¿Bueno? –contesto al escuchar mi teléfono sonar tres veces.
—¡Ne-ssa! es… al de… ah… –la voz de Román se escucha distorsionada y entrecortada.
—No entiendo –me muevo de lugar esperando obtener más señal-. ¿Hola? –vuelvo a hablar al mismo tiempo que escucho como se corta la llamada.
Me paro junto a la ventana observando el enorme campo verde que rodea la universidad y me dispongo a regresar la llamada, sin embargo parece que la señal ha muerto, mi llamada ni siquiera fue procesada.
—Qué extraño –susurro checando la señal en la pantalla del teléfono encontrando la leyenda “sin conexión”.
Observo la hora y me limito a tomar la mochila sobre el escritorio del cuarto compartido en el que ahora vivo. La llamada de Román me ha dejado algo intrigada, hace un par de días que la señal está fallando en todo el campus, incluso las computadoras se han vuelto inútiles sin internet.
—¡Hey, Nessa! –Mi nueva amiga se acerca para entrar juntas al salón de historia-. ¿Has visto a Mar?
—No –contesto-. Salió por la noche y no regreso al dormitorio.
—No puedo comunicarme con ella y debemos entregar nuestro proyecto antes del medio día –suspira mientras nos sentamos en una de las bancas dobles-. Creo que tendré que hacer su parte, otra vez.
—No entiendo por qué sigues haciendo equipo con ella –le señalo-. Siempre te hace lo mismo.
Azul se queda en silencio por un momento, mismo en el que analizo lo que está sucediendo a mí alrededor. Noto como varios de nuestros compañeros señalan sus celulares tal parece que también les está fallando la señal. Comienzo a pensar que es algo bastante extraño, en el tiempo que llevo aquí, nunca había pasado esto.
—¿Azul? –llamo la atención de mi amiga sin dejar de observar a nuestros compañeros.
—¿Sí? –contesta en tono extraño.
—¿Puedes prestarme tu teléfono? Me han llamado de casa y la señal comenzó a fallarme –explico.
—Llama desde el mío –la voz de Nate nos interrumpe-. Acabo de hablar con mi hermano y la señal funciona muy bien.
—Gracias –contesto recibiendo el teléfono en mis manos mientras intento recriminar a Azul con la mirada al escucharla hacer “uuuh” con lo que acaba de pasar.
—¡Nate! –Lo llama Azul-. ¿Sabías que Nessa está considerando intentar de nuevo para la St. Joints?
Ignoro el comentario de Azul y me dispongo a introducir el número de Román para comenzar a escribir el mensaje. Sin embargo, mi corazón no puede pasar por alto lo que no ir a la Universidad de St. Joints significa.
Dos semanas antes de que las clases iniciaran Román me alerto de que en las noticias de internet circulaba una nota de vital importancia para nosotros. Cerca de aquella universidad se había tenido avistamientos de seres endemoniados enviados desde el mismo infierno, o eso es lo que la nota ponía en el titulo para llamar la atención. Pero, fue aquella fotografía que nos mostró lo grave de la situación.
“Román, soy Nessa. La señal de los celulares ha muerto dentro del campus, puedes comunicarte conmigo por mensaje a este número. Saluda a Emma y a papá de mi parte.”
Un par de siluetas bastante conocidas para nosotros se lograban distinguir en la oscura imagen. No dude un segundo en pedir el cambio de institución y. afortunadamente, lo obtuve. Si Arion y Benjamín estaban cerca de ese lugar, yo no quería estarlo. No era sano.
—Tomen asiento.
La indicación de la profesora me saca de mis pensamientos después de darle enviar al mensaje. Nate me deja su teléfono mientras se dirige a su asiento y se lo agradezco con una pequeña sonrisa. La clase comienza con normalidad y trato de poner toda la atención posible, los exámenes finales están por comenzar y deseo tener buenas notas. El ambiente se torna extraño cuando, después de recibir un mensaje, la profesora nos indica que debe acudir a la dirección, no sin antes repartirnos una hoja con las indicaciones para el trabajo final.
—¡Tema libre! –Azul se emociona al leer las indicaciones que nos han entregado-. ¡Nessa, por favor! Déjame escoger el tema.
Sonrío ante su acción de unir las palmas de su mano ante su suplica.
—¿Qué tema te interesa? –pregunto sintiendo el celular de Nate vibrar en la bolsa de mi chaqueta.
—Hay una parte de la mitología Griega que me fascina.
Trato de escucharla mientras leo el mensaje de respuesta de Román.
“Arion está en Ruse”
—¡Hablemos de los hombres lobo!