Sangre de demonio

Capítulo 7.

          - ¿Qué pasó aquí? - pregunté al llegar a nuestra habitación. Varios pantalones estaban tirados por el suelo y Amanda estaba apoyada en la puerta cerrada del baño. Desde dentro se escuchaba la voz amortiguada de Julia quejándose.

          - Le acaba de bajar la regla.

          - ¡Qué vergüenza! - gritó mi amiga desde dentro. Mi cara era de confusión, y Amanda pareció darse cuenta porque siguió hablando.

          - Ya habíamos acabado de desayunar e íbamos a irnos. Julia se levantó y vio que su silla estaba completamente manchada. Salió corriendo del comedor y nosotros la seguimos.

          - Y aún por encima a mi lado estaba sentado un chico guapísimo - dijo saliendo del baño con una expresión de exagerada tristeza. Saltó sobre la cama y quedó tumbada boca arriba.

          - ¿Te has podido cambiar? - pregunté

          - Sí - se sentó -, sorprendentemente en ese baño hay de todo.

          - Buenooo... - empezó diciendo Amanda y dirigió su atención de nuevo hacia mí - ¿Qué tal con tu príncipe?

          - Para empezar no es un príncipe, es el Rey - corregí -, y respondiendo a tú pregunta... Bastante bien.

          - ¿Eso es sinónimo a que hubo beso? - esta vez fue Julia la que preguntó impaciente.

          - No, pero casi - contesté colorada. Ellas empezaron a chillar.

          - Pero... ¿Qué pasa con Daniel? - preguntó Julia.

          - ¿Daniel? - dije yo extrañada.

          - Sí, se nota que le gustas - contestó Amanda -. De hecho nos preguntó si tenías novio.

          - No lo sé. Sí, me parece guapo y es muy amable, pero... No sé.

          - Vamos. El pobre chico se pasa babeando por ti todo el día - me animó Julia con una sonrisa, y yo imité su gesto.

          - Está bien - dije con determinación -, pero antes le invitaré a dar un paseo esta tarde y así poder conocerle mejor.

          - ¡Esa es mi amiga! - dijo Julia saltando de alegría, pero en unos segundos paró y su expresión se transformó en una de pánico - Mierda. Ahora vuelvo - y salió corriendo hacia el baño. Amanda y yo nos miramos y empezamos a reír.

          - ¡No tiene gracia! - gritó desde el otro lado de la puerta, pero eso solo hizo que nuestras risas se intensificaran.

 

“ - Vamos Irene, no es tan difícil - Me decía a mí misma en la cabeza.”

Terminamos ya la comida y estábamos a punto de levantarnos. Sentía las miradas de mis amigas sobre mí y mis mejillas cada vez estaban más rojas. De vez en cuando miraba de reojo a Daniel, el cual estaba a mi lado, y este también me estaba viendo. Inspiré hondo, conté hasta tres y por fin lo solté.

          - Daniel, ¿te apetecería ir a dar un paseo? - vi que a este se le habrían mucho los ojos y sus labios se curvaron en una sonrisa. Julia y Amanda estaban a punto de aplaudir.

          - Claro - dijo y se levantó de su silla. Yo hice lo mismo y salimos del comedor.

 

El pasillo estaba completamente desierto excepto por varios guardias con un par de oscuras alas y cuernos cada uno, que vigilaban la zona. Cruzamos el pasillo en incómodo silencio hasta que Daniel empezó a hablar.

          - ¿Cómo es que me has invitado a pasear?

          - Quería pasar tiempo y conocerte - contesté nerviosa.

          - Seguro que Julia y Amanda tuvieron algo que ver con esto - rió.

          - ¿Cómo lo sabes? - ahora era yo la que preguntaba.

          - He visto sus reacciones en el comedor, además, seguro que no son capaces de mantener la boca cerrada por mucho tiempo.

          - La verdad es que parecen muy impulsivas, pero saben guardar un secreto cuando es algo importante.

          - Es bueno tener amigas así.

          - Sí - en ese momento el recuerdo de cuando Julia y yo nos conocimos vino a mi mente.

Teníamos seis años. Ella estaba jugando sola con una muleca de trapo en el patio del colegio. Recuerdo que ningún niño se acercaba a ella porque decían que era bruja, y ahora sabía porque. Me acerqué a ella lentamente dejando a tres niñas con las que estaba atrás.

          - ¿Puedo jugar contigo? - pregunté cuando llegué a su lado. Sentía las miradas de desprecio de mis compañeros clavadas en la espalda. Julia giró la cabeza en mi dirección y no dijo nada, tan solo se encogió de hombros y volvió a bajar la mirada.

Pegué mi culo contra la suave hierba justo delante de ella y crucé las piernas. Me quedé mirando como acariciaba el pelo oscuro de su muñeca, la cual, ahora de cerca, se parecía mucho a ella.

          - ¿Esa eres tú? - pregunté pero la única respuesta que conseguí fue un asentimiento.

          - Es una muñeca muy bonita - quería que hablara conmigo, pero no lo hizo -. Te llamas Julia, ¿verdad? - volvió a asentir - Pues en ese caso encantada de conocerte - alargué el brazo -. Yo me llamo Irene.

Ella levantó la cabeza lentamente y miró mi brazo, para después arrastrar sus ojos hasta mi cara. La comisura de su boca se contrajo y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. Estiró el brazo al igual que yo y estrechamos nuestras manos. Aquel gesto se llevó por delante un montón de amigos, pero no me importó en absoluto.

A partir de ese momento hemos sido amigas inseparables.

 

· Nota de la autora:

Este es uno de esos capítulos que no sabía que escribir y fui poniendo lo primero que se me ocurría. Al final creo que no me quedó tan mal, pero escribidme en los comentarios que os ha parecido.

De aquí en adelante la historia se empieza a poner interesante, asique estad atentos y no os perdáis ningún detalle. Os espero en el siguiente capítulo y muchísimas gracias por leer mi libro. ❤😘

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