En la recámara de Elaeria,
La puerta quedó detrás como una línea cerrada. Dentro, el olor a resina y nieve vieja imponía un orden simple: por allá, justo a la derecha, había una mesa de trabajo, dos sillas, el mapa apagado, una lámpara de aceite que no necesitaba luz y, al fondo, una escalera de caracol. Elaeria y Helaena se sentaron sin prisa. Cuando dos hadas deciden hablar de límites, el mundo convenía a guardar silencio.
—Cuentamelo todo —pidió Elaeria—. Y sin adornos.
Helaena no respiró hondo; empezó, como hacen los que han mandado columnas en invierno:
—Como lo vuelvo a repetir, el humano es solo un muchacho, no nació con grandes señales, ni con una marca del héroe, ni nada por el estilo, en un muchacho común y corriente del día a día. Pero sus acciones parecen crear patrones en cadena que otros parecen tentados en replicar. No porque él lo mandara, sino porque lo vieron posible, lo que hizo en contra de los Wulfar a retumbando mucho en coaliciones y tribus vecinas. Primero fue el asalto al puesto de esos Omenki. Luego, tres aldeas de la ribera trataron de emular lo mismo contra recaudadores enviados por Velkan. Después, en Yarveth, dos clanes que se odiaban se aliaron por primera vez en veinte años para descolgar un Arco de conquistar y quemarlo en la plaza. No lo celebré. Lo observé como quien ve una sentencia de muerte. Me he esforzado por detener esos patrones, Pero es complicado, cada vez que lo hago saltan más, y todo empezó con ese mocoso
Elaeria asintió. Las cadenas y contabilidades eran otra forma de profecía.
—¿Y la magnitud de este acontecimiento es....?
—Creciente, y se propaga como una enfermedad que salta de tribu en tribu —Helaena unió el índice y el pulgar; enumeró—: pero todo empezó en Urdaren y ahora se está reflejándo en varias tribus externas al Pais; como un espejo al que se están mirando diversas coaliciones vecinas. Y ahora Velkan se ha movido más al sur de la Unión de Coaliciones, con caravanas que no llevan mercancía suficiente para justificar la escolta: está llevando órdenes. Aparte de eso, que no solo a saqueado por saquesr: está trazando planes. El golpe en el País de Urdaren lo ha hecho ver cómo un Omenki débil, que no es capaz de controlar a simples campesinos. Y ahora esta posicionándose en la franja que va de Erquion a las salinas de Vardun, como si quisiera cerrar un territorio con fronteras propias.
—Esta..... está formandolos cimientos de un país —dijo Elaeria, sin dramatismos, aunque sorprendida.
—Una base para el inicio de un Reyno—concedió Helaena—. Con las recaudaciones en ciertos sectores, está generando cierta influencia, pero aún no cuenta con demasiadas fuerzas. Y está tomando nota de cada Coalicion y tribu al que se dirige. He visto tablillas de cuero con marcas de diez en diez. Está censando hombres útiles.
El aceite no crepitó. La madera, tampoco.
—El muchacho —volvió Elaeria—. ¿Qué te preocupa más: él, o lo que ocasiona?
—Ambas cosas, tal vez no sea consciente, Pero lo que está provocando está generando una ecatombe. Y si lo matan, crearán un martir; ahora si vence, habrá imitadores sin su cabeza fría —Helaena dudó un latido, sopesaba la situación en la que se estaba metiendo—. Y no estoy segura de que tenga tal cabeza. Lo vi planear; pero su plan era un envite contra un enemigo que no ve límites. Los Wulfar que atacó, los que sobrevivieron llevaron su historia a Velkan, y ese Urmah no olvida humillaciones. Ese muchacho se a vuelto en su mejor excusa para posicionarse como dueño de un nuevo reino que sospecho que debe estar queriendo cimentar.
—¿Y que hay con su nombre? Hablaste de que estabas apunto de tomarlo, pero....
Helaena sostuvo la mirada, firme:
—No lo tomé.
Elaeria no preguntó por qué. Sabía la Regla y sabía el precio de un vínculo simpático y empatico. Aquella relación que se establecía entre Hada Madrina y Ahijado, era un vínculo que tocaba hasta el interior del corazón de una Fae, y del mortal, pero en distinta medida.
—Pronunciar su nombre —explicó Helaena igualmente, como si repasara una lección antigua para dejar claro el suelo que pisaban— hilaria mi voz a los hilos del alma del corazón de ese mortal. Ese vínculo Empático-simpático me condenaria. Y si el vínculo se rompe en el punto de tensión, esa fibra chisporroteara en mí. Y entoances me llegaria el… —calló la palabra— …desgarro.
No dijo Sylvary, ni wrym. No hizo falta. En mesas como aquella, los términos oscuros no necesitan pronunciarse para ocupar sitio.
—Así que trabajaste a distancia —recapituló Elaeria—. Sueños, señales y previsiones.
— Bueno, solo le induje 2 sueños —confirmó Helaena—. Uno, pretéarmónico, como te lo reitero: charcos, hollín y carros quemados; la consecuencia de sus acciones. Tambien le mostre trigos perdiéndose por un agujero; la pérdida de todo el trabajo de sus ancestros. El primero lo sobre exaltó. El segundo lo hincó de rodillas… a rezar. No a nuestras reinas ni a la vieja voz de los montes: sino que empezó a orar a un Dios al que denomina Elohe Único y verdadero. Rezó con esa mezcla peligrosa de humildad y terquedad que hace avanzar las cuestas y, a la vez, despeña.
Elaeria dejó que la frase se asentara. Después, hizo lo que hacen los buenos estrategas: empezó a ordenar el problema en sus piezas.
En primer lugar Velkar censaba y reordenaba fuerzas al sur del gran conjunto de las Coaliciones y tribus de toda esa región; en segundo lugar, las coaliciones por algún rumor quizá chivado por testigos indirectos habrían soltado rumores de que un joven campesino había logrado expulsar a las Fuerzas del Gran León de Erquion, y por contagio varias otras tribus habían imitado aquella gesta, en un intento suicida por acabar con los censos y con el Caudillaje de un monstruo como Velkan; en tercer lugar, aquel muchacho del que su hermana refería, parecía no aceptar advertencias Pretearmonicas, más bien, al parecer, iba en contra de ellas, y se lanzaba a lo bestia a una muerte feroz; en cuarto lugar, su hermana, había hecho todo lo posible para no tomar su nombre, y generar un vínculo Empatico-Simpatico; y por último, quedaba el riesgo de que si su hermana se vinculaba a aquel humano, terminaría como siempre acaba toda hada al vincularse a la vida de un mortal, decepcionada y al final convertida en una Wrym o peor aún, en una Sylvary.
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Editado: 26.09.2025