Adelaida (POV):
No sabía cuánto rato llevaba metida en la biblioteca hasta que levanté la cabeza y vi que habían pasado dos horas desde que entre. Busqué libros y libros sobre híbridos, pero al final, después de casi una hora buscando, tan solo encontré uno y me dispuse a leerlo. Realmente te explicaban la posibilidad de especies de híbridos, no solo era hombre lobo-vampiro, la mezcla abarcaba muchos seres, y después de ojearlos todos me dedique a leer con más precisión el que me interesaba. No era muy habitual que esta mezcla se produjese, pues los vampiros estaban algo así como... muertos, sin embargo, hay una baja probabilidad de que pase.
Einar Sigmond era la evidencia de esa baja probabilidad.
Seres superiores a multitud de razas. Esa era la frase que de una manera u otra se repetía en el texto sobre este tipo de hibrido. Lo había sospechado, desde la primera vez que lo vi sospeche que no era alguien fácil de herir o incluso matar. La mítica hierba "matalobos" no le hacían efecto, ni el sol le quemaba, ni la madera. La única manera de matar a un hibrido era arrancándole el corazón y cortarle la cabeza, había que hacer ambas cosas si no, no funcionaria. ¿Cómo iba a vivir sin cabeza? De alguna manera lo hacía por eso mismo había que arrancarle el corazón.
La explicación por separado que cada una de las dos razas hizo que sintiese curiosidad por una cosa en concreto. Cada hombre lobo tiene una unión, un lazo, un alma gemela elegida por su Diosa, la Diosa Luna. Uno, al parecer, de los tantos dioses que existían. ¿Einar tendría lazo? Y si es así, ¿Quién sería? Un mal estar se albergó en mi estomago al pensarlo.
Un libro cayo en frente mío probando que levantase la cabeza de golpe. Florencia me miraba algo tímida como preguntándome con la mirada si podía sentarse en frente mío. Le sonreí indicándole que lo hiciese. Se sentó y observe el libro que llevaba, "Los seis elementos"
¿Seis?
- ¿Seis elementos? – Susurré.
Esta sonrió asintiendo.
- Existen seis elementos, aunque los dos últimos no sean muy conocidos o haya gente que se niegue a creerlo. Los oscuros, por ejemplo, tienen uno de estos, la oscuridad. – Fruncí el ceño confusa. – Terrech tiene esa cúpula de luz que impide que entren, aunque con el tiempo se ha debilitado con los ataques. La luz, el sexto y último elemento.
Creo que era la primera vez que escuchaba hablar a Flor tanto, nunca me había dirigido la palabra tan fluidamente.
- Pero ¿quién tiene luz? – Esta se rasco el ojo antes de hablar.
- Yo conocí a uno, son pocos quienes los tienen, y si lo tienen lo ocultan. Los oscuros los buscan y los matan. Para ellos son un mayor peligro que nosotros, que tenemos los otros cuatro elementos y solo uno en su totalidad. – Esta abrió el libro mostrándome la página del quinto elemento, la oscuridad, señalando que su símbolo era un ala negra. - Los oscuros quieren que Weyner sea del bando de la oscuridad, y cuanto menos seres de luz haya más probabilidad hay de que la balanza este a su favor.
Apoye la espalda sobre el respaldo de la silla pensativa. Era una irresponsabilidad por mi parte no haber buscado sobre los oscuros de esta manera, solo me había leído un libro sobre los seres oscuros que hay o al menos los más comunes. Al ser la protectora tenía un radar en el que los identificaba y luego los mataba.
- Hay magos oscuros, renuncian a su elemento y aceptan tener el de la oscuridad. Son mucho más poderos que cualquier oscuro, aunque de estos no hay muchos. – Me quedé mirando a Flor intrigada, entonces le hice una pregunta.
- ¿Tu renunciarías a tu elemento tierra? – Esta negó rápidamente.
- No. Amo la naturaleza. No podría hacer daño a nadie. – Alce una ceja. – Lo digo enserio.
- Te creo Flor, no te preocupes. Estoy bastante sorprendida con lo que me acabas de contar... - Esta me volvió a sonreír, lo más curioso que era una sonrisa sincera.
Florencia conmigo nunca había sido tan amable, más que nada que los celos pueden con ella.
- ¿Por qué lees sobre híbridos de vampiro y hombre lobo? – Pregunto curiosa.
Iba a hablar cuando me interrumpió, intentaba no ponerme roja, pero fui inevitable.
- Por Einar, ¿verdad? – Asentí.
- Tenía curiosidad. – Me encogí de hombros quitándole importancia.
- Ya... curiosidad. – Entonces abrí la boca para dejarle algo claro.
- Oye Flor, a mí no me gusta Lionel. De verdad. – Esta bajo la mirada avergonzada. – Quiero que lo tengas claro, nunca le he dado pie a nada. Te juro que no me interesa. – Esta alzo la mirada sonriéndome tímidamente.
- Lo sé, se te nota. Es solo que... me gusta desde hace mucho y a él le gustas tú. – Negue cerrando el libro de híbridos.
- ¿Un consejo? Vales mucho para estar celándote. – Esta vez su sonrisa fue mucho más grande. – Me tengo que ir, no vemos.
Me levante de la silla sin esperar respuesta dejando el libro en un carrito que había a unos metros de la salida de la biblioteca. Salí de allí pensando en todo lo que me había contado Florencia. ¿Hay seis elementos? Era algo... impresionante. Nunca me había preguntado como la cúpula protectora de Terrech había llegado hasta allí, pero vamos, que siendo un mundo mágico cualquier cosa me esperaba.
Iba caminando por las calles de Terrech ignorando todo a mi alrededor, pensando en la multitud de dudas que me albergaban, sobre los seis elementos y sobre Einar, cuando me choque con alguien. Cuando levanté la cabeza vi a un chico de aquí, el cual había visto vigilar uno de los perímetros de la zona, era un soldado.
- Perdón. – Me disculpe para después a seguir mi camino, sin embargo, el pareció querer seguir hablando.
- Tu eres la chica que he visto más de una veces irse al bosque de noche. – Fruncí el ceño ahora mirándole a los ojos.
Ojos, por cierto, muy bonitos.
- ¿Me espías? – Pregunte algo cabreada.