Sangre de luna.

Capitulo 8

—Por el amor de Dios Valmond ¿Qué ha pasado aquí?

 

Quiso saber el Padre Santiago al ver a un hombre sangrando. 

 

—Espero no vuelva a repetirse muchacho. Por respeto al Padre Santiago que está aquí presente y por ser esto una reunión de alegría dejaré esto así. Pero si vuelves a faltarle el respeto a mi hija y a ponerle mano encima créeme que no habrá nada ni nadie que impida que te rompa la cara. ¡Me has entendido!

 

El joven asintió con los ojos muy abiertos. 

 

—Creo que ya es momento de que todos volvamos a casa. Ya hemos disfrutado suficiente.

 

Intervino con voz autoritaria el sacerdote. Al tiempo que ponía sus manos sobre los hombros del furioso padre de Amely, para que soltara al muchacho de la camisa.

 

—Tiene razón — respondió. Respiró hondo y se retiró.

 

Todos hicieron caso y empezaron a marcharse.

 

Amely, que permanecía detrás de Valmond se encontró con los ojos de su padre que caminaba hacia ellos mantenido el rostro serio.

 

—¿Estas bien?
—Sí papá.
—Vamos. — Pasó su brazo al rededor de ella y comenzaron a caminar.
—Puedo llevarlos señor.

 

Adalbert lo pensó un momento. Para pesar de su orgullo aquél que tenía enfrente había defendido el honor de su hija.

 

—Bien — refunfuño.

 

Se subieron a la carreta en silencio.

 

—Gracias por traernos. Que pases buena noche Valmond. Y gracias de nuevo por los regalos. 

 

Sonrió una vez más y se despidió de su padre para retirarse a dormir.

 

—Entonces. Me retiro señor. Que pase buena noche.
—Espera — le detuvo mientras pasaba su mano por su mentón rascando su barba—. Debo admitir que esto no es fácil para mí. Pero quiero... Darte las gracias por lo que has hecho por mí hija.

—Quise hacerlo señor. Por ella.

—Lo se... — Caminaba por primera vez en su vida con una mezcla de inquietud, recelo y sorpresa ante lo que estaba a punto de hacer—. Y por eso espero que sigas protegiéndola de la misma manera y mejor aún. Y ten por seguro que si llegas a fallar no dudaré en cobrar su vida con la tuya.

—Comprendo señor.


Valmond intentaba disimular su entusiasmo con una voz serena pero debía controlarse pues estaba adquiriendo un serio compromiso.

 

—Tu padre... — Continuó. — Fue un buen hombre. No debió ser fácil para él tampoco ceder la mano de su hermana — meditó un segundo—. Pero tendrás que decírselo tú. — Claramente aquel hombre no se refería al compromiso—. Yo hablaré con ella mañana.
—Sí señor. Buscaré el momento oportuno y más seguro para ella. 
Le agradezco infinitamente.

 

Después de aquello cada uno se despidió con un gesto. 

 

La felicidad crecía a cada momento dentro del pecho de Valmond. No podía esperar volver a verla. 

 

Pero antes que nada. Ahora tenía un asunto mucho más importante y trascendental que pedir la mano de la mujer que amaba. 

 

Debía decirle la verdad. Algo que no sería fácil. Tendría que controlar sus instintos en los días próximos pues se acercaba la luna llena. 

 

Estaba seguro que Amely le aceptaría. Podía sentirlo en ella, podía leerlo en sus ojos. 

 

Los siguientes meses transcurrieron con la normalidad que cabía en el pueblo. 

 

Cada luna llena el lobo se hacía ver por las callejuelas del pueblo y en otras noches solo se le escuchaba aullar. 

 

Todos procuraban proteger su ganado. Sin embargo en algunas ocasiones alguna oveja o cabra no se libraba de las garras del lobo. 

 

La relativa paz entre los habitantes y aquella criatura era parte de la vida de esas personas. Siempre y cuando se respetaran las reglas. 

 

No salir de noche y menos aún durante la luna llena. 

 

No atacar al lobo, pues en años anteriores, todos los que se habían atrevido a hacerlo no vivían lo suficiente como para cantar su victoria.

 

Y a cambio. La criatura daba cierta protección. 

 

Los ladrones que intentaban esconderse en el bosque les esperaba ser devorados. O sus cuerpos imposibles de reconocer eran encontrados al amanecer.

 

Aún así, no podían entrar en lo más profundo del bosque. No podían asegurar que el lobo se detendría de atacarlos. 

 

La muerte de Vilkos lo comprobó. 
Siendo la única familia que vivía en los interiores del bosque, y que afirmaban estar en paz con él, fue víctima de aquel terrible ataque hace ya tantos años. 




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