Amely se había quedado en la puerta mirando en dirección al sendero donde habían salido los hombres del pueblo esta mañana.
El cielo cerrado de nubes daba la visión de un pueblo fantasma. Hacía frío aunque no tanto como para nevar.
Pensaba en su querido Valmond y su padre. Al igual que todos, deseaba que encontraran al culpable del horrible asesinato del sacerdote y el responsable del ataque en su contra.
Pero temía por Valmond. Si llegaban a encontrarse con la criatura, fuera un hombre bajo los efectos de un hechizo o una posima o una bestia, se vería obligado a reaccionar. Y con la luna llena tan cerca. Faltaba para ello pero sabía bien que esas noches eran duras para él, aunque pusiera de todo su autocontrol.
Podía ser descubierto. Corrían peligro.
Posó sus manos sobre su vientre como si intentara reconfortar al hijo que tenía en sus entrañas.
- Amely, entra. Hace frío.
- Si - Puso más leña en el hogar y ayudó a servir la cena.
Al poco tiempo alguien aporreaba la puerta.
- ¿Idonia?
- ¿Qué haces afuera? Es peligroso.
- Solo vengo a dejar esto - le entrego a Margareth un paquete de tela.
- Gracias. Dile a tu tía que le agradezco.
Puso el trozo de carne seca dentro de un cazo.
- Deberías quedarte. Es muy tarde para estar afuera.
- Gracias, sería mucho mejor aquí.
- ¿Ha pasado algo con tu madre?- preguntó Amely al darle un poco de sopa y pan.
- No deja de hablar de lobo. Lobo, lobo, lobo. Es todo de lo que habla desde esta mañana y mi tía también. Ha llegado a pasar la noche con nosotras ya que los hombres está fuera.
- Está preocupada - Intervino Kerstin- Y ¿ Cómo no estarlo? Con lo que ha pasado.
- Bueno niñas, es tarde. A dormir. Kerstin, prepararle una cama a Idonia. Hasta mañana.
- Hasta mañana - repitieron las tres.
Hicieron un lecho de paja y pusieron más leña para avivar el fuego.
- Amely, debes dormir. - Insistió su amiga al verla con los ojos puestos en la distancia y acariciando el medallón.
- Lo sé. Solo estoy preocupada.
- Seguro vienen mañana temprano. Descansa si.
Se abrazaron mientras Amely escuchaba atenta a cualquier sonido del exterior.
- ¿Por que llevas puesto ese medallón todo el tiempo? ¿Crees que te protegerá?
Tal parece que Idonia tampoco se había dormido.
- Era de mi madre.
- Creí que Valmond te lo dió. Lo usas desde que anunciaron tu compromiso.
- Me lo dió mi padre como obsequio.
- ¿Cómo podría protegerla? - preguntó Kerstin curiosa.
- Creí que dormías.
- Estás moviendote y quitándome la manta. Cómo podría dormí.
- Lo siento- sonrió Amely.
- Y ¿Por qué has dicho eso Idonia?
- Parece de plata y todos saben que es una protección contra algunos maleficios y criaturas- diciendo ésto último con cierta malicia en la voz.
- Todos deseamos protección del mal. No es algo que se puede tratar a la ligera- puntualizó Amely.
- Solo si de verdad te asusta - Idonia sonaba demasiado confiada como si no hubiera vivido toda su vida siendo acechada por un enorme lobo de pelaje negro.
- ¿Es que no te da miedo?
- Kerstin se había incorporado para seguir hablando.
- Se que es real. Todos lo hemos escuchado y hasta visto alguna vez. Pero los miedos se disipan con la verdad - Mirando fijamente a Amely.
- ¿Qué verdad? - preguntó ansiosa Kerstin.
Amely se sintió repentinamente nerviosa con la mirada extraña de Idonia. Le hacía pensar vagamente que ella conocía su secreto. Algo que era improbable.
- Solo digo que aveces no conocemos los secretos de nuestros amigos aunque hayamos compartido toda una vida juntos. ¿No lo crees Amely?
- Lo que ha sucedido ha sido por una criatura que no conocemos. Y lo que dices es acusar falsamente a tus vecinos sin pruebas.
- ¿Creen que alguien es el lobo? - Ahora Kerstin abrazaba sus rodillas absorta en las respuestas de sus amigas.
- Nunca se sabe - Idonia se encogió de hombros y se acostó de nuevo. Se arropó con la vieja manta. - Solo espero que encuentren al culpable - Opinó Amely desviando la mirada.
- No lo creo - Meditaba la pelirroja - Eso ... Sería ... No lo sé. ¿Cómo alguien podría mentirle a sus amigos, vecinos y familia sobre algo así? Es ... Un asesino. Pobre Padre Santiago ¿No creen?
- Seguro y la familia también lo encubre- respondió Idonia en tono acusador. - Un secreto como ese no debe ser fácil de ocultar a quienes son cercanos.
- Dios mío - Kerstin se persigno igual que su madre lo hacia. - Tu ¿Qué crees Amely?
Idonia se giró para ver la reacción de ésta y escuchar su repuesta.
- De ser así, que Dios se apiade de las almas de estos - Lo más tranquila que pudo.
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Editado: 15.07.2018