Sangre de Sirenas - Libro I (en revisión)

Epílogo

Las olas retumbaron en mis oídos, la barca se movía despacio, trataba de mantener el equilibrio sosteniendo la cámara con las dos manos en la mejor posición, estaba cansado y sediento, irónicamente uno se siente más sediento rodeado de agua que no puede beber. El cosquilleo que subía por mis piernas era incómodo por estar en una sola posición tanto tiempo, pero trataba de capturar el mejor momento, el siempre inesperado momento en el que ella va a salir del agua y darme la mejor foto frente al atardecer.

Mi compañero el biólogo experto de esta misión y el el capitán del barco estaban expectantes sabíamos que había una familia de ballenas asesinas debajo de nosotros lo cual era peligroso y mágico, esperé unos segundos y vi la punta de la nariz de una de ellas prepare el disparo, el obturador de la cámara hacia un ruido que me desconcentraba, ella asomo un poco más  la cabeza como si besara el sol el cual bajaba lentamente dando el atardecer perfecto, una ráfaga de disparos captó todos los movimientos hasta que se volvió a hundir, sonreí, la tenía sabía que tenía la foto perfecta. Lo pensé y lo grité.

—Compañeros, lo tengo, ¡Tengo la fotografía!

Mi compañero dió un pequeño grito de emoción y el capitán solo nos sonrío, por fin iríamos a casa después de seis meses en alta mar, hicimos los reportes y el lleno varios formularios de la investigación. Alistamos todo pero en ese momento se sintió un leve movimiento en el barco, uno seguido de otro más fuerte, nos asustamos un poco ya eran demasiado constantes me asome en la cubierta y Vi que estábamos rodeados de las ballenas.

—Adrien, ¿Pero que está pasando?

—Me preguntas a mi, tú eres el experto.

Raffaello frunció el seño preocupado, miro de un lado a otro.

—No lo sé, parece su ritual de caza.

—No me jodas — espete bufando.

—Lo digo de verdad.

No termino de hablar cuando un golpe muy fuerte nos hizo balancear hasta caer, el capitán Raymundo salió enojado vociferando y tratando de auyentar a los animales.

—Yo creo que de verdad eso no va a funcionar.

—Entonces que hacemos.

—Arrancar el puto barco eso es lo que voy a hacer.

El barco era realmente un pequeño bote con cabina, si las ballenas se pusieran de acuerdo fácilmente podrían voltearlo pero de verdad no entendíamos que intentaban, no éramos sus presas no hasta donde Rafaello nos explicó. El capitán encendió el motor y nos alejamos lo más que podíamos, no es que fuéramos muy rápido aún nos seguían, eran seis de tamaño considerable, jamás en los seis meses nos habían atacado de ese modo, comenzó a anochecer y logramos escapar, vimos una luz a lo lejos era muelle pero algo siniestro que serpenteo por mi espalda me hizo mirar atrás, suspiré y sabía que era ví esos ojos brillantes en la oscuridad casi podía ver su clínica sonrisa, Lucile me estaba vigilando seguramente de algún modo le ordenó a las ballenas hacer tal cosa.

Yo ya tenía mi primera misión en las manos, pero una de mis condiciones fue que me dejarán trabajar normalmente, así que me hice fotógrafo marino. No sabía cómo podía ella seguirme por todo el mundo estaba al otro lado tan lejos de donde las dejé que me da dolor solo de pensar que me tiene tan vigilado.

Para mi pesar antes de poder encontrarme con mi "hermano" mi contacto directo era Arthur, ese asesino, engañado a la pobre Paula, y tantas otras víctimas incluso la misma Elena quien tiempo después me contó de lo que había hecho con el, sentí esa traición como un puñal pero lo supere con el pensamiento de que ella ya no era mía y que las sirenas tenían un pensamiento muy diferente al de los humanos respecto a las relaciones.

Llegamos por fin al lugar donde nos hospedamos desde el inicio de nuestra travesía, primero partimos de Noruega y luego nos movimos a Nueva Zelanda y aquí estamos en una pequeña cabaña cómoda para dos personas, tenía un calentador, dos recamaras aunque teníamos que compartir baño. Nos despedimos del capítan ya que el tenía que regresar  a Noruega, el recibiría su pago allá, y nosotros como siempre un depósito, un bono extra, además de recibir los viáticos por separado, Raffaello y yo nos acercamos a la taberna local, si todavía en algunos lugares les siguen llamando así, estar lejos de la ciudad era lo mejor para relajarse después de un viaje tan largo, sentía que el olor a mar y a pescado nunca se iría, se acabaron los días de comidas enlatadas y reservas. Lo único malo es que en unos días tendría que despedirme de mi nuevo amigo, al final no volvimos a mencionar el incidente con las ballenas y bebimos un buen rato.

Al regresar a casa un poco ebrios, el se fue a dormir y yo me quedé en la computadora terminando de revisar los archivos, obviamente eran muchos pero en especial quería ver las últimas fotos, las revise cuidadosamente hasta elegir la que se irá directo a la revista para la que trabajo ahora, y por supuesto a mi Instagram, Raffaello fue el que me convenció de hacer tal cosa, las redes sociales no eran lo mío pero me resigne y no me va tan mal con los seguidores, solo subo fotografías de mis expediciones y mis trabajos cuando me autorizan hacerlos públicos. Mire por un buen rato una fotografía que tome desde arriba se veía la sombra de la orca y su bebé a un lado, nota algo extraño una sombra a un lado de ellas, no puedo librarme ni por un momento, están metidas hasta en mi trabajo eliminé la foto de inmediato y todas dónde se viera esa silueta.

Termine de madrugada y el frío me helaba los huesos, me envolví en una manta tome un café bien caliente y se me bajo la borrachera. Mi teléfono comenzó a timbra y antes de despertar a mi compañero sin fijarme contesté.

—Quien es, ¿Bueno?

Escuché una respiración al otro lado de la línea. Volví a preguntar.

—¿Quien habla?

Una risa horrible y macabra me hizo pestañear mis congelados párpados.

—Lamento molestarlo joven Adrien pero es urgente que nos veamos acabo de ver a alguien de Sangre de Sirenas y necesito que lo sigas, órdenes de mi Reina.




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