Sangre de Sirenas - Libro I (en revisión)

- 9 - CUMPLEAÑOS

Un mes antes fueron entregadas las invitaciones para mi fiesta de cumpleaños, que sería también una supuesta fiesta de compromiso. Me encontraba toda estresada, debía ser todo lo más elegante que el dinero de mi padre pudiera comprar, yo no quería pero él siempre insiste en que ese tipo de eventos se hagan de esa forma, cosa que con Danielle no ocurre. Jamás le hemos festejado nada, puesto que ella pidió que fuera de esa manera, solo cosas privadas, únicamente la familia, no me importa mucho, aunque no es mi cosa favorita en el mundo, pero a mi padre le funciona para hacerse de nueva clientela y tener motivos para invitar gente importante del medio, es tedioso pero recibo muchos regalos de diseñadores y gente importante en política y etc.

Todo el asunto de mi madre me a tenido angustiada, eso y el chico misterioso que se le da por besarme, también está la fiesta, todo me hacía sentir presionada. Debería aventarme del acantilado, sí, como ella. Las terribles palabras que se agolpaban en mi mente, resbalaron y se atoraron en mi garganta como un gran hueso de pescado, lo dejé pasar.
Al levantarme me miré en el espejo, despeinada, con ojeras moradas muy marcadas bajo mis ojos por culpa de que no he dormido bien y en la piel blanca se nota un poco más, siempre trato de cubrirlas con maquillaje. Adrien me dice que me veo muy hermosa al despertar y que esas bolsas moradas no son un problema, yo no opino lo mismo, y lo que él no sabe es que antes de que se despierte cuando dormimos juntos, voy apresurada al baño a peinarme, lavarme los dientes, la cara, me aplico una cantidad colosal de cremas hidratantes y luego vuelvo a la cama. Lo cierto es que no es difícil convivir con él, creo que el vivir juntos a hecho que nosotros seamos una pareja más estable, el amor que nos tenemos nos mantiene en equilibrio, somos un buen equipo, solo que a veces se pasa de formal y me desespera. El día de ayer me pidió matrimonio, bueno ya lo habíamos decidido solo que ahora ya es oficial, me mandó a hacer un hermoso anillo de oro blanco, con una calavera con ojos de diamante, el me conoce, sabe que me encantan las calaveras y quería que lo presumiera en la fiesta.

Así que ahora lo estoy mirando en mi mano, brillante y puro. Adrien al momento de pedir mi mano lo colocó delicadamente en mi dedo anular, en el balcón de mi cuarto, se inclinó ante mi y me pidió ser suya legalmente y para siempre, por supuesto me reí de él antes de decirle que si, nos abrazamos, nos besamos, fue sencillo pero así estuvo bien.

Hoy quería librarme de todo un momento, se acerca la fecha de la boda de Paula, una de mis mejores amigas, Paula Simons, callada y discreta, ahora se casaría con un desconocido al que su familia apenas acepta y yo aún no elegía vestido así que decidí visitar La Ville Haute, la zona centro en mi ciudad, calles enteras dedicadas a ropa de las mejores marcas y diseñadores, me encanta hacer mis compras ahí, la zona peatonal es amplia, hermosa y segura. Así que me alisté, me maquillé, alaciando mi cabello, me gustaría no ir sola, pero era imposible, todas mis amigas se encontraban de viaje o vivían lejos, llegarían días antes de la fiesta, optaría por mi hermana pero no le gustan esas cosas y menos con pleno sol en todo su esplendor, pedírselo a Adrien tampoco era una opción, odia esas cosas, más que odiarlas le aburren como todo hombre.

Otra opción era Sally, pero siempre se le complica por las tareas del hogar, así que al quedarme sin opciones decido ir sola, también aprovecharía para comprar el vestido para mi propia fiesta, nunca he usado el mismo atuendo dos veces a menos que sea un acontecimiento menos importante, tengo planeada toda mi tarde, tomé mi automóvil, no quería que Josh, el chofer de mi padre me llevara. Al salir de la cochera atravesando los jardines traseros de la mansión, sentí una mirada cuando se terminaba de cerrar el portón.  Siempre se me ha dado el esperarme a que cierre por completo, nadie lo hace.
Al ver qué quedaba cerrado alcé la mirada y reconocí de inmediato la presencia de aquel joven mitad pez, aceleré el motor, pero en un segundo me decidí a bajar y preguntarle que es lo que realmente quiere de mi. Tenía tantas dudas, aunque estoy a dos pasos de demandarlo por acoso, aunque siempre me dejaba más incógnitas, ahora ya no me causa temor, solo una gran curiosidad. La primera cosa que quiero saber es la más estúpida que podría preguntar, en cómo es que respira fuera del agua, si es más humano que pez, yo lo veo andar perfectamente en dos pies, como es que lo e encontrado bajo el agua, bueno tendría que responder a todo.

Bajé del auto dejándolo encendido, no planeaba que nos quedáramos mucho tiempo hablando y como suponía no tardaría en aparecer, de nuevo me tomó por sorpresa, se apareció justo detrás de mí como era su costumbre, me agarró por la cintura fuertemente, esta vez no me resistí, sabía que por el momento no me quería dañar, su olor era inconfundible, agua salada, mar, arena y alguna infusión de hierbas que aún no sabía detectar, era un aroma muy agradable y penetrante que se quedaba impregnado en mi nariz, me estrechó contra su cuerpo, tomó mi muñeca y alzó mi brazo, besó mi mano recorriendo con más besos mi antebrazo, giré mi cara al lado opuesto de él, miré la inmensidad del bosque que se alzaba detrás de nosotros.

—Ahora que quieres de mí, no te entiendo, ya déjame tranquila —mi cuerpo reaccionaba con sus caricias, no lo miraba a los ojos, mi voz era serena, calmada.

—Te deseo princesa, deseo tu carne y tu sangre, toda tu me tienes loco.

Sus palabras son como un hermoso canto que me adormece.

No dije mas y me dejé llevar, volvió a besarme pero esta vez yo correspondí el beso, fue apasionado, diferente a las otras ocasiones, como si quisiera transmitirme algo. Me giré para besarnos de frente, me acerqué a su cuerpo, él tenía el torso desnudo, presioné mi pecho contra el suyo, acarició mi espalda sintiendo el ajustado corsé de encaje bajo sus manos, sonrió de una forma perversa, sin dejar de besarme, en mi mente se formaban las palabras que quería decirme, como si habláramos con el ir y venir de una mente a otra. Al levantar los brazos para rodear su cuello, un pequeño destello de luz lastimó mis ojos, eran los ojos de diamante con la calavera observándome fijamente desde mi dedo de prometida, me separé instantáneamente sintiéndome como una maldita traidora, en que estoy pensando, ya tengo al hombre perfecto en mi vida y yo queriendo engañarlo con alguien desconocido del cual no se ni su nombre, me detuve, pero este ser me agarraba con más fuerza, quería terminar de enviar su mensaje a través de ese beso tan largo.

—¿Que sucede princesa?, ¿acaso tu novio no te deja tener "amigos"?

Soltó una carcajada que me estremeció.

—Me largo, no vuelvas a acercarte a mí.

—¿Acaso, no querías preguntarme muchas cosas? —en realidad nunca distinguí lo que quería decirme por la mente, solo eran ideas y palabras confusas.

—Ya no quiero saber nada, solo aléjate de mi y de mi familia.

Me alejé para entrar en el automóvil pensé que me lo impediría pero no fue así, sólo se quedó mirándo como me alejaba de él a toda velocidad. Al llegar a Ville Haute me estacione en un lugar no tan transitado, me gustaba caminar por la calles hasta llegar a mis tiendas de ropa favorita, para mi cumpleaños escogería algo del mercado gótico al que acostumbro ir, es un lugar sombrío lleno de calaveras, velas y cortinas aterciopeladas en sus ventanas, pero para la boda de Paula escogería algo de diseñador, zapatillas, accesorios, tal vez algún perfume nuevo, Black Opium era de mis favoritos y aprovechare a comprar unos en Francia antes de la boda, nosotros estaremos ahí dos días antes del evento así que podremos pasear tranquilamente.

La soledad era algo que disfrutaba pero hoy, justamente hoy no quiero pero no tenía opción. Después de horas eligiendo el atuendo adecuado para la boda, comprar zapatillas costosas, accesorios, todo, recordé estúpidamente que yo sería una de las damas de honor. No podía parar de reír, seguía riendo hasta llegar a casa, me topé con Adrien en el pasillo de camino a mi estudio, al cual no quería entrar por cierto, lo saludé no tan efusivamente, me sentía culpable por lo que ocurrió en la mañana con el desconocido. Le conté únicamente lo que ocurrió con el vestido, puesto que sería una de las damas de honor ya tenía un traje completo elegido por Paula, él sólo me sonrió con esa franca sonrisa que adoro, revolviendo mi cabello recordándome lo boba y despistada que soy.

Cómo era de suponerse al día siguiente llegó el vestido de dama de honor desde Francia, impecablemente envuelto en una caja plateada con un listón de terciopelo rojo, lo miré y lo adoré. Era color tinto con un corte tipo sirena con un escote en v del cuello hasta la mitad de la espalda con una cadena plateada, delgada llena de pequeños cristales de Swarovski, el frente era bello y elegante, el conjunto venía con unas zapatillas del mismo color de gamuza que hacían juego perfecto, ya que también había una cadena igual que la del vestido pero que se abrocha en el tobillo.

Me lo probé y de inmediato le mandé fotos, le dije que me quedaba perfecto y qué mejor color no podía elegir. La verdad es que me quedaba un poco flojo de la cintura pero estaba bien así para poder comer un poco más, pensé en lo gordita que ya me estaba poniendo, pues hace mucho no hago ejercicio.

Faltaba ya una semana para la fiesta, mis nervios estaban destrozados, aún no se bien la razón del porqué, algo dentro de mi revolvía mis entrañas, un sentimiento muy intenso estresaba mi cuerpo, mi torrente sanguíneo no circulaba de forma normal, tanto que mi corazón tenía que acelerar su ritmo, sentía mi cuerpo temblar, ésta probablemente sería la semana más larga de mi vida, ni siquiera el volver a la universidad me ponía tan mal, quería vomitar todo el tiempo y los mareos eran insoportables, me sentía morir, tres días antes de la fiesta la cual sería en sábado, caí en cama con fiebre y dolores horribles en el estómago, las caderas y piernas me dolían como si algo por dentro las fuera quebrando poco a poco, al principio pensé que estaba embarazada, pero al examinarme el doctor Oliver McDowell me dijo que no me encontraba en estado y no sabía los motivos de mis síntomas, mandó a realizarme estudios de todo tipo, los resultados los tendría hasta el día siguiente así que me recetó algo para calmar un poco el dolor hasta saber que tengo.

Adrien permaneció a mi lado la mayor parte del tiempo a pesar de que regresó hace poco de un trabajo que fue hacer a los ángeles junto con mi padre, pero obviamente tenían que estar aquí para la fiesta, aunque ahora todo dependerá de cómo esté de salud para ese momento, lo más probable es que la cancelaría, después de tantos preparativos tenía que venir yo a arruinarlo todo.

Al día siguiente el doctor Oliver trajo los resultados a casa, quiso hablar con mi padre a solas, Adrien estaba recostado conmigo cuando él llegó, me leía Las Mil y Una Noches, nos extrañamos de que no hablara con nosotros sobre lo que me ocurría y en cambio solo con mi padre, fue cuando me preocupé, puesto que parecía más grave de lo que era.

—Elena, no te preocupes, todo estará bien, son ideas tuyas —me dijo Adrien besando mi sudada frente.

Yo lo abrace sin decir nada, mi conmoción fue grande puesto que el doctor siempre me ha sido muy sincero.

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En el despacho del señor Cross, conversaban los dos hombres acaloradamente.

—Eso no es posible Oliver, ¿estás completamente seguro que es eso?

—No hay duda querido amigo, sus huesos se están quebrando lentamente, una fibra muscular está reemplazando varias cavidades, sin duda es “eso” sabes que jamás te mentiría, menos en ese tema.

Ambos se miraron a los ojos

—Lo sé, no dudo de ti, si no de lo desafortunado que soy, esta maldición me perseguirá por siempre.

—No es una maldición, solo es un desafortunado suceso que no puedes controlar.

—Debería poder hacerlo, mi hija, mi hermosa hija tendrá que vivir esos horrores sufridos al igual que su madre. Debe haber una forma de detener esa terrible maldición.

—Seguiré investigando, hasta encontrar algo que pueda ayudarnos a resolverlo.

—Gracias Oliver, siempre has sido de gran ayuda, tu hija Claudia y tu, son de mis personas más queridas, pero sin intención de subestimarte querido amigo, si no pudimos hacer nada aquella vez… —el doctor lo interrumpió.

—No lo digas George, ahora la tecnología médica avanza a pasos agigantados, aunque es verdad que esto va más allá de nuestra compresión humana. Ya que no contamos con las investigaciones necesarias para estos cambios que está sufriendo Elena, ni tampoco sabemos que le está ocurriendo exactamente.

George se frotó las sienes con fuerza arrugando su frente, casi a punto de llorar, mientras su amigo lo consolaba con palmadas en el hombro.

La maldición en la casa de la familia Cross va más allá del suicidio de la madre de Elena y Danielle, algo que no entendían, algo que venía de lo profundo del mar, que no se detendría hasta cobrar toda la sangre que hiciera falta para saciar su sed.
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Mientras tanto Elena se hallaba dormida en los brazos de Adrien, quien trataba de aliviar su dolor consolándola. En la oscuridad de su mente, un dulce canto entraba por sus oídos, la llamaba, obligándola a escuchar cada palabra como un susurro adormecedor, un canto con un eco lejano, uno que venía más allá del acantilado, provenía del mar.
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Sábado por la mañana.

El día de la fiesta por fin había llegado, me encontraba muy feliz, un día antes todo mi malestar se había ido, lo atribuí al descanso que tuve los días anteriores, mis queridas amigas de la infancia llegaron desde el viernes, así que hicimos una noche de chicas, como todas unas adolescentes, entre ellas Claudia la hija del doctor Oliver,  yo siempre quise ser su amiga, desde que la vi por primera vez, su tez oscura y esos ojos negros era algo que me impactaba, su esbelta y curvilínea figura siempre fue la envidia de todas. Por otra parte, Amelie siempre fue la cabeza del grupo, era la elegancia en vida, aunque fumaba como locomotora, era toda una princesa rubia con el cabello larguísimo con ondas que la hacían parecer una verdadera muñeca de porcelana, Iris de la cual tengo el recuerdo más lindo, tiene el cabello castaño y piel oliva, recuerdo que a ella siempre la molestaban en el colegio por ser un poco rellenita del cuerpo y sobretodo por no tener el nivel socioeconómico del colegio, estudiaba ahí gracias a una beca que ganó con mucho esfuerzo, es muy buena persona, muy inteligente, gracias a ella aprendí, aprendimos todas a ser más humildes.

Recuerdo que ya nos conocíamos porque tomábamos clases juntas, pero nunca me interesó hablarle realmente, hasta que un día vi a un grupo de chicas y chicos cómo la tenían tumbada en el piso, pateándola, gritando vulgaridades, Amelie, Claudia y yo mirábamos de lejos, Paula no había ido al colegio ese día, pero Amelie cómo odiaba esas injusticias, siendo una justiciera diplomática, aprovechando su posición social gracias a su padre, un gran influyente en el mundo de la política. Se acercó al alborotador que inició todo el tumulto, lo tomó del hombro mientras él vociferaba órdenes. Todo mundo la respetaba así que cuando abrió la boca para reclamar con un grito sonoro de —¡Basta ya! —detuvo el tiempo, todos la miraron incluso los que golpeaban a Iris, deteniéndose y levantándose para mirar a la bella y rubia chica que imponía respeto con solo verla, las demás vimos horrorizadas a esa pobre chica en el piso hecha ovillo, sucia y pisoteada, sangrando.
Amelie le soltó una bofetada a Fabricio, el alborotador, tan fuerte que le volteo la cara dejándole toda la mejilla roja con los dedos marcados, recuerdo claramente que Iris alzó la vista, todos se hicieron a un lado cuando se acercó a darle la mano sonriéndole dejando a Fabricio sorprendido, cuando nos dimos cuenta que en los brazos tenía un pequeño gatito herido, al cual querían pegarle los ojos y torturarlo hasta matarlo, eran unos bastardos, pero Iris los detuvo y fue cuando empezaron a molestarla, pidiendo que les devolviera el pequeño gatito. Iris vio a Amelie como un ángel dándole la mano para ayudarle a levantarse, por supuesto en ese momento Claudia y yo corrimos para ayudarla también.

Desde ese momento nos hicimos amigas, Paula en cuanto la conoció la quiso mucho también, pasamos toda la noche recordando, jugando y haciendo escándalo, aunque al igual que ese día Paulita no había llegado, también veríamos por primera vez a su prometido, recordamos con tristeza también a uno de nuestros mejores amigos, Samuel, siempre estaba con nosotras, un lindo joven con preferencia por los hombres, siempre alegre, haciéndonos reír, pero por desgracia su familia es poderosa y multimillonaria, su padre se codeaba con gente peligrosa, así que nos enteramos por medio de las noticias primero y después por su madre, que lo habían secuestrado y bueno fuimos a su funeral el año pasado.

Así hablamos toda la noche, sobre la universidad y lo lejos que estábamos todas estudiando en diferentes lugares.
Danielle estaba harta de nuestro alboroto y me lo dio a entender con la mirada cuando me la encontré en el pasillo, cuando me disponía a bajar por bocadillos, estaba completamente empapada pero supuse que salió de bañarse y como el día de mi fiesta no era forzosa su presencia permanecería encerrada en su habitación hasta que todo acabara. Para mi era importante que estuviera, pues a pesar de haber discutido meses atrás, yo la seguía queriendo mucho, es mi hermana y nadie podría jamás cambiar eso, aunque ella ya no me dirigía la palabra, cumplió su promesa de no querer verme ni hablarme nunca, yo pensé que se le pasaría el berrinche pero el tema de mi madre era algo que la ponía muy mal, yo la entendía pero debía calmarse y dejarlo pasar aunque yo no podía del todo.

Llegó la hora de recibir a los invitados, por alguna razón me encontraba muy nerviosa, pero todo estaba perfecto, el salón principal y el salón del piano estaban completamente adornados con globos negros y plateados, mi vestido era un hermoso modelo de falda larga hasta el suelo, un corsé color tinto como sangre adornaba mi torso y mi pecho, unas cadenas con cruces de un metal negro colgaban de mi cuello junto con una gargantilla de terciopelo negro, sombra roja rodeaba mis ojos violáceos con un delineado felino en los párpados, mis labios rojos sangre de igual forma haciendo juego con mi ropa. Mis amigas son menos escandalosas, ellas llevaban vestidos hermosos y elegantes pero nada como lo que yo llevo puesto, ya que a ellas les gusta otro tipo de estilo, pero así me querían.

Adrien estaba absolutamente atractivo con su traje de abrigo negro, camisa color tinto que combinaban conmigo, pantalones de vestir negro, se había rasurado su bella barba pero igual seguía gustándome.

Recibí a todos en la entrada junto con mi padre y Adrien, mis nervios aún estaban en mis tripas y agitaban mi corazón, no se bien a qué se debe, también temí que ese horrible dolor volviera.

Después me alejé un momento de todos, ya que mi agitación se volvió en dolor nuevamente —no es posible, no ahora —pensé y al mismo tiempo una punzada atravesó mi cadera como mil agujas clavándose en ella, se siguió desde mis muslos hasta la punta de mis pies, me tumbé al piso sintiendo fuego en lugar de sangre corriendo por mis venas.

Sufriendo no se cuantos minutos que parecieron horas, salí de la mansión levantándome como podía, no soportaba sentir las medias tan ajustadas, era un ardor de fuego, que con cada paso que daba era como pisar carbón caliente. Una insoportable canción comenzó a escucharse en mis oídos, pronto en la fiesta se percataron de que no estaba presente. Casi escuché a mi padre disculpándose por mi, poniendo mi enfermedad de pretexto, no se como llegué hasta el acantilado, de algún modo atravesé todo el Bosque gritando de dolor, la maldita melodía atormentaba mis oídos. Al llegar corriendo casi caí por el desfiladero de piedras que desemboca en el mar, fue cuando de pronto con toda mi confusión y dolor, escuché esa voz, una voz dulce llamándome, el viento agitaba mis cabellos golpeando mi cara como latigazos puntiagudos y húmedos, no se si era mi sudor o el clima tormentoso que caía sobre mí, la voz continuaba diciendo mi nombre, asome la cabeza aturdida y no muy lejos logré ver a una hermosa mujer que asomaba la cabeza fuera del mar, no lograba verla muy bien pero sabía que movía sus labios, era ella quien me llamaba, su rostro de alguna forma me parecía familiar, levantó su brazo fuera del agua indicándome con ademanes suaves que me incitaban a ir con ella.

Adormecida por su canto, en un estado de ebriedad en el cual yo no pedí estar, un impulso sin darme cuenta me hizo dar un paso al frente, sentí mi cuerpo flotar en el aire hasta que sentí un golpe fuerte azotando contra todos mis músculos, mis pulmones comenzaron a llenarse de agua salada —moriré —pensé, nuevamente estaba ahogándome en el fondo del mar, cerré los ojos si ese era mi final quería disfrutar la oscuridad que me rodeaba, tranquila, el sabor del agua se transformó en sabor a sangre, abrí los ojos de súbito y me vi rodeada de una espesa nube roja, comencé a moverme agitadamente, pataleando, ya no podía respirar, entonces la vi acercándose, la mujer que salió del mar ahora se aproximaba a mí, nadando a toda velocidad, yo no podía nadar, tampoco moverme y de pronto solo vi oscuridad.

Me sentía tranquila, de algún modo extraño tenía una sensación de paz y quietud, si así se siente morir, que así sea, si no fue así, fueron unos momentos de paz muy hermosos. De pronto algo me regresó a la vida, un frío intenso recorrió mi cuerpo y abrí los ojos de súbito, me vi rodeada de personas sin rostro como si estuvieran entre neblina, parpadee un par de veces para enfocar la vista solo para observar a mi padre, Adrien, el doctor Oliver y mis amigas alrededor de mi, con cara de preocupación, me senté como cual cadáver saliendo de su tumba.

Todos estaban esperando por mi para cortar el pastel, pero al contrario de mostrarse felices e impacientes, sus caras estaban llenas de preocupación, fue como un impulso mirarme las manos, llenas de sangre, alguien había intentado con un fallido intento de limpiarlas, yo inútilmente intenté limpiarme con las manos como si quisiera arrancarme la piel, Adrien me detuvo y comencé a llorar en sus brazos, él me consoló cariñosamente acariciando mi cabello, yo no entendía qué había ocurrido, pero después de un momento que me tomó tranquilizarme, comenzó la lluvia de preguntas.

Mi padre fue el primero en acercarse pero en lugar de tener un rostro compasivo hacia mí, vi su rostro muy molesto como cuando me regañaba por escaparme al bosque o cualquier travesura que yo hiciera, su ceño fruncido y sus ojos encendidos mostraban cuán enojado estaba, yo lo sabía su furia era contra mi.
Me tomó por los hombros fuertemente agitándome, haciendo a Adrien a un lado bruscamente, este no dijo nada ya que respetaba infinitamente a mi padre, yo lo miré aturdida y asustada, no comprendía su furia repentina, lo miré angustiada.

—Padre, ¿Qué ocurre?

—¡Eso es lo que yo quisiera saber!, ¿Qué demonios estabas pensando Elena al tirarte al fondo del océano?

Lo miré fijamente sin saber que decir.

—No, padre, yo no se...

—¡No me mientas Elena, dímelo! —me ordenó severo.

—Ya te dije que no lo se, no sé ni como llegué aquí —miré a mi alrededor y mi padre les ordenó salir a todos.

—Fue gracias al prometido de Paula qué estás con vida.

Mi cara se llenó con sorpresa al escuchar tal cosa, yo todavía estaba asimilando lo que vi dentro del agua.

—¿Cómo fue eso? —pregunté, aspirando mucho aire.

—Paula y su prometido estaban llegando justamente por el camino de tierra antes de llegar a la mansión, te vieron luchando por no ahogarte, y valientemente el joven Arthur se lanzó contra la marea, ¿sabes la tormenta que estaba en esos momentos? —seguía mirándome furioso.

Después de contarme como fue mi rescate, una chispa trajo a mi vagos recuerdos, el chico de largos cabellos de trigal, ese tritón sensual que me acosaba, fue su rostro lo que veía en el momento que logré salir del agua, mi padre trono los dedos en un chasquido para sacarme de mi estupor, lo miré y justamente detrás de él lo vi junto a Paula, era él, sin duda el tritón era Arthur, también era el prometido de mi amiga de una de mis mejores amigas, un fuego arrebatador invadió todo mi cuerpo, estaba enojada, muy molesta por tanto descaro.

Paula se acercó con toda su dulzura de niña, me abrazó fuertemente.

—Mi hermosa amiga, se que tu jamás harías algo así, me alegra que Arthur y yo te viéramos antes de que algo horrible ocurriera.

La miré y vi a ese hombre acercarse, ya no estaba segura si era el, puesto traía el cabello corto, bien vestido, reconocí esa ropa, era de mi padre, era extraño no verlo con esas ropas hippies y desgastadas con las que siempre lo veía o con la falta de ellas.

—Señorita Elena, hoy fui su héroe pero no tiene nada que agradecer, lo haría tantas veces me fuera posible.

Lo miré con frustración.

—Es lamentable que lo conozcas de esta forma querida Ellen, pero aquí estamos y ahora no lamento llegar tarde —esta vez la dulce voz de Paula no estaba teniendo ningún efecto en mi.

Yo no dije nada, solo me mantuve callada, aunque quería gritarle a todos, sobre todo a este hombre que me ha dejado más confundida que antes y me recosté de nueva cuenta mirándolos por última vez antes de girarme y cerrar los ojos.

—Quiero descansar —dije en voz queda ya que las palabras de agradecimiento no salieron de mis labios.

Me miraron los tres y salieron de mi habitación, alcancé a escuchar cómo se disculpaba mi padre con ellos por mi ingratitud, supuso que era por la conmoción, en segundos entró Adrien, fue un alivio verlo, él era mi momento seguro y quería seguir llorando en sus brazos. El no me preguntó nada y no lloré, solo nos quedamos abrazados.

Más tarde me enteré que la fiesta continuó sin mi, nadie habló del tema pues fue vergonzoso para mi padre que su hija tuviera indicios de suicida, además de que obviamente todos me vieron llegar en los brazos del prometido de mi amiga, estoy segura que es el mismo hombre. Lo sé y ahora sí tengo mucho que preguntarle, no huiré y tendré que ser muy discreta. Paula no se puede casar con ese hombre, pero antes de que yo haga alguna otra , me aseguraré que sea la misma persona que yo creó que es, así me cueste mi amistad impedir esa boda.


 




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