Alejandro guiaba a Sofía y Lucas a través del oscuro túnel, sus pasos rápidos y ágiles. Lucas seguía de cerca a sus padres, su corazón latiendo con fuerza en el pecho. Podía sentir el peligro acechando en las sombras, los pasos de sus perseguidores acercándose cada vez más.
"Nos están alcanzando," gruñó Alejandro, su voz profunda y distorsionada por la transformación.
Sofía apretó con más fuerza la mano de Lucas, sus ojos brillando con determinación.
"No dejaremos que te atrapen, mi niño. Pelearemos hasta el final."
Lucas asintió, sintiendo una mezcla de miedo y resolución. Después de tantos años solo, finalmente había encontrado a su familia, y no iba a dejar que nada los separara de nuevo.
De pronto, un estruendo a sus espaldas los hizo detenerse en seco. Alejandro se volvió, su cuerpo adoptando la forma de un imponente hombre lobo, listo para enfrentarse a sus perseguidores.
"¡Sigan adelante!" rugió, lanzándose al ataque.
Sofía empujó a Lucas, obligándolo a correr.
"¡Corre, Lucas! ¡Yo ayudaré a tu padre!"
Lucas titubeó por un momento, pero la determinación en el rostro de su madre lo convenció. Dándose la vuelta, continuó su carrera por el túnel, las garras y los colmillos de sus padres resonando a sus espaldas.
Corría con todas sus fuerzas, la adrenalina bombeando por sus venas. Podía sentir el poder del hombre lobo fluyendo a través de él, impulsándolo hacia delante. Pero a pesar de su velocidad sobrehumana, el pánico lo atenazaba. ¿Qué pasaría si no lograba escapar? ¿Y si algo le ocurría a Alejandro y Sofía?
Mientras se abría paso entre los escombros, Lucas pudo distinguir una luz al final del túnel. Una esperanza se encendió en su pecho, y redobló sus esfuerzos, empujando sus piernas más allá de sus límites.
Finalmente, Lucas salió del túnel y se encontró en lo que parecía ser una antigua estación de metro. Miró a su alrededor, buscando una vía de escape, cuando un ruido a su derecha lo hizo volverse con el corazón desbocado.
Varias figuras vestidas de negro emergieron de las sombras, armas en mano. Lucas se colocó en posición de ataque, sus garras y colmillos listos para defender su vida.
"Sepárenlo del resto," ordenó uno de los hombres, y los otros se lanzaron hacia Lucas.
Lucas esquivó los primeros ataques con agilidad, golpeando a sus adversarios con fuerza sobrehumana. Pero eran demasiados, y pronto se vio rodeado, sin escapatoria.
En ese momento, un rugido ensordecedor resonó en la estación, y Alejandro y Sofía irrumpieron en el lugar, transformados en imponentes lobos. Con un frenesí de garras y colmillos, se lanzaron contra los hombres de negro, protegiéndolo a toda costa.
Lucas se unió a la batalla, su naturaleza de hombre lobo fortaleciéndolo con cada golpe y cada movimiento. Juntos, la familia de lobos formaba un frente inquebrantable, defendiendo su libertad y su supervivencia.
Pero los hombres de la misteriosa organización eran persistentes, y pronto Lucas comenzó a sentir el cansancio apoderarse de él. Sus padres también parecían agotados, sus movimientos haciéndose cada vez más lentos.
"No podemos seguir así," jadeó Sofía, retrocediendo para cubrirse detrás de Alejandro.
Alejandro gruñó, sus ojos escaneando desesperadamente el lugar en busca de una salida.
"Tenemos que encontrar un modo de escapar. No pueden capturarnos."
Lucas miró a su alrededor, buscando una solución. Fue entonces cuando vio, al fondo de la estación, una puerta que parecía conducir a otra sección del metro.
"¡Por allí!" gritó, señalando con la cabeza.
Alejandro siguió su mirada y asintió, comprendiendo el plan de su hijo.
"¡Vayan! Yo los cubriré."
Sofía lo miró con horror.
"¡No, Alejandro! No te quedarás atrás."
Alejandro la besó con desesperación, sus ojos brillando con una mezcla de amor y determinación.
"Debo mantenerlos a raya. Llévate a Lucas y escóndanse. Yo los alcanzaré, lo prometo."
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Editado: 16.05.2024