Sangre enamorada

Capítulo 4

YA ERAN LAS CUATRO DE LA TARDE CUANDO SE DESPERTÓ. Todavía le costaba acostumbrarse a que ya no estaba en su casa. Había perdido la cuenta de los días, no estaba segura de cuánto tiempo había pasado desde que había salido de su hogar por última vez. Tenía varias lagunas en su mente, por lo que no había forma de saber a ciencia cierta qué día era. ¿Sería martes?, ¿miércoles o jueves, tal vez? No lo sabía con certeza. Lo que sí podía asegurar era que no había manera de escaparse de allí y que no volvería a ver a su familia.

Tampoco estaba segura de qué extrañaría, pero sabía que en algún momento todos empezarían a preocuparse por ella y la buscarían. Quizá hasta las calles se empapelarían con carteles preguntando si alguien la había visto. ¿Pero quién la encontraría allí? Nadie.

Buscó un vestido simple en su guardarropa y salió de la habitación sin prestar atención a la comida que le habían dejado. No tenía hambre y solo quería encontrar a Lilum; ella parecía ser la única capaz de darle respuestas, la única que podía explicarle qué estaba sucediendo.

Decidió que esta vez se mostraría más abierta y consideraría todas las posibilidades. Al parecer Nikolav de verdad era un vampiro... quizá muchos de los que había visto la noche anterior también lo eran, pero lo que ahora le interesaba saber era por qué estaba allí y por qué no podía irse. Debía haber una respuesta.

Bajó las escaleras y fue directo al jardín. Como lo había esperado, Lilum se encontraba allí: estaba caminando entre unos rosales y lucía radiante en su bonito vestido blanco el cual le llegaba a las rodillas.

Lilum sonrió cuando la vio, pero siguió con lo que estaba haciendo. Alejandra caminó hacia ella, dispuesta a preguntarle todas sus dudas.

—Hola, Lilum —dijo.

Como era de esperar, Lilum le contestó mentalmente.

—Hola, Alejandra. Discúlpame, pero no puedo hablarte. No se me permite y no me es físicamente posible por más que así lo desee.

—Quiero preguntarte algo —prosiguió Alejandra.

—Bueno... pero no se nos puede ver juntas —contestó Lilum—. Vete a otro lugar y piensa fuertemente las palabras que quieres decirme. Es la única forma en que podremos comunicarnos.

Alejandra asintió y se dio la vuelta. Caminó, alejándose de la pelirroja, y se sentó en un banco que estaba en el otro extremo del jardín. Cerró los ojos para poder concentrarse y pensó fuerte en ella. Comunicarse en forma mental era realmente más fácil de lo que se había imaginado.

—¿Puedes oírme? —le preguntó.

—Sí, puedo.

—Lo he pensado mejor... y creo que es posible que Nikolav y muchos otros más que están aquí sean vampiros.

—¡Al fin! —exclamó Lilum— Eres muy cabezota, ¿lo sabes?

—Sí, lo sé. Todo el mundo me lo dice. Ahora... dime algo, ¿por qué estoy aquí?

—No es fácil explicártelo. Para empezar, esto te cambiará la vida, tu forma de pensar y ver las cosas, tu concepción del mundo; descubrirás que nada de lo que creíste cierto realmente lo era. Por ejemplo... tu origen.

—¿Qué hay sobre mi origen? —preguntó Alejandra, curiosa por conocer la teoría de Lilum.

—No eres lo que crees, tu familia no es quien crees... es complicado.

—Explicáte mejor —sugirió Alejandra, sintiéndose un poco confundida.

—No eres por completo humana —le dijo Lilum al fin, después de haberlo dudado por unos instantes.

—¿Qué? —preguntó sorprendida. Nunca se había sentido parte del resto, siempre se había considerado diferente a todos, pero no creía que de verdad lo fuese. Tan solo pensaba que esa era su manera de proyectarse y nada más.

—Eres mitad humana y mitad de otra especie. Y eres la única en el mundo.

—¿Qué otra especie? —cuestionó Alejandra. Necesitaba saberlo.

—Eres mitad hada —dijo Lilum, al fin.

Alejandra necesitaba procesar lo que se le estaba diciendo. ¿Cómo era posible?, ¿ella, un hada?, ¿una maldita hada? Eso realmente elevaba su concepto de lo que era ser un bicho raro.

—¿Cómo puede ser? —preguntó cohibida, tratando de mantener la calma y no entrar en un ataque de pánico.

—Verás —continuó Lilum—, aquellos que creíste que eran tus padres nunca lo fueron. Fuiste adoptada cuando tenías tan solo unas pocas semanas de edad. Se te ocultó por tu bien, para que los vampiros y las brujas no pudieran encontrarte... Pero ahora lo han hecho.

—¿Qué quieren conmigo los vampiros?

—Usarte... usarte para sus oscuros propósitos. No debes dejar que lo hagan. Ellos pueden manipular tu mitad humana, pero nunca tu mitad hada. Debes buscar la fuerza dentro de ti. Lo que te permite poder comunicarte mentalmente conmigo... tu mitad hada... lo tienes allí, y es algo poderoso; tan solo debes despertarlo para poder hacer muchas más cosas; cosas maravillosas.

Alejandra oyó el ruido de otras personas en el jardín y vio cómo una mujer rubia con trenzas y vestida de rojo bajaba los escalones, acompañada de dos fuertes guardias. Miraba a Lilum con una cara llena de reproches y la pobre pelirroja lucía bastante asustada al verla, se notaba que le temía.




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