SE DESPERTÓ AL OÍR GENTE hablando afuera, en el pasillo. Con rapidez se levantó y se puso una bata de seda negra que yacía a los pies de su cama. Luego, abrió la puerta y vio a casi una docena de personas esperando en línea. «¿Qué estarán haciendo aquí?», pensó desconcertada.
Sin perder el tiempo, uno de los sirvientes entró a su habitación con una bandeja llena de comida, una mujer tomó un centímetro y comenzó a tomarle medidas, diciéndole cosas a otra que escribía en un pequeño cuadernillo. Otras dos mujeres traían una variedad de zapatos y, una vez que las modistas se retiraron, empezaron a probárselos uno por uno. Otras dos tenían diversas telas para mostrarle y de variados colores. Lo primero que Alejandra descartó fue el blanco, era un color que había dejado de usar hacía ya unos cuantos años. Su vestido de bodas sí o sí incluiría negro, aunque no fuese de ese tono en su totalidad.
Se comunicó por medio de señas y un poco de inglés malo por ambas partes para así poder entenderse con esos sirvientes que no comprendían nada de español. Se prometió a sí misma que conseguiría a alguien que hablase su idioma para poder conversar si debía vivir el resto de su vida en ese lugar.
Una vez que la dejaron sola, tomó su desayuno sentada en un sillón desde el cual podía ver a través de la enorme ventana. Era un día hermoso y decidió que saldría a caminar por el jardín. Ahora que había confirmado que Nikolav era un vampiro, estaba segura de que no lo vería hasta que cayese la noche.
Bajó hasta el jardín esperando encontrar a Lilum allí, pero pronto recordó lo que había sucedido el día anterior, y se sintió terrible por no haber hablado con Nikolav al respecto la noche pasada. Pensó que tenía que hacer algo en ese preciso momento, así que volvió a subir los escalones hasta la puerta de atrás del palacio, pensando en algo que pudiera preguntar en inglés a los guardias. En una de esas, tendría suerte y podrían entenderse.
Se enfrentó al primer guardia, quien la miraba con seriedad, y le preguntó: «Where's the girl with the red hair?».
El guardia miró al otro hombre que se encontraba a su lado y, tras intercambiar unas palabras con este, le contestó: «Somewhere you can't go. Sorry».
Ella se detuvo un momento a interpretar lo que le había dicho el hombre, antes de preguntar nuevamente: «Why?».
—Ask our master —fue la respuesta del guardia, quien se negó a seguir hablando con ella.
«¿Master?», pensó Alejandra por unos minutos, mientras volvía al jardín y caminaba allí. Ese debía ser Nikolav. Sí, seguro él había ordenado que detuviesen a Lilum. ¿Pero por qué habría hecho eso?, ¿qué problema tendría con ella?
Su memoria parecía hacer cortocircuito y no entendía la razón. Todas esas lagunas que poseía le impedían establecer conexiones entre ciertos eventos para poder entender varias cuestiones que sabía debía resolver. ¿Pero qué podía hacer al respecto? Por más que intentara recordar, no podía, y sabía que había algo que se le estaba escapando. ¿Pero qué era?
Caminó hasta el extremo más lejano del jardín y se sentó frente a una gran fuente de agua cristalina. De repente, un pájaro negro cuyas hermosas plumas brillantes reflejaban un arcoíris se posó sobre la fuente. Lo miró con admiración, siendo esta una criatura que ella nunca antes había visto.
—Debes ayudar a Lilum —le dijo el pájaro mentalmente, con voz de mujer.
Alejandra pegó un gran salto del susto por haberlo oído. La voz le parecía conocida. Tras pensarlo, se dio cuenta de que era la mujer que había estado hablando con Lilum durante la fiesta.
—¿Te conozco? —preguntó, hablándole con su mente.
—Sí y no... fue hace tanto tiempo que ya no te acuerdas. Pero yo te conozco muy bien a ti.
—¿Qué puedo hacer para rescatar a Lilum? —interrogó Alejandra— ¿Dónde está?, ¿qué debo hacer yo?
—Lilum está en una prisión a la que no se puede acceder desde este plano. Necesitas la llave de Nikolav para abrir el portal en la pared.
—¿La llave dorada que usó en el árbol?
—Sí, esa misma.
—Pero yo no sé dónde puede estar. Seguro que la lleva siempre consigo.
—De día, cuando duerme, la guarda en un cofre de oro en su habitación. Busca la forma de llegar hasta allí.
—¿Pero cómo lo hago? —preguntó Alejandra, con pocas esperanzas de poder encontrar esa llave.
—Tú tienes el poder. Todo está dentro de ti, a punto de despertar, sobre todo ahora que estás en otra dimensión. Ya nada puede hacer que ese lado tuyo siga dormido. Pronto despertarás.
—Todavía me cuesta creerlo... es demasiado.
—Ya lo sé —dijo el pájaro, sacudiendo un poco sus alas.
—¿Cómo hago para recordar? —preguntó Alejandra finalmente.
—Mira tu interior, pronto todo saldrá a la superficie —le dijo—. Pero no pierdas el tiempo.
Luego de decir esto, el ave salió volando. Habría querido seguir conversando con ella, pero se fue sin dar aviso. Cuando Alejandra se dio la vuelta, pudo ver a la rubia que se había llevado a Lilum la otra vez. ¿Quién sería esta mujer? Decidió acercarse a ella.