La mañana llegó con un cielo despejado, y el aire fresco llenó la cabaña de Luna. Después de una noche de descanso reparador, se despertó sintiéndose revitalizada. El entrenamiento con Adriel la había dejado exhausta, pero satisfecha. Sabía que debía prepararse, no solo para enfrentar a Malek, sino también para descubrir la verdad sobre su propio linaje.
Bajó las escaleras y se encontró con Adriel, quien estaba en la cocina, preparando un desayuno simple. Su figura se movía con gracia mientras volvían a encender el fuego y cocinaban unos huevos en una pequeña sartén.
—Buenos días, Luna —dijo él, levantando la vista y sonriendo. —Espero que estés lista para más entrenamiento hoy.
—Buenos días, Adriel. Estoy lista para aprender todo lo que pueda —respondió ella, sintiendo una chispa de emoción recorrer su interior.
Mientras desayunaban, una atmósfera de camaradería se estableció entre ellos. La conversación fluía fácilmente, y Luna se sintió cómoda en su presencia.
—¿Alguna vez has hablado de tu pasado? —preguntó Luna, sintiendo la curiosidad burbujear en su interior.
Adriel la miró por un momento, como si sopesara sus palabras. —He tenido mis propios desafíos. La vida de un vampiro no siempre es sencilla. A menudo, debemos enfrentar a otros que desean nuestro poder.
Luna se sintió intrigada. —¿Cómo lo superaste?
—Con el tiempo, aprendí que la familia no siempre es de sangre. A veces, las personas que eliges son más importantes.
La frase resonó en Luna, y se sintió agradecida por la conexión que estaban formando. Sin embargo, su mente no podía evitar pensar en Malek. La tensión entre ellos crecía, y sentía que había más en la historia de su familia de lo que se le había contado.
—Adriel, ¿me contarías sobre Malek? ¿Qué lo hace tan peligroso?
Adriel dejó de comer y se volvió hacia ella, su expresión volviéndose seria. —Malek es un vampiro antiguo, uno que ha buscado poder durante siglos. Su deseo de control lo ha llevado a hacer cosas inimaginables. Ha estado detrás de muchos linajes, y tu familia es solo una de sus obsesiones.
Luna sintió un escalofrío recorrer su espalda. —¿Por qué yo?
—Porque tu sangre tiene un poder especial, uno que puede abrir portales a otros mundos. Eso lo hace extremadamente valioso para él.
Luna frunció el ceño, sintiendo que el miedo la invadía nuevamente. —¿Entonces, es posible que quiera matarme?
Adriel se inclinó hacia ella, sus ojos fijos en los de ella. —No necesariamente. Malek podría querer atraparte y usar tu poder para sus propios fines. Por eso es crucial que te prepares.
—¿Y cómo lo haré? —preguntó Luna, sintiendo la presión de la responsabilidad sobre sus hombros.
—Con el entrenamiento, y aprendiendo a confiar en tus instintos. Necesitas ser capaz de defenderte no solo físicamente, sino también mentalmente.
Luna asintió, comprendiendo la importancia de lo que Adriel decía. —Entonces, ¿qué haremos hoy?
—Hoy nos centraremos en el combate cuerpo a cuerpo —dijo Adriel, poniéndose de pie. —Es importante que sepas cómo defenderte en un enfrentamiento cercano.
Luna se levantó de la mesa, sintiendo la emoción burbujear en su interior. —Estoy lista.
Se dirigieron al área de entrenamiento, donde el aire fresco les daba energía. Adriel comenzó a mostrarle varios movimientos, explicando la técnica detrás de cada uno.
—El primer movimiento es un golpe rápido. Necesitas asegurarte de que tu objetivo sea claro —dijo Adriel, mostrándole la postura adecuada. —Recuerda, la clave es la velocidad y la precisión.
Luna se posicionó, concentrándose en sus movimientos. A medida que practicaban, la conexión entre ellos se sentía más fuerte, y cada golpe que lanzaba parecía una declaración de su crecimiento.
—Muy bien, eso es —la animó Adriel, observando su progreso. —Ahora, vamos a hacer un ejercicio de defensa.
Mientras continuaban, Luna comenzó a perderse en la práctica. Cada movimiento se sentía más natural, y la confianza comenzó a florecer dentro de ella. Pero, incluso en medio de su concentración, no pudo evitar que el recuerdo de Malek regresara a su mente.
—Adriel, ¿crees que realmente vendrá? —preguntó, su voz tensa. —¿Cómo sabremos cuándo está cerca?
Adriel se detuvo por un momento, considerando su respuesta. —Malek es astuto. Sabe cómo jugar con las emociones de sus oponentes. Debemos estar siempre alertas, y si alguna vez sientes una presencia extraña, confía en tus instintos.
—¿Y si no estoy lista? —dijo Luna, la duda volviendo a apoderarse de ella.
—Nadie puede estar completamente listo. Lo importante es que estés dispuesta a luchar, y que no dejes que el miedo te paralice.
Las palabras de Adriel resonaron en su mente mientras continuaban entrenando. Cada golpe se sentía como un pequeño paso hacia la libertad, y aunque la sombra de Malek seguía acechando, Luna sentía que estaba empezando a encontrar su camino.
Después de varias horas de entrenamiento, se detuvieron para descansar. Mientras se sentaban en el suelo, ambos respiraban con dificultad, pero el sudor en sus frentes era un signo de su esfuerzo y progreso.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Adriel, su voz suave y alentadora.
—Me siento más fuerte, más segura de mí misma —respondió Luna, sintiendo una sonrisa brotar en su rostro. —Pero aún hay tanto que aprender.
—Lo sé. Pero has dado un gran paso hoy. Cada día es una oportunidad para crecer —dijo Adriel, mirándola a los ojos. —Y estoy aquí para ayudarte.
La conexión entre ellos se sentía más intensa, como si cada momento compartido fortaleciera su vínculo. Luna sintió el impulso de acercarse más a él, pero en ese instante, un sonido rompió el silencio.
Un fuerte aullido resonó en la distancia, seguido de un susurro en el viento que hizo que Luna se pusiera de pie de inmediato. Adriel se puso en alerta, sus ojos escaneando el área.
—¿Qué fue eso? —preguntó ella, el miedo comenzando a surgir nuevamente.