Los árboles susurraban en la brisa mientras Luna y Adriel avanzaban por el bosque, cada paso resonando con el eco del aullido que aún retumbaba en el aire. La noche se tornaba más oscura a medida que se adentraban en el corazón del bosque, y una sensación de peligro se cernía sobre ellos.
—¿Estás lista? —preguntó Adriel, su voz un suave susurro en la penumbra.
Luna asintió, aunque su corazón latía con fuerza. —Lo estoy, pero... no puedo evitar sentir miedo.
—Es natural. El miedo puede ser un aliado o un enemigo; depende de cómo decidas usarlo. —Adriel tomó su mano, ofreciendo un refugio de calma en medio de la incertidumbre.
El aullido sonó nuevamente, más cercano esta vez, como si la criatura estuviera jugando con ellos. Luna cerró los ojos por un momento, tratando de calmar su mente. Recordó las palabras de Adriel sobre el poder de la confianza y la defensa, y se enfocó en la luz que había imaginado durante su entrenamiento.
De repente, una figura emergió de las sombras, y Luna sintió que su corazón se detenía. La silueta alta y esbelta estaba rodeada de un aura oscura, y sus ojos brillaban con una intensidad aterradora. Era Malek, con su presencia dominante que parecía absorber la luz de la luna.
—¿Qué tenemos aquí? —su voz resonó en el aire, suave pero amenazante.
Luna se estremeció, pero Adriel se mantuvo firme a su lado. —Malek, ¿qué quieres? —dijo él, su tono desafiante.
—Vengo a buscar lo que es mío —respondió Malek, su mirada fijándose en Luna. —Tu poder es un tesoro que no puede ser ignorado.
—No soy un objeto que puedas reclamar —replicó Luna, tratando de infundir valor en su voz.
Malek sonrió, pero no era una sonrisa amistosa. —Eres más que eso, Luna. Eres el vínculo entre dos mundos, y con tu sangre, puedo alcanzar un poder inimaginable. ¿No deseas descubrirlo?
Luna sintió que el miedo la invadía, pero recordó la luz que la rodeaba. —No, no quiero nada de lo que ofreces.
Adriel se movió un paso adelante, interponiéndose entre Luna y Malek. —No dejaré que te acerques a ella.
—¿Realmente crees que puedes protegerla? —Malek se rió, una risa fría y despreciativa. —Tu tiempo se acaba, Adriel. La noche es larga y llena de posibilidades.
Luna notó el cambio en la atmósfera. Las sombras parecían bailar alrededor de ellos, y el aire se volvió denso, como si la noche misma estuviera presenciando su confrontación.
—No tienes poder aquí —dijo Adriel, su voz firme. —Este es nuestro terreno. No te dejaremos ganar.
Malek se acercó lentamente, y Luna sintió que su corazón latía más rápido. La confianza de Adriel era evidente, pero Luna también sabía que el peligro era real.
—Tú, Luna, eres especial. —Malek se volvió hacia ella, su tono volviéndose más persuasivo. —Podríamos ser invencibles juntos. Tu poder y el mío, una fuerza sin igual. Solo tienes que dejar de resistirte.
—No me interesa tu oferta —respondió Luna, aunque las palabras parecían temblar en su boca.
—¡Tú no entiendes! —gritó Malek, sus ojos centelleando con furia. —Tu linaje está destinado a grandeza, y tú te aferras a una vida insignificante.
—No es insignificante si tengo el poder de elegir —replicó Luna, sintiendo que su determinación comenzaba a florecer.
Adriel miró a Luna, su expresión llena de orgullo. —Eso es, Luna. No dejes que te manipule.
Malek lanzó una risa burlona, cruzando los brazos. —Muy bien, la niña tiene agallas. Pero pronto aprenderás que el poder tiene un precio, y tú no estás lista para pagarlo.
El aire alrededor de ellos se tensó, y Luna sintió que una sombra de desesperanza se cernía sobre ella. Pero, al mirar a Adriel, vio la luz en sus ojos, una chispa de esperanza que la animaba.
—Nunca estarás sola en esto, Luna. —Adriel sostuvo su mano con firmeza, como un ancla en la tormenta. —Te protegeré, cueste lo que cueste.
—¿Protegerla? —Malek se burló, sus ojos ardían de ira. —Es una ilusión, Adriel. No puedes mantenerla a salvo de lo inevitable.
Luna sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras las palabras de Malek resonaban en su mente. ¿Era verdad? ¿Realmente estaba atrapada en un juego del que no podía escapar? Pero su conexión con Adriel le daba fuerza.
—No creo en tus mentiras —dijo ella, encontrando su voz con más claridad. —No tengo miedo de ti.
Malek sonrió, pero esta vez no era una sonrisa amigable. —Entonces, lo veremos. —Con un movimiento de su mano, la oscuridad a su alrededor comenzó a distorsionarse. —Hasta pronto, Luna. Recuerda, el poder no se olvida.
Con esas palabras, Malek desapareció en las sombras, dejando a Luna y Adriel con el eco de su risa resonando en el aire. La tensión se disipó, pero el miedo permaneció en el ambiente.
—¿Estás bien? —preguntó Adriel, girándose hacia Luna.
—Creo que sí... —respondió ella, aunque el temblor en su voz traicionaba su incertidumbre.
—Lo que acabas de hacer fue increíble. Te mantuviste firme, y eso es un gran paso —dijo él, su voz llena de aliento.
—Gracias, Adriel. Pero todavía tengo miedo de lo que podría venir.
—Es natural tener miedo, Luna. Pero lo importante es no dejar que te controle. Sabes que siempre estaré aquí para ayudarte.
Luna sintió una oleada de gratitud hacia él. —No sé qué haría sin ti.
—No tienes que averiguarlo. Juntos enfrentaremos lo que venga —aseguró él, acercándose un poco más.
La conexión entre ellos se intensificó, y Luna sintió que el peso de sus miedos comenzaba a levantarse, aunque todavía había un largo camino por recorrer. Pero al menos sabía que no estaba sola.
—Volvamos a la cabaña —dijo Adriel, tomando su mano con firmeza. —Necesitamos hablar sobre lo que hemos aprendido y cómo prepararnos para lo que viene.
Mientras caminaban de regreso, el aire se sentía más ligero, y Luna sintió que su corazón comenzaba a sanar. Sabía que la sombra de Malek aún acechaba, pero con Adriel a su lado, estaba dispuesta a enfrentar cualquier cosa.