Los días siguientes transcurrieron entre entrenamientos intensos y momentos de reflexión. Luna y Adriel se encontraban más conectados que nunca, y la confianza en sus habilidades crecía con cada ejercicio que realizaban juntos. Sin embargo, la amenaza de Malek nunca estaba lejos de sus pensamientos.
Una tarde, mientras se encontraban en el bosque, Luna observó a Adriel mientras se concentraba en su práctica de combate. Su cuerpo se movía con gracia y fuerza, cada movimiento perfectamente calculado. Ella sentía admiración por él, no solo por su habilidad, sino también por su valentía y compromiso.
—Adriel, ¿crees que alguna vez podremos derrotar a Malek? —preguntó Luna, la inquietud en su voz.
Adriel se detuvo y se volvió hacia ella, su expresión seria. —Lo haremos. Lo importante es que estemos preparados. No solo en habilidades, sino también en unidad. La conexión entre nosotros es nuestra mayor fortaleza.
Luna asintió, sintiendo que sus palabras resonaban dentro de ella. Sabía que la relación que habían construido era esencial para lo que estaba por venir. —Lo entiendo. Pero todavía no puedo evitar sentir miedo.
—El miedo es natural, Luna. Pero recuerda, no dejes que te paralice. Usa esa energía para impulsarte —le aconsejó Adriel, acercándose un poco más.
Con el corazón latiendo rápidamente, Luna sintió el deseo de expresar lo que realmente significaba Adriel para ella. —Adriel, quiero que sepas que no solo confío en ti como mi protector. Eres mucho más que eso. Eres mi compañero en esto, y no podría hacerlo sin ti.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Adriel, iluminando su expresión. —Y tú eres más fuerte de lo que crees, Luna. Juntos, somos invencibles.
La tarde avanzó mientras se concentraban en su entrenamiento, pero Luna sabía que la batalla no era solo física. Era un enfrentamiento emocional y mental contra Malek y sus manipulaciones. Por eso, decidieron que era esencial continuar con las sesiones de meditación y visualización.
Al caer la noche, se sentaron en la cabaña, las velas parpadeando mientras se sumergían en la meditación. Luna se esforzaba por mantener su mente clara, imaginando una luz brillante que la protegía de cualquier influencia oscura.
—Recuerda, la luz siempre triunfa sobre la oscuridad —susurró Adriel, su voz como un ancla en el caos.
Después de la meditación, ambos se sintieron revitalizados, y Luna sintió que su confianza se expandía. Estaban listos para enfrentar lo que viniera, y la conexión entre ellos era más fuerte que nunca.
—Mañana será un día crucial. Necesitamos encontrar la ubicación del siguiente encuentro con Malek —dijo Adriel, su tono serio.
—¿Cómo lo haremos? —preguntó Luna, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.
—Confiaremos en tus visiones. Tu poder puede guiarnos hacia él —respondió Adriel.
Luna sintió un escalofrío al recordar las visiones que había tenido anteriormente. —¿Y si no puedo controlarlas?
—Tienes que confiar en ti misma. Si surge una visión, mantén la calma y deja que te lleve. Estaré contigo en cada paso del camino —la animó Adriel, sosteniendo su mano.
Esa noche, Luna luchó por dormir. Las imágenes de Malek danzaban en su mente, y la incertidumbre sobre su próximo encuentro la mantenía alerta. Pero cuando finalmente se sumió en el sueño, una visión comenzó a formarse.
La Visión de la Noche:
Luna se encontró en un paisaje oscuro y desolado. A su alrededor, sombras danzaban y se retorcían, formando figuras grotescas. En el centro de todo, había una puerta antigua, cubierta de hiedra y luces parpadeantes. Una voz la llamaba desde dentro, un eco seductor que la invitaba a cruzar el umbral.
—Luna... —la voz resonó en su mente, y sintió una atracción irresistible hacia la puerta. Pero en su interior, había una alarma que le decía que no podía dejarse llevar.
Justo cuando estaba a punto de acercarse, sintió una presencia familiar a su lado. Era Adriel, su figura iluminando la oscuridad. —Luna, no te dejes llevar.
—¿Dónde estamos? —preguntó ella, sintiendo que el control comenzaba a desvanecerse.
—Es una trampa. La puerta es la entrada al reino de Malek. Tienes que resistirte —dijo él, tomando su mano.
Luna sintió una oleada de determinación. —No me dejaré atrapar.
Con un esfuerzo, dio un paso atrás, alejándose de la puerta. La voz se tornó más intensa, pero con Adriel a su lado, la luz dentro de ella se iluminó.
—Juntos, Luna —dijo él, y la luz que emanaba de sus manos se extendió hacia la puerta, disolviendo la oscuridad que la rodeaba.
Con un grito, la visión se desvaneció, y Luna se despertó en la cabaña, con el corazón latiendo con fuerza. La claridad de lo que había visto comenzó a formarse en su mente.
Se levantó de la cama y se dirigió a la sala, donde encontró a Adriel, que la esperaba con una expresión de preocupación.
—Tuviste una visión, ¿verdad? —preguntó, su tono lleno de anticipación.
—Sí, vi una puerta en un lugar oscuro. Malek está tratando de atraparme —respondió Luna, sintiendo que la experiencia aún la estremecía.
Adriel se acercó, sus ojos fijos en los de ella. —Eso significa que tenemos que actuar rápido. Si esa puerta es lo que parece, podría ser el punto donde se encuentre Malek.
—¿Qué hacemos ahora? —inquirió Luna, sintiendo que la adrenalina comenzaba a fluir.
—Debemos ir al lugar de la visión. Tal vez podamos encontrar la puerta antes de que él lo haga —dijo Adriel, su tono decidido.
Sin perder tiempo, ambos se prepararon para partir, asegurándose de llevar consigo todo lo necesario. La luz del día ya comenzaba a despuntar en el horizonte, pero el miedo y la emoción llenaban el aire.
Mientras caminaban hacia el lugar de la visión, Luna sintió que cada paso la acercaba más a su destino. Sabía que la confrontación con Malek estaba a la vuelta de la esquina, pero la conexión con Adriel le daba la fuerza que necesitaba.