Al regresar al claro donde habían encontrado la puerta, Luna y Adriel sintieron la energía vibrante que aún permanecía en el aire. Las experiencias de los últimos días pesaban sobre ellos, pero había una nueva resolución en sus corazones.
—Necesitamos encontrar a nuestros aliados —dijo Adriel, observando el horizonte. —Sabemos que Malek no se detendrá aquí, y tenemos que prepararnos.
Luna asintió, sintiendo la urgencia de sus palabras. —Tengo una sensación extraña, como si supiera dónde encontrar a esos aliados. Tal vez deberíamos ir a la aldea cercana. He oído historias sobre un antiguo clan que protege el equilibrio entre la luz y la oscuridad.
—El Clan de los Guardianes —murmuró Adriel, recordando viejas leyendas. —Se dice que son poderosos y que tienen una conexión profunda con la magia. Podrían ser la clave para enfrentarnos a Malek.
Con determinación, los dos comenzaron su camino hacia la aldea. A medida que se acercaban, Luna notó cómo la atmósfera cambiaba. El aire estaba cargado de una energía palpable, y la vegetación parecía más vibrante.
—Mira —dijo Adriel, señalando hacia un grupo de figuras que se movían en la distancia. Eran personas de aspecto noble, vestidas con túnicas decoradas con símbolos antiguos. —Son ellos.
Al llegar, uno de los ancianos del grupo, con un rostro arrugado pero sabio, se acercó. —¿Quiénes son ustedes, intrusos en nuestra tierra? —preguntó con voz profunda y resonante.
—Somos Luna y Adriel. Venimos en busca de ayuda para enfrentar a Malek, el vampiro que amenaza con desatar la oscuridad —respondió Adriel, sin titubear.
El anciano lo observó con atención, y luego su mirada se centró en Luna. —He sentido la luz en ti, joven. Eres especial. Pero enfrentarte a Malek no es tarea sencilla. Necesitas comprender el poder que llevas dentro.
—Eso es precisamente por lo que hemos venido —dijo Luna, sintiendo el peso de su destino. —Quiero aprender. Quiero ayudar.
El anciano asintió, una chispa de respeto brillando en sus ojos. —Si deseas aprender, debes probar tu valía. Acompáñame.
Luna y Adriel siguieron al anciano hacia un claro cercano, donde había un círculo de piedras antiguas. Al llegar, el anciano levantó su mano, y las piedras comenzaron a brillar con una luz suave.
—Este es el Círculo de los Ancestros. Aquí se lleva a cabo la ceremonia de la conexión. Si eres digna, recibirás el conocimiento necesario para enfrentarte a Malek.
Luna sintió el pulso de la energía a su alrededor. —Estoy lista —dijo con determinación.
El anciano comenzó a recitar un antiguo canto, y las piedras brillaron con más intensidad. Luna se colocó en el centro del círculo, cerrando los ojos. Sentía que una corriente de energía fluía a través de ella, conectándola con la tierra y el universo.
Visiones comenzaron a inundar su mente. Vio a antiguos guerreros luchando, defendiendo la luz contra la oscuridad. Sintió el dolor de las batallas, pero también la esperanza que surgía en cada victoria.
—¡Adriel! —gritó, sintiendo su presencia junto a ella. —¡Ayúdame!
Adriel se acercó, tomándola de la mano. Juntos, sintieron cómo la energía aumentaba, y Luna comenzó a visualizar el poder que poseía. Las imágenes de luz y oscuridad chocando llenaban su mente, y sabía que debía canalizar todo ese conocimiento.
—Confía en tu luz —susurró Adriel, su voz un ancla en medio de la tormenta.
Luna asintió, respirando hondo. La energía a su alrededor se intensificó, y sintió que se liberaba un poder inigualable. Abrió los ojos, y ante ella se materializó una esfera de luz brillante.
—Hecho está. ¡Ahora sé cómo combatir a Malek! —exclamó, sintiendo la euforia de su descubrimiento.
El anciano sonrió, satisfecho. —Has demostrado ser digna. Recuerda, la luz siempre encontrará su camino a través de la oscuridad. Ahora, prepárense. La batalla se acerca.
Con el conocimiento recién adquirido y el apoyo del clan, Luna y Adriel sintieron que estaban listos para enfrentar a Malek. Sabían que el próximo encuentro sería decisivo.
—Gracias por su ayuda —dijo Adriel, inclinando la cabeza ante el anciano. —Prometemos usar este conocimiento sabiamente.
—Nosotros también lucharemos —respondió el anciano. —Cuando llegue el momento, no duden en buscar nuestra ayuda.
Mientras el sol comenzaba a ponerse, Luna y Adriel regresaron a su hogar, sintiendo el peso del mundo sobre sus hombros, pero también la ligereza de su amor y su propósito compartido.
—Esto no es solo una batalla por mí, sino por todos los que han sido lastimados por la oscuridad —dijo Luna, su mirada fija en el horizonte.
—Y no estás sola. Estamos juntos en esto —dijo Adriel, apretando su mano con fuerza.
A medida que la noche caía, una nueva luz brillaba dentro de ellos, y sabían que pronto se enfrentarían a Malek una vez más. Con nuevos aliados y un propósito renovado, estaban listos para desafiar la oscuridad.