Los días pasaron rápidamente mientras Luna y Adriel se preparaban para el inevitable enfrentamiento con Malek. La atmósfera en su hogar se sentía tensa, pero a la vez cargada de energía. Cada noche, se reunían con el anciano y otros miembros del Clan de los Guardianes para practicar y aprender a canalizar el poder que Luna había descubierto en el templo.
Una tarde, mientras el sol comenzaba a ocultarse detrás de las montañas, Luna y Adriel se encontraron en el claro. El aire estaba impregnado de una mezcla de expectativa y nerviosismo.
—¿Estás lista para esta noche? —preguntó Adriel, su mirada penetrante buscando la suya.
—No lo sé... —respondió Luna, sintiendo una punzada de duda. —Todo lo que hemos aprendido es increíble, pero enfrentar a Malek... es diferente.
Adriel se acercó, colocándole una mano en el hombro. —Tienes un poder dentro de ti que no puedes ignorar. Lo has demostrado una y otra vez. Recuerda lo que sentiste en el Círculo de los Ancestros. Eres más fuerte de lo que piensas.
—Gracias, Adriel. Necesito que estés aquí conmigo. Tu apoyo significa el mundo para mí —dijo Luna, sintiendo cómo su corazón se llenaba de calidez.
Mientras conversaban, el anciano y algunos de los Guardianes llegaron al claro, sus rostros serios pero decididos.
—Es hora —dijo el anciano, su voz resonante llenando el espacio. —La luna llena iluminará el camino hacia la batalla. Deben estar listos.
Luna asintió, sintiendo que su determinación comenzaba a florecer nuevamente. —Estamos listos. ¿Cuál es el plan?
El anciano explicó: —Primero, necesitamos atraer a Malek hacia el bosque. Él no podrá resistir la tentación de capturarte, Luna. Cuando lo haga, los Guardianes y yo estaremos listos para ayudarles.
—¿Y si no funciona? —preguntó Adriel, inquieto.
—No podemos pensar en el fracaso. La luz siempre encontrará su camino, y su amor los guiará en la oscuridad —dijo el anciano con confianza.
Mientras la luna comenzaba a elevarse en el cielo, Luna y Adriel se prepararon. Luna sintió su poder vibrar dentro de ella, y la idea de luchar junto a Adriel la llenó de valor. Sabía que debía estar lista para lo que estaba por venir.
—Vamos —dijo Adriel, extendiendo su mano. —Estamos juntos en esto.
Juntos, se dirigieron hacia el bosque, donde la sombra se volvía más profunda. La luz de la luna filtrándose a través de las hojas les dio un sentido de dirección. Con cada paso, Luna sentía que la energía del bosque resonaba con su propia luz.
Al llegar a un claro más amplio, se detuvieron. —Es aquí —dijo Luna, mirando a su alrededor. —Siento que Malek vendrá.
Poco después, una risa escalofriante resonó en la oscuridad. —¿Qué tenemos aquí? —dijo Malek, apareciendo entre las sombras. Su figura era imponente, y sus ojos rojos brillaban con una mezcla de malicia y diversión. —¿Han venido a jugar?
Luna sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral, pero recordó las palabras del anciano y el poder que llevaba dentro. —No estamos aquí para jugar, Malek. Estamos aquí para detenerte.
—¿Detenerme? ¡Eso es muy gracioso, querida! —exclamó Malek, acercándose. —La luz es tan fácil de apagar.
Luna dio un paso adelante, sintiendo cómo la energía comenzaba a fluir desde su interior. —No esta vez. No permitiré que arruines a más personas.
Malek se rió, su sonrisa burlona iluminando la oscuridad. —¿Y qué piensas hacer al respecto?
Fue en ese momento que los Guardianes comenzaron a aparecer, rodeando el claro y formando un círculo de luz alrededor de Luna y Adriel. Las inscripciones brillantes en sus túnicas resplandecían con fuerza, creando un escudo protector.
—No estás solo en esta batalla, Malek —dijo el anciano, su voz firme y decidida. —La luz se levantará contra la oscuridad.
Luna sintió que su corazón se aceleraba. La luz de los Guardianes era palpable, y sintió que la energía fluía entre ellos. —Estamos listos para luchar, Malek —declaró, su voz resonando con fuerza.
Malek frunció el ceño, consciente de que no podía subestimar la fuerza que tenían frente a él. —¡Eso no cambiará nada! —gritó, y las sombras a su alrededor comenzaron a girar y a cobrar vida.
Las sombras se abalanzaron sobre el claro, intentando apoderarse de la luz. Pero Luna, sintiendo la energía de sus compañeros, levantó sus manos. Un torrente de luz surgió de su interior, dispersando las sombras y creando un resplandor que iluminaba todo a su alrededor.
—¡Esto es solo el comienzo! —gritó Malek, lanzando un ataque directo hacia Luna.
Adriel se interpuso, levantando su mano en un gesto de protección. —¡No! —gritó. La energía de su conexión fluyó hacia él, y un escudo de luz apareció frente a ellos, deteniendo el ataque.
—Debemos trabajar juntos —dijo Adriel, respirando con dificultad. —Nuestro poder combinado es más fuerte.
—Tienes razón —respondió Luna, sintiendo su energía fusionarse. —Confía en mí.
Con un asentimiento, comenzaron a canalizar su luz juntos. Las sombras a su alrededor comenzaron a desvanecerse, y Malek se dio cuenta de que estaba perdiendo control.
—¡No puede ser! —gritó, furioso. —¡No me detendrán!
—Sí, lo haremos —dijo Luna, sintiendo que su poder crecía.
Con un movimiento coordinado, Luna y Adriel lanzaron una onda de luz hacia Malek. La energía vibrante recorrió el aire, y la luz estalló en una explosión resplandeciente. Malek fue empujado hacia atrás, atrapado por la fuerza de la luz que habían desatado.
—¡No! —gritó, luchando contra la energía que lo rodeaba.
Los Guardianes se unieron a su lado, creando un círculo de protección a su alrededor. —La luz nunca será apagada por la oscuridad —dijo el anciano, levantando sus manos en señal de unión.
Luna sintió que la luz se intensificaba, envolviendo a Malek y drenando su poder. Su figura se desvanecía lentamente, y la oscuridad que lo rodeaba comenzó a desintegrarse.
—¡No se atreven a tocarme! —gritó Malek, pero la luz fue implacable.