El claro estaba envuelto en un aire de celebración. La luz de la luna brillaba intensamente, iluminando los rostros de los guerreros Illumina que reían y abrazaban a Luna y Adriel en medio de la victoria. Sin embargo, a pesar de la euforia que los rodeaba, Luna sentía un nudo en su estómago. La batalla había terminado, pero el costo había sido alto.
Selene, observando la escena con orgullo, se acercó a ellos. —Han logrado algo extraordinario. Su luz ha triunfado sobre la oscuridad. Pero ahora, deben entender las repercusiones de su victoria.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Adriel, su rostro aún iluminado por la emoción.
—La oscuridad no desaparece sin dejar huellas. Hay un equilibrio que mantener, y aunque Nyx ha sido derrotado, aún hay otros que podrían buscar aprovecharse de su luz —respondió Selene, su tono serio.
Luna sintió un escalofrío. —¿Crees que vendrán otros?
—Es posible. Pero lo más importante es que, juntos, están más fuertes que nunca. Deben seguir entrenando y preparándose para lo que venga. La luz que llevan en su interior debe seguir creciendo —dijo Selene, poniendo una mano en su hombro.
—Lo haremos, Selene. No dejaremos que la oscuridad regrese —afirmó Luna, sintiendo una chispa de determinación dentro de ella.
Mientras la celebración continuaba, Luna y Adriel se apartaron un poco del grupo, buscando un lugar tranquilo para hablar. Se sentaron en un tronco caído, la luz de la luna filtrándose a través de las hojas.
—¿Estás bien? —preguntó Adriel, su voz suave y preocupada.
—Sí, solo... me siento extraña. Hemos luchado tanto, y ahora, todo ha cambiado —respondió Luna, mirando al suelo. —A veces me pregunto si alguna vez podremos estar realmente a salvo.
Adriel tomó su mano, sus ojos fijos en los de ella. —La batalla puede haber terminado, pero eso no significa que no tengamos que seguir luchando. Y lo haremos juntos. Siempre estaré a tu lado.
—Lo sé —dijo Luna, sintiendo una oleada de amor por él. —Pero, ¿qué hacemos ahora? La luz que llevamos es poderosa, pero también tenemos la responsabilidad de protegerla.
—Primero, debemos reconstruir y asegurarnos de que todos estén bien. Después, podemos trabajar en fortalecer nuestras habilidades. Tal vez podamos compartir lo que hemos aprendido con otros —sugirió Adriel, su voz llena de esperanza.
—Sí, eso tiene sentido. Si todos se unen, podremos crear una comunidad más fuerte y protegernos mutuamente —respondió Luna, sintiendo que su corazón se llenaba de luz.
Mientras hablaban, el sonido de la risa y la música se acercó, y decidieron regresar a la celebración. Cuando llegaron, se encontraron con un grupo de guerreros que habían comenzado a contar historias sobre su victoria, compartiendo anécdotas de la batalla y la fuerza de la luz que habían encontrado en sí mismos.
Luna se unió a la conversación, sintiendo cómo la alegría la envolvía. Recordó cada momento de lucha y conexión, cada rayo de luz que había proyectado junto a Adriel. Todo había valido la pena.
Después de un tiempo, Selene se subió a una piedra y levantó la mano para llamar la atención del grupo. —Queridos amigos, hoy hemos vencido a la oscuridad. Pero nuestra victoria no es solo un triunfo personal; es una victoria para todos nosotros. La luz que hemos compartido debe seguir brillando, y cada uno de ustedes tiene un papel vital en esto.
Luna sintió el fervor en la voz de Selene y se sintió inspirada. La lucha no había sido solo contra Nyx, sino también contra el miedo y la duda que habían habitado en sus corazones.
—Nosotros, los Illumina, debemos ser un faro para otros. Debemos compartir nuestras historias y nuestro poder —continuó Selene. —Los invito a unirse a mí en este viaje de luz. ¡Que cada uno de nosotros se convierta en un protector de la luz!
Los guerreros estallaron en vítores, y Luna sintió que su espíritu se elevaba. Adriel la miró, sus ojos brillando con emoción. —¡Esto es solo el comienzo!
La celebración continuó, y Luna se sintió más conectada que nunca con sus compañeros. La música resonaba en el aire, y los guerreros bailaban y reían, celebrando no solo su victoria, sino también su nueva comunidad.
A medida que la noche avanzaba, Luna se encontró a sí misma junto a Adriel, mirando las estrellas. —¿Ves eso? —dijo él, señalando hacia el cielo. —Esas estrellas son como nuestra luz. Siempre brillan, incluso cuando está oscuro.
—Y nosotros también lo haremos —respondió Luna, sintiendo que su corazón se llenaba de esperanza. —Siempre habrá oscuridad, pero también siempre habrá luz.
Adriel la miró intensamente. —Y yo siempre estaré contigo, Luna. Juntos, seremos los guardianes de esa luz.
Luna se acercó a él, abrazándolo con fuerza. En ese momento, supo que su viaje apenas comenzaba. Habían enfrentado la oscuridad, pero ahora debían seguir adelante, construir un futuro donde la luz fuera más fuerte que nunca.
El amanecer estaba a la vuelta de la esquina, y mientras las primeras luces del día comenzaban a asomarse en el horizonte, Luna sintió que un nuevo capítulo de su vida estaba a punto de comenzar.